Para Nico, por ti y para ti.
Gracias a mi particular familia, y a Paco y Peru por mejorarla.
Gracias a todos los que me acompañáis en el camino, estéis o no en estas letras.
Prólogo
M ujeriego, informal, truhan, vividor, señorito, serio, inteligente, encantador… Infinidad pueden ser las acepciones que a la mayoría le vienen a la mente cuando escuchan el nombre de Colate, pero lo que muchos no sabéis es quién es ni cómo es realmente Nicolás Vallejo-Nágera.
Decía mi madre que de los míos hablaré, pero nunca oiré. Esto lo digo porque Nicolás es una de esas personas que al nacer en una cuna de oro y tener una educación privilegiada ha tenido la oportunidad de moverse en los círculos de la denominada jet set .
Pronto comenzó a ser un habitual de la prensa rosa y antes de casarse compartió su vida con mujeres de una altísima talla y valía en todos los sentidos. Si preguntas a cualquiera de ellas, te van a decir que, ante todo y sobre todo, es un caballero.
Esta exposición a los medios del corazón de muchos países del mundo, que ha sido constante a raíz de la boda y sobre todo tras su divorcio y juicio, ha dado lugar a que cualquiera, aun sin conocerlo, pueda hacer un juicio de valor sobre lo que es su vida, su trabajo o sus relaciones, y tener una idea preconcebida nada cercana a la realidad.
Yo, que tengo una buena relación de amistad con él, puedo deciros que es un tipo excelente, además de un padre ejemplar entregado en cuerpo y alma al bienestar de su hijo, nuestro un poco también y querido Nico, por el que siente auténtica devoción.
Solo tienes que llamarle para que antes de colgar el teléfono esté contigo, ayudándote en lo que sea necesario. Si preguntas a cualquiera de las personas cercanas a Colate, te dirá que es muy buena gente, y no solamente ellas, todos quienes lo han conocido al cabo del tiempo me han terminado diciendo que no entienden por qué tiene esa mala imagen con lo majo que es.
Cuando me pidió que le hiciera el prólogo para este libro, me quedé bloqueado, pues no sabía bien qué exponer de una persona como él, pero la verdad es que nada más sentarme frente al ordenador se me aclaró todo. Podría contar mil anécdotas vividas junto a él, pero es su libro y no soy quién para exponerlas aquí.
Sin conocerle, le podrás odiar o querer con la misma intensidad, pero una vez que disfrutas de su magia y de su grandeza como ser humano le querrás siempre. Sentaos, relajaos y disfrutad con las aventuras de mi amigo Nicolás Vallejo-Nágera, Colate. ¡Os apasionarán!
Si queréis un amigo bueno, a Nicolás os recomiendo.
¡Un abrazo muy fuerte, compañero!
A NTONIO R ODRÍGUEZ T OÑEJO ,
amigo personal de Colate.
Piloto, periodista y conferenciante.
I NTRODUCCIÓN
L a última vez que vi cara a cara a mi padre fue para decirle que no lo invitaba a mi boda. No estábamos en nuestro mejor momento. De hecho, hacía veinte años que no lo estábamos. Pero también creía que nos quedaba tiempo. Uno tiende a pensar que siempre lo hay. Metido en rutina y con el privilegio de que las cosas van bien, mañana siempre amanece. Hasta que un día, de pronto, todo cambia. Mi último correo fue de aliento. Se lo escribí mientras volaba de un país a otro poco después de la boda con Paulina. Necesitaba decirle que quería que las cosas se arreglaran, que estaba ilusionado por formar una familia con mi mujer y que deseaba que fuera un abuelo presente. Lo había visto tan bien el último día, con tan buen aspecto… No sé… Tenía mucha ilusión porque cambiara nuestra relación, que se había enquistado hacía mucho.
No pudo ser. Mi padre murió el 31 de diciembre de ese mismo año. Me enteré por un mensaje. Un maldito SMS de los de antes que me mandó mi hermano, de los que ya también están caducos. A veces las cosas son incomprensibles, pero son así.
No tengo muchos recuerdos de mi padre en los últimos años. Una mujer nos separó. La suya, para ser exactos. Pero cuando me miro, veo cosas de él. Son los caprichos de la genética que viajan con uno y antes o después la vida te hace caer en ello. Con el paso del tiempo y cuando el destino te pone contra las cuerdas te das cuenta de golpe.
Para ser sinceros, tengo escasos recuerdos de la familia junta. Lo que viene siendo padre y madre en convivencia. Ocurrió que al poco de yo nacer se separaron. Creo, aunque nunca se ha hablado abiertamente en casa, que fui uno de esos muchísimos intentos de arreglar una relación de pareja que salió mal. A pesar de ello, sé que no vivíamos juntos, pero también que mi padre venía a casa con normalidad. Se vivían las cosas con libertad. Desde la paz, que ya es mucho. Los años se han encargado de demostrarme que es casi un milagro.
Nací en la calle Fuentemilanos, en Madrid, y nos mudamos pronto al barrio de Chamberí. Estoy orgulloso de ser chamberilero, como nos pasa a muchos, y guardo un buen recuerdo de ese primer hogar. Cuando voy a visitar a un amigo que todavía vive allí me vuelve a la memoria.
L OS AÑOS DORADOS : EL NIÑO PIJO QUE SE CRIO EN LOS PUEBLOS
P ensar en mi infancia es, sin duda, viajar a dos pueblos que me marcaron. Pedraza y La Granja, por parte de madre y de padre. Si lo pienso, de niño me dejó más huella La Granja por lo mucho que me divertí allí. Fue como si todo ocurriera de manera prematura, pero también espontánea. De esa época sigo manteniendo a alguno de mis amigos, y cuando voy a España quedo con ellos, como es el caso de Íñigo Colmenares. Todavía nos vemos y lo disfruto. Me gusta seguir teniendo ese contacto con la infancia, con todo aquello que fuimos, aunque las vidas nos hayan llevado por caminos distintos.
Allí, en La Granja, de hecho, y como no podía ser de otra manera, tuve mi primer amor, E. H. Todavía cuando la veo, cuarenta años después, le sigo tirando los trastos, es casi como una tradición con tintes de broma. O no. Quién sabe. Así es la vida. Una vida indudablemente dedicada al amor. Al amor romántico.
Siempre me viene a la cabeza esa visión de estar en la playa con una mujer, de quererse, desearse… He buscado el amor y de tanto anhelarlo se ha convertido en una obsesión enfermiza. Desde pequeño he tenido mucha relación con las mujeres, ha sido un verdadero imán y, bastante pronto para la España de la época, se convirtieron en relaciones personales.
A La Granja o a Pedraza era donde íbamos los fines de semana. Allí sucedieron cosas maravillosas, ocurría la vida por anticipado. Tuve moto superpronto, por ejemplo, pero para los que tuvimos la suerte de vivir el ambiente de un pueblo, no tengo duda de que esa etapa fue un privilegio, hasta tal punto que pongo especial empeño en que mi hijo también sepa cómo es esa vida. En Madrid era todo distinto. Otros tiempos, que luego también exprimí como si no hubiera un mañana.