E ste libro nunca hubiera llegado a completarse sin el continuo, profundo y excelente esfuerzo de varios periodistas veteranos que me asistieron en reportes e investigaciones. Alicia Dennis, Jordan Smith y Anne Lang fueron trabajadores particularmente milagrosos, he tenido la suerte de conocerlos y de que hayan compartido conmigo sus años de experiencia. Ellos demostraron su neutralidad y propensión habitual a la indagación profunda—son amigos, almas buenas y gente que realmente vale la pena conocer. Wendy Grossman, otra amiga de Houston, fue invalorable y resolvió varios enigmas relacionados con la familia Gonzales. Anna Macías intervino ayudando y reportando minuciosamente sobre temas latinos. Un especial agradecimiento a Becky Chavarría-Chairez por sus interminables horas de trabajo voluntario, sus reportes, su sondeo en variados documentos, buena onda y análisis cultural sobre lo concerniente a temas latinos. Los numerosos amigos de Becky en Texas la conocen como una gran periodista además de un alma generosa—su interés personal en este proyecto dío luz a muchos datos biográficos que sin ella hubieran permanecido escondidos.
Toda mi gratitud y admiración por la brillantez con que reportaron los siguientes periodistas reconocidos nacionalmente como: Michael Isikoff de Newsweek; Tim Golden del New York Times (su artículo divido en dos partes de octubre del 2004 sobre los trabajos internos de la oficina de asesor de la Casa Blanca brinda una visión de mucha autoridad y definitiva sobre como varios abogados de la administracion Bush se unieron creando así las muchas y controversiales estrategias post 11 de septiembre concernientes a la guerra contra el terrorismo—su trabajo fue esencial para diversas secciones claves de este libro); R. Jeffrey Smith y Dan Eggers del Washington Post (su profundo, detallado y preciso reporte en el papel que jugó Gonzales en la decisión post 11 de septiembre junto a John Yoo y otros fue invalorable para mi investigación. Particularmente, su trabajo sobre lo sucedido “detrás del escenario,” las maniobras que se utilizaron para debatir, discutir y codificar lo que significa la tortura requiere ser leído por cualquiera que esté tratando de entender la política de la administración Bush); Lois Romano del Washington Post escribió un perspicaz artículo sobre Gonzales; Dana Milbank y muchos otros del Washington Post hicieron un trabajo extraordinario describiendo las maquinarias y los movimientos ocurridos detrás del escenario de la Casa Blanca. La Academy of Achievement persuadió a Gonzales y logró extraerle observaciones extraordinariamente importantes, la academia debe ser venerada por esa excelente entrevista, que permanece entre las más notables e irresistibles narraciones de su vida.
Mi más sincera gratitud a Sylvia Moreno del Washington Post y a Dave Montgomery del Fort Worth Star-Telegram. Cada uno de ellos se tomó el tiempo de compartir conmigo sus pensamientos, recursos, contactos y experiencias para lograr construir este excelente reporte sobre Alberto Gonzales. Fueron muy amables al ofrecerme su sabiduría y consejos tan especiales—y lo hicieron sin titubear. Ellos y muchos otros colegas de buen corazón del mundo periodístico de hoy en día nos comprueban que hay reporteros, editores y directores carentes de celos, inseguridades y soberbia. Como siempre, estos buscadores de la verdad contrastan con el tipo de los que sonríen y suavizan todo, y cuyas contribuciones al periodismo carecen de importancia.
Gracias a mis colegas del Texas Institute of Letters y a los muy talentosos periodistas de Texas que me suministraron consejos, amistad o una palabra bondadosa: Alan Peppard, el agudo observador social del Dallas Morning News; si quieren saber que está ocurriendo en Texas, si realmente quieren saber lo que hace latir el corazon de Texas, les serviría leer la sagaz columna de Peppard (mientras estén en Dallas también podrían beneficiarse de visitar al crítico social Louie Canelakes en su restaurant Louie’s, el Sr. Canelakes provee una brillante visión sobre todo lo que concierne a Texas). También sobresalen Richard Oppel Sr., Patrick Beach y Jeff Salomon de Austin American-Statesteman, Laura Tolley y John Wilborn del Houston Chronicle y John Branch del San Antonio Express-News.
Un especial agradecimiento a los muchos periodistas, autores y ensayistas que fueron increíblemente generosos conmigo de distintas maneras a través de los años: Sir Harold Evans, David Maraniss, Martha Nelson, Larry Hackett, Richard Sanders, Moira Bailey, Michael Haederle, Shannon Richardson, Gabrielle Cosgriff, Sophia Nelson, Tina Brown, James Lee Burke, Buzz Bissinger, Gail Sheehy, Chris Matthews, Ellen Kampinsky, Don Graham, Bill Crawford, Bill Lodge, Laura Jacobus, Michelle Stanush, Tom Watson, Laura Castro y Bob Compton.
Aldine Independent School District fue my amable. Gracias a Bill Miller que sabe todo sobre Austin. En la University de Rice, David Medina no sólo nos suministró su maravillosa ayuda sino que también compartimos una risotada sobre un nauseabundo embrollo en el mundo del periodismo en Dallas. Gracias a los oficiales del Texas State Archives por procesar mis muchos requerimientos de los Texas Open Records Acts de una manera tan rapida. A través de sus esfuerzos y con la asistencia de Jordan Smith, pude obtener miles de documentos, incluyendo correspondencia, memorandos de clemencia y archivos del gobierno.
Mi obvio y especial aprecio a Rene Alegría, mi editor en HarperCollins, por su confianza y fé en mí, por permitirme el beneficiarme de su magia editorial. He tenido la suerte de trabajar con gente excelente en editoriales y Rene está definitivamente entre los mejores, los más sinceros y elegantes. Él es un tesoro. Melinda Moore, Tim Brazier y Jill Bernstein de HarperCollins son gente muy talentosa y generosa. A la correctora de manuscritos María Domínguez le doy gracias por haberme salvado y haber trabajado con tanta diligencia, paciencia, cuidado y precisión. Gracias a Kyran Cassidy por aportar su ojo legal y experto a este trabajo—y por ser un agudo observador de la vida y la política. Mi agente David Hale Smith ha sido un amigo leal, nadie trabaja tan intensamente para sus clientes.
Mis raíces de familiares están profundamente arraigadas en Italia y los Estados Unidos y mi querida madre Tess siempre será mi inspiración. Gracias a mis hermanos Tom, Robert, Frank, John y sus familias. Gracias a mi otra familia que incluye a Linda Smeltzer, Martha Williams, Tom Sheehy, Emily Williams y Molly Williams.
Mi esposa Holly y mis hijos Nicholas Xavier y Rose Angelina, son, sin duda alguna, mi vida.
A l final, Biden tenía razón. Gonzales fue aprobado por el Comité del Senado, de acuerdo con los lineamientos del partido, por una votación de 10 a 8. Casi todos los que estuvieron presentes allí ese día pensaron que sin duda algunos demócratas habían sido influenciados por la historia personal de Gonzales—por el hecho de que había sido el único de sus ocho hermanos y hermanas en ir a la universidad, el único en traspasar el límite de esa pequeña casa de dos alcobas sin agua caliente corriente, sin teléfono, con diez personas hacinadas en su interior.
Su madre, María, estaba allí, justo detrás de él, a su derecha, inmóvil y en silencio, observando a su hijo y viendo cómo los distinguidos y elegantes senadores lo presionaban. Cuando terminaron las audiencias del Comité, los demócratas se unieron en su resistencia a Gonzales. Es posible que le “agradara” a Biden, pero éste votaría en contra de Gonzales. El Senador Demócrata Charles Schumer de Nueva York dijo que tenía pensado votar por Gonzales hasta que oyó sus declaraciones. Herb Kohl, que había dicho al comienzo de las sesiones de la audiencia que pensaba que Gonzales haría “un buen trabajo” como fiscal general, a medida que las sesiones avanzaron dijo simplemente que Gonzales había perdido su “brillo.”