De sus múltiples «peregrinaciones» dejó Alarcón detallada cuenta en el Índice Cronológico sus viajes por España, incluido en este libro como epílogo a la recopilación de escritos reunidos en el tomo Viajes de España (1883), que comprende las narraciones Una visita al Monasterio de Yuste, Dos días en Salamanca, La granadina, De Madrid a Santander, Mi primer viaje a Toledo, y El eclipse de sol de 1860. Iban a venir después Más viajes por España, como segunda parte de este tomo, pero sólo llegaría a escribir cuatro capítulos.
Pedro Antonio de Alarcón
Viajes por España
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Titivillus 15.02.15
Título original: Viajes por España
Pedro Antonio de Alarcón, 1883
Editor digital: Titivillus
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AL SEÑOR D. MARIANO VÁZQUEZ,
MAESTRO DE MÚSICA, INDIVIDUO DE NÚMERO DE LA REAL ACADEMIA DE BELLAS ARTES, COMENDADOR DE LA REAL Y DISTINGUIDA ORDEN DE CARLOS III, Y DE NÚMERO DE LA DE ISABEL LA CATÓLICA.
i muy querido Mariano: Juntos hemos hecho, no sólo algunos de los viajes que menciono en la presente obra, como el de Madrid á Toledo y el de El Escorial á Ávila , sino también el muy más importante de la adolescencia hasta la vejez , pasando por los desiertos de la ambición...
Saliste tú de aquella metódica y bendita casa de la calle de Recogidas de Granada, en donde, puedo decir que sin maestro, aprendiste á interpretar las sublimes creaciones del Haydn español, ó sea del maestro Palacios, del colosal Beethoven, del profundo Weber, del apasionado Schubert y de otros grandes compositores casi desconocidos entonces en nuestra Península; y salí yo de mi seminario eclesiástico de Guadix (fundado sobre las ruinas de un palacio moro), llevando en pugna dentro de mi agitado cerebro á Santo Tomás y á Rousseau, á Job y á lord Byron, á Fr. Luis de León y á Balzac, á Savonarola y á Aben-Humeya...
Nuestro encuentro, hoy mismo hace treinta años, fué en la Alhambra... Allí estaban ya reunidos, soñando también con la gloria, los demás que de cerca ó de lejos habían de acompañarnos en la peregrinación.—Fernández Jiménez, Moreno Nieto, Castro y Serrano, Manuel del Palacio, tu pobre hermano Pepe, Antonio de la Cruz, Salvador de Salvador, Pérez Cossío, Soler, Pepe Luque, Moreno González, Pineda, e tanti altri , hoy ya viejos ó muertos, levantaron el vuelo con nosotros ó como nosotros, desde aquella deliciosa mansión, en que habíamos formado la célebre sociedad de La Cuerda , hasta las ingratas orillas del Manzanares, donde algunos seguimos viviendo juntos dos años más, bajo la denominación de Colonia Granadina ... ¡Calle del Mesón de Paredes! ¡calle de los Caños! ¡fonda del Carmen, que ya no existes! ¡ventorrillos, ventas y posadas, en que tan pobre y alegremente pernoctamos durante nuestras primeras etapas por el mundo de las Letras, de las Artes, de las Ciencias ó de la Política!..... ¿Quién os dijera que muchos de aquellos locos mozuelos que tan dificultosamente pagaban el gasto diario y tan alborotada traían la vecindad, habían de convertirse en estas graves personas que hoy se complacen en recordar, como inverosímiles leyendas, ó cual si refiriesen travesuras de sus propios hijos, aquellas graciosas cuanto inocentes calaveradas, no reñidas con el más asiduo y heroico trabajo?
En Dios y mi ánima te juro, reduciéndome á hablar de ti, Mariano mío, que cuando, hace poco tiempo, te veía dirigir con universal aplauso la orquesta del teatro Real, de donde mengua es de España que estés alejado y donde no has sido sustituído ni lo serás nunca; cuando escuchaba á insignes artistas nacionales y extranjeros ensalzar tu nombre sobre el de todos los que habían ocupado aquel verdadero trono de la Música, me regocijaba tu gloria cual si fuera mía, ó por lo menos, de toda la Colonia Granadina , de 1854 á 1856, y que igual placer y ufanía siento cada vez que asisto á los grandes triunfos que sigues alcanzando como Director de la sabia Sociedad de Conciertos , admiración de propios y extraños...
Todas estas cosas, que nunca te he dicho privadamente, tenía ganas de decirte en público, y por eso y para eso te dedico ese libro, en que varias veces te nombro y en que figuras como actor y parte.—Mucho lamento no haber podido escribir en él nuestras visitas á Toledo y á Ávila tan extensamente como algunas otras de mis expediciones artísticas ó poéticas; pero tú suplirás con tu buena memoria lo que yo omita al hacer mención de aquéllas, y volverás á reirte homéricamente al recordar al Tío Tereso de Toledo y al cicerone que sólo tenía empeño en que viéramos la campana gorda de la Catedral, ó bien cuando te representes en la imaginación aquella mañana deleitosísima en que, con tu hermano Paco, salimos á esperar á los arrieros que llevan de El Barco de Ávila á la estación de Ávila la rica uva que tanto se estima en Madrid, y nos comimos no sé cuántas libras por cabeza, al otro lado de la ciudad, recostados en una romancesca muralla de color de naranja marchita, dando cara á un paisaje verde y pedregoso, más activos y descuidados que á la presente, y con mucho, muchísimo menos luto en el alma...
Adiós, Mariano. Recibe con indulgencia este libro, y recibe también un abrazo fraternal de tu paisano, amigo y compañero de viaje,
Pedro.
Madrid, 18 de Enero de 1883.
Notas
[1] Este viaje se hizo y fué escrito en 1873.—Hoy se va en ferrocarril á Navalmoral de la Mata. (Nota de la presente edición.)
[2] Este trabajo figura en el tomo II de Novelas cortas del autor.
[3] Esta enumeración de los títulos del Emperador es literalmente la misma con que principia su testamento.
[4] En este punto me atengo casi literalmente á la relación del Sr. Montero, más circunstanciada que la misma Crónica de Fr. Luis de Santa María, por apoyarse, no sólo en ésta, sino en otros documentos y tradiciones.
[5] Lafuente.
[6] Y eso que previamente se había trabajado mucho en aquel puerto para hacerlo transitable, por lo cual se le denominó Puerto Nuevo ó del Emperador, cuyo nombre lleva hoy.
[7] El Prior (dice Gaztelu) llamó al Emperador Vuestra Paternidad, de lo cual luego fué advertido por otro fraile que estaba á su lado, y le acudió con Majestad.
[8] Archivo de Simancas, Estado, leg. núm. 128.—Esta cita es del historiador D. Modesto Lafuente.
[9] El P. Sigüenza, Hist. de la Orden de San Jerónimo.
[10] Algún tiempo después de publicada por vez primera esta relación de viaje, un periódico de Salamanca, que días antes había hecho referencia de mis dudas sobre quiénes serían aquel caballero y aquella dama, y copiado galantemente algunos párrafos de este artículo, publicó las siguientes líneas:
«Ya parecieron los muertos.—Descubierto por orden del Ilmo. Cabildo Catedral el basamento del sepulcro de la Beata y del Guerrero, ó sea del matrimonio de la que lleva toca y del que viste loriga y ciñe espada, en la capilla de Anaya de la Catedral Vieja, aparecieron las armas de los Monroyes con los veros y los castillos, y las de los Anayas con las bandas de Borgoña y los armiños.
»En el centro se lee en caracteres góticos la siguiente inscripción: