¿Quién no ha sentido esa coincidencia misteriosa, esa repentina y asombrosa iluminación, ese ocasional flash de percepción extrasensorial que nos deja pasmados? ¿Podemos descartar estos hechos como productos del azar, o tienen un significado más profundo? Relacionando lúcidamente los conceptos del «Tao» oriental y la «sincronicidad» junguiana, la doctora Jean Shinoda Bolen muestra importantes vínculos entre psicología y misticismo, los hemisferios cerebrales derecho e izquierdo, la psiquis del individuo y el mundo exterior. El Tao de la psicología ilumina tanto la investigación psicológica como la parapsicológica, especialmente las áreas de la precognición, la telepatía y la clarividencia. Jean Shinoda Bolen expone estas fascinantes ideas con claridad y poder de convicción, y emplea ejemplos esclarecedores para mostrar cómo opera la sincronicidad en nuestra vida cotidiana.
Jean Shinoda Bolen
El Tao de la psicología
ePub r1.3
marcelo77 19.09.14
Título original: The Tao of Psychology: Synchronicity and the Self
Jean Shinoda Bolen, 2004
Traducción: Antonio Francisco Rodríguez
Diseño de cubierta: marcelo77
Editor digital: marcelo77
Corrección de erratas: marcelo77 (r.1.1), liete (r.1.2), Kars (r.1.3)
ePub base r1.1
JEAN SHINODA BOLEN (n. 1936, Estados Unidos) es doctora en medicina, psiquiatra, analista junguiana, así como escritora y conferenciante internacionalmente conocida. Basa sus lúcidas y profundas reflexiones en la experiencia de la psicología analítica, integrando la espiritualidad, la medicina, la reflexión sobre la mujer y el desarrollo personal. Entre sus obras destacan El Tao de la psicología; El sentido de la enfermedad; Las diosas de cada mujer; y Los dioses de cada hombre.
Notas
[1] Se ha denominado «efecto pigmalión» a un suceso en el que la creencia que una persona tiene sobre sí mismo o sobre otra persona influye en el rendimiento propio o en el de la persona sobre la que se tiene una determinada creencia. En la práctica se puede presentar de tres modos: como un suceso por el que una persona consigue lo que se proponía a causa de la creencia de que puede conseguirlo. O bien, cuando el conjunto de las expectativas y previsiones de los profesores sobre la forma en que de alguna manera se conducirían los alumnos, determina precisamente las conductas que los profesores esperaban. O bien, al modo de una profecía autocumplida, esto es, una expectativa que incita a las personas a actuar en formas que hacen que la expectativa se vuelva cierta. De allí que el conocimiento y estudio del efecto pigmalión sea de importancia para los profesionales del ámbito educativo, laboral, social y familiar. En cuanto a su origen, el «efecto pigmalión» toma su nombre de un mito griego en el que un escultor llamado Pigmalión se enamoró de una de sus creaciones: Galatea. A tal punto llegó su pasión por la escultura que la trataba como si fuera una mujer real, como si estuviera viva. El mito narra que la escultura cobra vida después de un sueño de Pigmalión, por obra de Afrodita, al ver la diosa el amor que éste sentía por la estatua que representaba a la mujer de sus sueños. (N. del E.).
[2] En el original, humming presenta una clara semejanza —por homofonía— con om-ling; esta cercanía se diluye inevitablemente en la traducción. (N. del T.).
«De no ser por el punto, el punto inmóvil,
no habría danza, y sólo hay danza».
T. S. ELIOT
«… música sentida tan profundamente
que no se la siente en absoluto;
pero tú mismo eres la música
mientras esta perdura».
T. S. ELIOT
«Por una vez el color es música. Si tomamos el color de Rothko como una secuencia melódica o un acorde simultáneo, a menudo es rico más allá de toda expectativa y, como la música, casi inexplicable… Aquí, en alguna parte, está la puerta a otro mundo».
ROGER LIPSEY
Introducción a la edición del XXV° aniversario de El Tao de la psicología
AL PRINCIPIO, ESTE PEQUEÑO LIBRO entraba en la vida de personas que no lo conocían a través del curioso fenómeno del libro sincronístico, a que considero de una extraordinaria ayuda: el libro oportuno aparece cuando lo necesito. He escuchado muchas variaciones acerca de cómo El Tao de la psicología parecía desprenderse del estante de una librería cuando alguien pasaba junto a él. Las personas recuerdan cómo un libro ignorado de un autor novel desconocido vino a parar a sus manos cuando la materia del libro es una coincidencia significativa. Otros lectores llegaron a él por el boca a boca, o a partir de la recomendación de un terapeuta, o bien porque estaba en la lista de las lecturas de una clase de psicología; a pesar de todo, aún me llegan historias que vinculan el libro a la sincronicidad. Para muchos lectores intuitivos, El Tao de la psicología constituyó una introducción asequible a Jung, así como un acercamiento al concepto filosófico oriental de una unidad subyacente que es el Tao. Pero de acuerdo con la definición de sincronicidad como «coincidencia significativa», que es subjetiva y no intelectual, lo que resultaba más relevante era personal: recuperar el recuerdo de una experiencia sincronística y el asombro o la sensación de lo sagrado que la acompañaba, y ahora poder nombrarla y tener un marco de referencia para indagar en su posible sentido. Una vez que prestamos atención a la sincronicidad, advertimos cómo nuestras vidas están llenas de acontecimientos que cobran sentido, que de otro modo nos pasarían desapercibidos.
La palabra «sincronicidad» no aparece en el título de El Tao de la psicología porque hace veinticinco años era demasiado esotérica y extraña. Hoy habría titulado este libro La sincronicidad y el Tao. Ahora, la palabra y el concepto son prácticamente de uso común. La sincronicidad se encuentra en el vocabulario cotidiano de aquellos sobre los que ha influido el pensamiento espiritual y psicológico New Age, y se trae a colación cuando se emplean el I Ching, las runas, el tarot u otras cartas adivinatorias. El álbum de Swing, Synchronicity, no sólo fue disco de platino sino que contribuyó a dar a conocer la palabra a una generación que de otro modo jamás la habría oído ni habría sido consciente de su significado.
De un modo apropiado, las sincronicidades condujeron a la redacción de este libro. Yo no abrigaba el propósito de convertirme en ensayista, pero llegué a serlo a través de una serie de coincidencias. A principios de la década de 1970, impartí una conferencia acerca de la sincronicidad como parte de un seminario auspiciado por el Instituto Carl G. Jung de San Francisco. Marie Cantlon, directora adjunta de Harper & Row, ascendida hacía poco, estaba entre el público. Mientras escuchaba, se le ocurrió que con ese tema podría fraguarse un libro interesante. Al día siguiente Marie tenía un almuerzo de trabajo con James Bolen. Hasta que ella no mencionó que había asistido a la conferencia, no supo cuál era mi relación con James. Tras descubrir que estábamos casados, sugirió: «Me pregunto si Jean estaría interesada en escribir un libro». Me sentí halagada, pero no seguí adelante con la invitación. Muchos años después pensé en ponerme en contacto con ella. La escritura sería un modo de hacer ejercicio de introspección en la vorágine de relaciones en que estaba implicada, con una consulta psiquiátrica, un marido, dos hijos pequeños y un perro. Me preguntaba incluso si Marie se acordaría de mí y pensé en llamarla. Mientras reflexionaba sobre ello y dudaba entre si debía telefonearla a Harper & Row o no, de pronto recibí un aviso para llamar a una expaciente que se había marchado de Estados Unidos con la intención de establecerse definitivamente en otro lugar. Llamé al número y oí la voz de la operadora decir: «Aquí Harper & Row, ¿en qué puedo ayudarle?».