Crónica de un intruso en la ENADE
A propósito de la exposición de Alberto Mayol
MATÍAS MARAMBIO H.
La escena no dejaba de ser irónica. La imagen de Karl Marx brillaba en las retinas de los empresarios más poderosos de Chile. En pleno Encuentro Anual de Empresarios (ENADE) —el más importante de su tipo organizado por ICARE—, por algunos segundos el rostro del padre del marxismo y del comunismo moderno llenó el salón principal de Casa Piedra, en el mismo lugar en que durante esa jornada (y como siempre) desfilaron altos ejecutivos de importantes empresas, sesudos analistas, ministros de Estado y el mismísimo Presidente de la República, Sebastián Piñera.
Pero había más. No conforme con someter a esa «tortura visual» a los asistentes, la presentación incluso deslizaba la posibilidad de que los empresarios chilenos fueran seguidores del pensamiento del filósofo alemán.
Si creen que sus intereses son contradictorios con los del resto de la sociedad, entonces preocúpense porque estarían de acuerdo con Marx, quien creía que las distintas clases estaban en permanente conflicto de interés y que no había forma de convivir saludablemente dentro del régimen capitalista.
Esas fueron las palabras que retumbaron en los tímpanos de los presentes.
Detrás de esa provocación a domicilio estaba una figura atípica para este tipo de eventos. Mientras en los pasillos de los congresos de ICARE imperan las tonalidades oscuras y a lo más —entre los osados— una corbata chillona, el sociólogo de la Universidad de Chile Alberto Mayol se paseaba ataviado de pantalón y polera negra, chaqueta lila, zapatillas blancas y pelo largo. Un completo desconocido entre la multitud, que incluso era detenido permanentemente en los accesos al negarse a portar credencial.
Pero la figura de Mayol ya era un referente en otros círculos y su presencia ese día distaba de ser gratuita. Durante 2011 su nombre cobró relevancia como «asesor» de la CONFECH en el movimiento estudiantil, y sus columnas y entrevistas —en las que ataca el modelo económico y a la presidencia de Piñera— ya habían hecho eco en diversos sectores.
La invitación
Un año atípico necesitaba una figura atípica. Bajo esa premisa el director ejecutivo de ICARE, Manuel Vargas —cerebro y alma de la institución—, contactó a Mayol por primera vez en mayo de 2011. Se comenta que su idea original era invitar a Camila Vallejo para que expusiera, pero no fue bien recibida dentro del directorio. Fue así como surgió el nombre del sociólogo como alternativa para que se sumara a la sesión «Una nueva mirada», orientada a entender los problemas sociales que están aportando las generaciones más jóvenes, y presidida por Bernardo Larraín Matte, actualmente presidente del directorio de Colbún y vicepresidente de ICARE.
Vargas —cuya voz es altamente valorada dentro del mundo empresarial— había estado muy atento a los movimientos sociales de 2011 y consideraba que la ENADE de ese año debía girar en torno al tema. Para el título estaba entre dos posibilidades: Diffidentia y Vox Populi, Vox Dei?, optando por la última.
En las primeras reuniones de coordinación con los otros dos exponentes, Tomás Recart, director ejecutivo de la Fundación Enseña Chile, y Kenneth Gent, gerente general de Momento Cero, quedó claro que Mayol era el «patito feo» del curso. Una excepción. Por lo mismo Mayol lo vio cómo una oportunidad para que su mensaje generara un efecto a mediano y largo plazo. Se propuso que el efecto del golpe fuera prolongado, para lo cual su discurso debía estar bien articulado. Si quería lograr que tuviera un efecto expansivo, tenía que entrar en territorio enemigo cual caballo de Troya. Debía hablar en un lenguaje que fuera conocido para los empresarios, usar reiteradamente palabras como eficiencia y demostrarles por qué el modelo que tanto defendían no lo era. Debía apelar a sus miedos, meterse en su cocina; reforzar cada argumento con datos duros, como si fuera una presentación en algunos de los directorios en los que se sienten a sus anchas.
Durante su exposición, Mayol fue entregando cifras con suavidad primero, para luego entrar en campo minado. «El modelo fracasó». «La crisis del gobierno actual es una crisis también del empresariado». «Chile ha estado preocupado de construir una economía, no de construir una sociedad». Poco a poco el tono de su presentación se fue endureciendo, mientras el ambiente se iba enrareciendo. No pocos se pararon y salieron de la sala, pero parecía que todo era parte de un plan: parado en medio del escenario y no en el estrado como el resto de los expositores —muy al estilo de las presentaciones de las empresas de tecnologías—, Mayol intercalaba diapositivas con datos duros, imágenes y, cuando el ambiente lo requería, como en el capítulo de Piñera y los empresarios, algo de humor. Todo con una estrategia como norte. Una presentación estándar en la ENADE debe durar alrededor de 20 minutos. La del sociólogo duraba 35. Al usar todo el escenario y no el estrado Mayol ganaba tiempo, ya que no veía el semáforo que le indicaba los minutos que le quedaban o podía desentenderse de las señales de luces que se estilan para avisar que el tiempo ha concluido. Su meta era clara: poder entregar su visión lo más ampliamente posible.
¿Y la ambivalencia?
El día de la ENADE, Manfredo Mayol no asistió, a pesar de que su hijo lo había invitado. Quizás presentía lo que podía ocurrir, aunque no había visto la presentación de Alberto. Pasadas las 13 horas le llegó un mensaje de texto a su celular. «Bomba nuclear en la ENADE... tu hijo», decía.
Efectivamente, la presentación del sociólogo fue un bombazo. Al día siguiente los medios hablaban de él como la «revelación de la ENADE» o «el sociólogo que les habló de frente a los empresarios». Pero nadie podía decir que sus dichos fuesen una sorpresa. El día antes en una entrevista en Radio Cooperativa adelantó parte de lo que sería su exposición, y en la noche difundió en su sitio web un video con toda la presentación, la que se viralizó rápidamente en las redes sociales. Incluso el mismo Bernardo Larraín la vio esa noche. Por eso, minutos antes de que comenzara su sesión, se le acercó y le dijo «está fuerte tu presentación». «Depende, todo tiene sus ambivalencias», le respondió Mayol. 140 diapositivas y 30 minutos más tarde, Larraín se le acercó nuevamente. «¿Y dónde está la ambivalencia?», le dijo. El mensaje había pegado.
Pero no todo fue planeado ese día en la ENADE y otros factores ayudaron a que el impacto mediático fuera mayor al esperado. Inicialmente la sesión «Una nueva mirada» estaba programada para la tarde, pero Bernardo Larraín se la jugó para que la cambiaran al bloque de antes de almuerzo, uno de los más concurridos. Para el hombre de Colbún era importante que su mesa tuviera éxito, ya que estaba comenzando a tener un rol más activo en ICARE y quería dejar una buena impresión. Y así fue. La sesión que estuvo bajo su cargo fue la más comentada por los medios, por lo que al día siguiente envió un mail a todos los expositores felicitándolos por su trabajo. Hoy Larraín Matte preside el recién estrenado círculo de Empresas y Sociedad de ICARE.
Los coletazos
Los días siguientes a la presentación en la ENADE estuvieron marcados por una fuerte presencia mediática en distintas plataformas. Los dos diarios más influyentes del país también se sumaron, aunque cada uno en su propia forma. El Mercurio —que es socio colaborador de ICARE— dedicó un amplio espacio a la presentación de Mayol, aunque evitó referirse a los puntos más polémicos. También en su portada del cuerpo de Economía y Negocios puso a los actores que habían planteado los principales temas de la jornada. Estaban el presidente Piñera, el ministro de Hacienda Felipe Larraín, Roberto Méndez, Juan Andrés Fontaine, Alberto Mayol y Vittorio Corbo. Lo extraño es que este último no estuvo en la ENADE como expositor, sino que fue entrevistado de manera independiente por el diario. La Tercera, en cambio, prefirió desmarcarse de lo hecho por los otros medios y no destacó la presentación de Mayol en la pauta de ese día.