A Maite.
Por ser. Por estar. Por creer.
«Me gustaría decir algo. Sé que es difícil salir a tocar esta noche, cuando hemos perdido tanto. El primer disco que me aprendí fue un LP llamado Twist and Shout, y si no fuera por John Lennon todos estaríamos en un lugar muy distinto esta noche. Este es un mundo ilógico, donde hay que vivir con un montón de cosas que son sencillamente invivibles, y es difícil salir a tocar, pero no podemos hacer otra cosa».
Bruce Springsteen, 9 de diciembre de 1980. Spectrum de Philadelphia, minutos antes de comenzar el concierto.
Madrid, en una calurosa tarde primaveral de 2015…
Me encuentro repasando los últimos detalles sobre la puesta en escena del libro que en este preciso momento está usted leyendo. Observo que el crowdfunding va cada vez a más y que apenas restan unos pocos apoyos para lograr el objetivo de los ciento cincuenta mecenas. Mi mirada se desvía por completo cuando, de pronto, llega un correo electrónico a mi bandeja de entrada y, ante la primera lectura a botepronto, pego un brinco sobre la silla. Froto mis ojos ante la inmediata incredulidad. En apenas unos segundos, un sudor frío y húmedo empapa y recorre toda mi columna vertebral. Es pura adrenalina. Mi corazón se dispara y late a mil por hora. Mis ojos ni procesan y ni dan crédito a las escuetas líneas de la misiva que acabo de recibir y que tengo en pantalla. El pulso me va a más, es casi audible entre el barullo y el griterío que se cuela a través del ventanal abierto de par en par desde las calles de la capital de España, en una tarde con cielo encapotado que roza los treinta grados de temperatura. Llueve fuego, pero yo me encuentro congelado frente a la luz que desprende el pequeño monitor. Se trata de Robert Rosen. Acaba de leer una entrevista en la que menciono su libro Nowhere Man: los últimos días de John Lennon, y, sin más dilación, decide ponerse en contacto conmigo. Desconozco cómo lo ha conseguido, pero sus primeras palabras en un español bastante decente despejan todas mis dudas y logran traer cierta calma:
De: Robert Rosen
Fecha: 11 de mayo de 2015
Para: Amaiur Elizari
Asunto: Hola
Hola Amajur,
Soy Robert Rosen, autor de Nowhere Man. Leí el artículo sobre su libro en El Diario. Dime si puedo hacer algo para ayudar.
Habla Inglés?
Saludos,
Robert
Dada mi naturaleza cerrada y norteña, mi primera reacción es la de desconfiar. ¿Cómo demonios el gran Robert Rosen se va a poner en contacto conmigo? ¿Acaso se trata de un fake? ¿Para qué me envía un e-mail? ¿Quién le ha dado mi dirección? Llega otro aviso a mi ordenador portátil. Ahora se enciende el chivato del MacBook Pro alertándome de un mensaje en Twitter. Es Rosen de nuevo y se acaba de convertir en mi seguidor 1044. Sin tiempo para reaccionar, suena otra alerta y me envía otro mensaje.
From: @rosen2727 To: @amaiurelizari Hola desde NYC, Dime si te puedo ayudar con su libro.
Esto va en serio. No hay truco ni cartón. Le contesto jadeando en un inglés de academia y espero impaciente otra respuesta. Inmediatamente la hay. El hombre que, durante medio año, tuvo en su poder lo más sagrado y profundo del alma de John Lennon en negro sobre blanco vuelve a la carga. En esta ocasión me adjunta recortes antiguos y varios documentos y notas personales que me hacen estar aún más alerta. En ellos narra su experiencia personal con Yoko Ono o Fred Seaman, entre otros personajes del círculo íntimo de John Lennon. Leo detenidamente y con minuciosidad cada uno de los textos de las revistas escaneadas que contienen una información que se convertirá en vital para la edición de Los 9 de John Lennon. Datos, fechas, fotografías inéditas…, un catálogo imperdible de materia prima.
Emocionado y excitado, doy otro respingo y me incorporo hacia la pequeña estantería en busca de su libro. En un parpadeo, decenas de recuerdos invaden mi cabeza mientras ojeo rápidamente el manoseado ejemplar. El brillo propio de la humedad que desprenden mis inquietos ojos refleja anotaciones, dibujos, tachones y un sinfín de palabras subrayadas que me trasladan a abril de 2008, fecha en la que adquirí esta preciada joya que abrió la lata de Los 9 de John Lennon. Acto seguido, vuelvo a viajar en el tiempo y reproduzco la Semana Santa de 2008 para rememorar la primera charla que mantuve con el investigador Santiago Camacho en la redacción del programa Milenio3, en la Cadena SER, semanas antes de leer el libro de Rosen. Él fue quien me contó que había escrito unos años atrás un libro (20 Grandes Conspiraciones de la Historia) en el que profundizaba sobre «la otra versión» del asesinato de John Lennon. En menos de veinticuatro horas ya había devorado todas las páginas del ejemplar. Otra señal.
En 2005, Robert Rosen sacó al mercado, no sin antes sufrir decenas de zancadillas para ello, el libro Nowhere Man: los últimos días de John Lennon, donde el escritor relataba, con todo lujo de detalles, los pensamientos, sueños, experiencias y hechos del Beatle. Y es que a los pocos meses del asesinato de Lennon, Rosen se hizo con los diarios privados del músico y se zambulló obsesivamente durante varios meses en la ardua tarea de desencriptar toda la maraña recibida en montones de cajas. Según me explicaba Rosen por correspondencia, «Lennon lo anotaba todo». En uno de nuestros múltiples intercambios epistolares, Rosen me reconoció que, efectivamente, tal como lo cuenta en el inicio de su libro, fue el propio Fred Seaman, el asesor personal del matrimonio Lennon, quien le entregó en mano los manuscritos sagrados de John Lennon, amén de decenas de grabaciones caseras, fotografías o garabatos realizados desde el puño y letra del músico.
Al cabo de unos meses, Rosen sufrió un robo en su pequeño apartamento neoyorquino. Desvalijaron todas las estancias para terminar por llevarse los diarios de Lennon y todo el trabajo de los últimos meses. Robert Rosen entró en shock y tardó en recuperarse. Una vez recobrado el control, no tuvo duda de quién había saqueado su domicilio: había sido Seaman en su afán por ser la primera persona en dar a conocer el mundo interior del músico. Robert supo de inmediato que nunca más volvería a tener en sus manos unos documentos que incluso llegaron a decorar las paredes de su casa. Habló con la policía, con detectives privados e incluso con Yoko Ono, con quien mantuvo una reunión en el Dakota para explicarle lo sucedido. Como consecuencia, Ono hizo que arrestasen a Seaman y este fue fulminantemente despedido.
En una de mis últimas conversaciones vía e-mail con Robert, me confiesa algo que vuelve a dejarme boquiabierto: Rosen jamás usó los diarios de Lennon para elaborar su obra Nowhere Man: los últimos días de John Lennon, sino que hizo el esfuerzo de tirar de los recuerdos de sus días de transcripción y apuntes, además de sus notas personales para concluir el libro. Robert Rosen lo reforzó con varias charlas con el círculo íntimo de los Lennon. En todas las entrevistas que Robert ha concedido a los distintos medios de comunicación interesados en su trabajo, siempre ha reconocido que el libro fue un batiburrillo de «información, imaginación e intuición». Y yo le creo.