Heredera de mil años de inmigración, conquista e invasión, resultado de la fusión de pueblos, culturas y religiones, España ha tenido que buscar su propia identidad a lo largo de los siglos.
«La invención de España» es una aproximación a algunas de las imágenes que con el tiempo han ayudado a formar nuestra percepción de ella; los contextos en los que mitos, leyendas e ilusiones han contribuido a inventar una realidad a partir de elementos que, inspirados en las ideologías y en las distorsiones que puedan acompañarlas, tenían como fin dar forma a un anhelo: conseguir la unidad de la nación.
Las historias de Numancia, de Santiago, de Covadonga, de la aventura del Nuevo Mundo, de las tragedias de guerras y de expulsiones, de las leyendas negras y de otro tipo hallan su lugar en estas páginas. También tienen su reconocimiento los héroes, desde Viriato hasta Agustina de Aragón. Una multitud de ilusiones, conflictos y tensiones que forman, todos ellos, una presentación apasionante de la experiencia común de la familia hispánica.
El prestigioso hispanista Henry Kamen invita al lector a explorar los caminos fundamentales que durante siglos han marcado la invención de España.
Henry Kamen
La invención de España
Leyendas e ilusiones que han construido la realidad española
ePub r1.0
Titivillus 31.08.2020
Título original: La invención de España
Henry Kamen, 2020
Traducción: Alejandra Devoto
Editor digital: Titivillus
ePub base r2.1
P REFACIO
Cuando haya argumentos eficaces contra las opiniones recibidas, considero indispensablemente obligados los Escritores a batallar por la verdad. […] ¿Para qué se escribe la Historia, o cómo se puede escribir bien, sin apartar las fábulas de las realidades?
BENITO JERÓNIMO FEIJOO, Teatro crítico universal,
discurso 13, 1.ª parte, XX
Quienes no estén dispuestos a enfrentar el pasado no podrán entender el presente y no serán capaces de encarar el futuro.
BERNARD LEWIS, Notes on a Century
E n cada siglo hubo nuevas llegadas, nuevas invasiones, nuevas formas de creencia y de práctica. Las regiones cambiaron de carácter y también lo hicieron las personas al mando. Los nativos de la Península —los griegos la llamaron «Iberia»— se adaptaron a la intrusión de los cartagineses, los romanos, los vándalos, los suevos, los godos, los bereberes, los árabes y todos los demás que vinieron a explorar y a establecerse. Con el tiempo, todos tuvieron que compartir el territorio y trabajar con un propósito común. Fue necesario moldear identidades, esperanzas y aspiraciones para llegar a la posibilidad de la convivencia.
Los múltiples orígenes de los pueblos dieron lugar, inevitablemente, a numerosas y diferentes explicaciones del papel que habían desempeñado. Las formas en que veían el pasado no siempre coincidían. ¿Se podía confiar en las diferentes narrativas? «La historia —explicó Tolstói una vez a un amigo— sería algo excelente si solo fuera cierta». En Guerra y paz presentó el fascinante proceso mediante el cual la realidad y el mito se entrelazan en la experiencia de los pueblos. La realidad es lo que aparentemente sucedió, mientras que el mito es lo que debería haber sucedido (el pasado) o lo que esperamos que suceda (el futuro). Ambos mantienen un vínculo inextricable y se modifican mutuamente en el tiempo y en el espacio, pero las diferentes visiones del pasado pueden dificultar la llegada a una perspectiva acordada, un problema que ha afectado a la forma en la que vemos la experiencia histórica de España. Explicar el pasado de España con frecuencia termina en una serie de escaramuzas entre puntos de vista conflictivos.
La narración actual prefiere evitar las escaramuzas. Parte de la premisa de que el mito y la realidad son aceptables por igual, porque cada uno tiene un papel reconocible en la forma en la que elegimos construir, es decir, inventar, el pasado. Abarca un período que llega hasta el siglo XIX . Comenzando con el simbolismo del asedio de Numancia, prestamos atención a una gama de contextos en los que leyendas y esperanzas han ayudado a constituir puntos de vista de la nación histórica. Las leyendas incluyen no solo narraciones clásicas, como la de Pelayo, la de Santiago y la del Cid, sino también desafíos complejos, como la unificación de España, el sueño de un paraíso islámico, el reto del Nuevo Mundo, el dominio del poder militar hispánico y las narrativas de la leyenda negra. ¿Hasta qué punto podemos aceptar las variadas interpretaciones de estos temas? Se supone que las leyendas, los objetos, las reliquias y el arte han hecho una contribución importante y relevante a nuestra forma de ver el pasado.
Este no es un estudio sobre la idea de España, un tema al que muchos han prestado atención. En parte, esto se debe a que ha habido divisiones entre los españoles sobre su manera de concebir su nación. Algunos tienen una visión primordial de su pasado y piensan en la nación como si fuera una entidad atemporal; otros son modernistas y la consideran fruto de factores políticos y étnicos, en cierta medida inventados. En la práctica, nuestra forma de concebir una nación puede ser de lo más compleja.
A esto se debe el título de este libro. La invención de una nación no implica falsedad ni imaginación, sino, simplemente, que la nación se hace realidad a través de una serie de factores que evolucionan con el tiempo. La mayoría de esos factores dependen de nuestra lectura del pasado histórico. La idea de la invención en su contexto hispánico apareció primero en el título de un libro de Hernán Pérez de Oliva, Historia de la invención de las Yndias (1528), en el que el término «invención» refleja el inuenire latino: «descubrir». En nuestros tiempos, el historiador mexicano Edmundo O’Gorman publicó un libro que lleva, precisamente, ese título, La invención de América (1958, 1977), en el que argumenta que América no fue descubierta, sino inventada. Para O’Gorman, la idea de un descubrimiento de América es en sí misma parte del proceso de invención. Siguiendo una línea de pensamiento similar, en 1997 el filólogo Edward Inman Fox publicó un pequeño libro titulado La invención de España, en el que se discutían los orígenes del nacionalismo liberal.
Como la realidad política no siempre ofrece pistas sobre la identidad, también ha habido intentos de definir las características de una nación a través de la ficción literaria. En España, el género de la ficción histórica despegó durante el siglo XIX , cuando las obras de sir Walter Scott sirvieron de inspiración para los escritores y alcanzaron su apogeo con Pérez Galdos. Desde entonces, el público español ha tendido a preferir la imagen del pasado del país a través de las novelas. La ficción es bastante más emocionante que el hecho documentado, e incluso se puede decir que ha desempeñado un papel a la hora de inventar la realidad del pasado de España.
Sin embargo, las novelas de ficción —en Inglaterra hay muchos ejemplos de la época del Imperio británico— no solo pueden distorsionar, sino incluso falsificar intencionalmente el pasado. Esto es lo que ha sucedido, en el caso de España, con las narraciones populares sobre el papel del Imperio español, las actividades de la Inquisición, las guerras en Flandes y los acontecimientos de la Guerra de la Independencia. Además, en España ha habido una tendencia a promover una actitud en la que la ficción histórica se considera superior a la historia investigada. En agosto del 2018, la Universidad Menéndez Pelayo de Santander acogió un congreso con el título «La novela al rescate de la historia», cuyo hilo conductor fue la defensa del papel de la novela histórica como remedio contra la leyenda negra española. «Todos los participantes —informaba un periódico— tuvieron una tesis unívoca: reivindicar la novela histórica como la mejor vía para despertar interés por los grandes hechos del pasado».
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