Francisco Rodríguez Adrados - Nueva historia de la democracia

Quizá no sería necesaria una justificación de esta Nueva historia de la democracia en relación con la anterior Historia de la democracia: el mundo cambia muy rápido; hay, como se sabe, una aceleración de la historia, de las modas culturales y de los cambios políticos en todo el mundo. Y la bibliografía aumenta exponencialmente y nosotros mismos cambiamos. Y la democracia siempre fue y es problemática; es un compromiso siempre en crisis, fruto de un acuerdo delicado, siempre amenazado por desviaciones. Y se ha extendido a todo el mundo, pero muchas veces lo es sólo de nombre; está expuesta a cambios y riesgos mil.

En todo caso, hoy día, salvo en contadas excepciones residuales, la democracia es el régimen por todos aceptado, aunque con variantes de fondo muy grandes y con riesgos múltiples. Y es cambiante su relación con varios fenómenos políticos dentro de un mundo globalizado, pero diverso y contradictorio: fenómenos de unificación más o menos avanzados (como el de la Unión Europea) o de desintegración más o menos avanzada también, como los fenómenos autonomistas y separatistas. Y con variantes populistas, y con difíciles relaciones con el islamismo y con países comunistas.

En definitiva, tras la caída del Telón de Acero en 1989 parecía que había quedado el campo libre para la democracia. Pero ésta se conjuga con circunstancias históricas y culturales varias, según los diferentes países, y bulle de problemas y tendencias internas. La democracia evoluciona muy variamente y encierra variantes muy pugnaces, con riesgos con frecuencia graves. No ha habido un final de la historia; la historia se crea y recrea siempre, frente a los fenómenos unitarios y globales o con tendencia global, en medio de luchas de hombres, doctrinas y posibilidades. La guerra, que en griego era un masculino, sigue siendo el padre de todo, como decía Heráclito.

Aun pretendiendo no más que dar un cuadro general, el historiador ha de sumergirse en la búsqueda de una amplia bibliografía. Y, personalmente, tiene que recoger y repensar la propia bibliografía: volver a estudiar, desde luego, sus anteriores publicaciones, y añadir las nuevas. En mi caso, éstas son fundamentalmente de dos tipos. De un lado está un libro general, El reloj de la Historia. Homo sapiens, Grecia antigua y Mundo moderno, que quiere ser una amplia visión teórica de la historia del mundo, sobre todo de los sectores a que el título se refiere: fue publicado en 2006 y en versión revisada en una nueva edición de 2010.

Hay, primero, varias publicaciones mías, sobre todo sobre la antigua democracia griega; y numerosos artículos de periódico, aparecidos sobre todo en ABC, también en El País y La Razón. Pueden verse en la bibliografía final. Sobre la democracia griega y sobre sus concordancias y diferencias con la moderna, así como sobre las variantes dentro de ésta, hay también publicaciones mías diversas, a veces en libros individuales (sobre todo Democracia y Literatura en la Atenas Clásica, Madrid, Alianza, 1997), a veces en libros colectivos como La democracia ayer y hoy (Tortella y García Moreno eds., 2008), a veces recogiendo conferencias; aunque muchas de las mías están inéditas, las utilizo ahora.

Mi El reloj de la Historia citado es un intento de crear una nueva filosofía o visión de la historia, al menos a partir del Homo sapiens: una visión que procede, de un lado, de la unidad de lo humano; de otro, de la continuidad desde el Homo sapiens al actual hombre occidental, a través de un gozne decisivo, el del «salto» o «despegue» griego, continuado y llevado más lejos luego, tras varios eclipses, en nuestras sociedades, y en realidad en el mundo todo en la era del globalismo. Dentro de ese salto y de los mundos de él nacidos, es capital el tema del individualismo, el igualitarismo y la exploración profunda de lo humano. Y también el estudio de los orígenes y sucesivas maduraciones de los avances humanos: entre ellos, el del origen y desarrollo de la democracia, al lado de fenómenos como la creatividad en Ciencia, Literatura, etc. La historia en general y la democracia en particular están tratadas en ese libro, en la línea de mis publicaciones anteriores y enriquecidas por el estudio de varia bibliografía.

Es, en cierto modo, un precedente de este libro en su estado actual, que añade al anterior los nuevos hechos y datos y mis nuevas reflexiones sobre ellos, a lo que he aludido ya.

Y no sólo he atendido a la bibliografía posterior a mi Historia de la democracia de 1997 en cuanto se refiere al nuevo panorama histórico. He buscado en la bibliografía nueva y antigua nuevas ideas y conclusiones que pueden ser útiles para el tema total de la democracia, en diálogo a veces con mis propias publicaciones. Aunque, por supuesto, este libro ha de tener sus límites, no aspira a contarlo todo, sino los hechos más significativos o mejor conocidos, en mi opinión. Aun así, creo que representa mi pensamiento actual sobre el tema, que me atrajo por primera vez cuando en 1966 publiqué mi Ilustración y Política en la Grecia Clásica, movido tanto por mis estudios sobre los antiguos griegos como por el nuevo panorama histórico y político que se desplegaba ante mis ojos.

En cuanto a mis artículos de periódico a que he aludido, algunos se refieren a la democracia en general, muchos a la española, pero también éstos están escritos dentro de la consideración de los problemas generales de la democracia. Tomo de ellos ideas para este prólogo, para el capítulo relativo a la democracia griega, para el que dedico a la democracia española y para uno final que ofrece consideraciones generales sobre la democracia y comparación entre la democracia griega y la moderna.

He ampliado también mucho los estudios monográficos que constituyen ahora una parte III del libro («La democracia, hoy»). Algunos son míos procedentes de publicaciones dispersas, otros originales de ahora. Y destaco el último, titulado «El autor de este libro se presenta como testigo»: contiene mis experiencias personales en momentos históricos que he vivido. Y que hacen que me desazonen tantos relatos y películas de autores jóvenes que no conocen el pasado más que por relatos tópicos muchas veces distantes de los hechos.

Creo que, con todo esto, a las ganancias que haya reflejado el antiguo libro, se añaden otras, productos del estudio de fuentes ajenas, relativas a sucesos antiguos o recientes, o de reflexiones propias. La historia, la erudición y la reflexión nos hacen, pienso, avanzar, ampliar nuestras vistas.

Querría insistir en este tema antes de entrar de nuevo en el tema de la historia de la democracia. Ideas que vienen de antes, a veces en definitiva de los mismos orígenes de la cultura europea, se unen a otras de origen más reciente, pero que cobran cada día ímpetu y difusión. Los caminos por los que llevan o intentan llevar a nuestras democracias y a nuestra vida y horizonte cultural en definitiva, debemos estudiarlos, pues son importantes para el estudio de nuestra vida, nuestra cultura y nuestra política presente y, quizás, futura. Y también habremos de estudiar los cambios de hecho sucedidos en los últimos años y que nos dan el último panorama de la democracia.

Pero no estará de más, pienso, que insertemos el tema de la democracia dentro del más amplio de los sistemas políticos que el hombre ha venido creando desde sus mismos orígenes históricos en el mundo de lo prehumano y animal. Para no entrar en él, hay que decir que la democracia, una y cambiante según los tiempos, es una de las soluciones tentativas del problema del poder y, concretamente, del problema del poder dentro de las sociedades humanas. O, si se quiere, del problema de la organización de esas sociedades.