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Liliana Franco - Los secretos de los ministros de Economía

Aquí puedes leer online Liliana Franco - Los secretos de los ministros de Economía texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 2019, Editor: Penguin Random House Grupo Editorial Argentina, Género: Historia. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

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    Los secretos de los ministros de Economía
  • Autor:
  • Editor:
    Penguin Random House Grupo Editorial Argentina
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    2019
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Los secretos de los ministros de Economía: resumen, descripción y anotación

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Las mejores anécdotas que desde el regreso de la democracia esconden las paredes y pasillos del Palacio de Hacienda. ¿Cómo se gestó la salida de Luis Caputo del Banco Central? ¿A qué ministro apodan Chocoarroz? ¿Qué hizo Amado Boudou con su despacho? ¿Cómo recuerdan en el Ministerio a Roberto Lavagna, Alfonso Prat-Gay, Axel Kicillof y Guillermo Nielsen? ¿Cómo fueron las eternas peleas con el Fondo Monetario Internacional? ¿Quién fue el mejor jefe? ¿Y el peor? La preocupació por la economía ocupa los primeros puestos de las encuestas porque -para bien o para mal- afecta la vida cotidiana y determina nuestro futuro. Pensamos que, antes de ser tomadas, las medidas son analizadas, sopesadas y debatidas por expertos. Si la realidad a veces nos hace dudar de ello, Los secretos de los ministros de Economía revela que ese recelo puede ser acertado. Como hizo en Los secretos de la Casa Rosada, Liliana Franco nos guía esta vez por las oficinas, las salas y los pasillos del Palacio de Hacienda. Tras años de trabajo en ese ámbito, ella como pocos conoce el detrás de escena de muchas decisiones controversiales y los aspectos ocultos del ascenso o la caída de personajes clave. A su manera, las historias de este libro muestran un costado desconocido de las formas en que los gobernantes y sus funcionarios más cercanos ejercen el poder; y pueden explicar cómo nos va...

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Liliana Franco

Los secretos de los ministros de Economía

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A Martín mi compañero de vida con quien además disfrutamos la pasión por la - photo 6

A Martín, mi compañero de vida, con quien además disfrutamos la pasión por la economía.

A mi pequeña y querida familia.

PALABRAS PRELIMINARES

A menudo, la explicación más sencilla es la correcta.

Lejos de las teorías conspirativas, de las jugadas magistrales, de las decisiones meditadas o de los cálculos maquiavélicos, mucho del derrotero argentino se debe a razones simples que orillan lo patético.

El “caso Antonini” solo fue posible porque la comitiva llegó tarde a Buenos Aires… demorados en un VIP del aeropuerto de Caracas, Venezuela, mientras bebían y flirteaban entre ellos.

El “caso Ciccone” comenzó con una pelea marital.

Y el “Lava Jato” brasileño devenido terremoto hemisférico comenzó en 2014, allá en Curitiba, cuando un veterano policía reconoció la voz de un viejo pirata financiero, hasta entonces ignoto para sus colegas más jóvenes, en una conversación telefónica interceptada por orden judicial.

Tan simple y a la vez tan gravitante, en ocasiones, como eso. Y Liliana Franco se encarga de exponer esa paradoja. Ya expuso los secretos de la Casa Rosada, cómo se mueven, trabajan y piensan quienes ocupan el palacio presidencial, lejos de la pomposidad protocolar y la pátina mística que algunos pretenden arrogarse. Y ahora es el turno del Palacio de Hacienda.

Porque pensamos que las grandes decisiones que definieron la historia económica de nuestro país se adoptaron tras arduos debates protagonizados por algunas de las mentes más brillantes de la Argentina.

O podemos comprender que en ocasiones todo se debió a un rapto de lucidez.

O a un golpe de suerte.

O a peleas intestinas por poder.

O a un error.

O a la personalidad —más sosegada o más sanguínea— de un funcionario.

Absorber esta dimensión hasta irónica de nuestro destino nos permitirá, acaso, entender un poco más y mejor por qué en ocasiones nos ha ido como nos va.

¿O acaso usted jamás se preguntó cómo pudieron tomar tal o cual decisión?

Acaso incluso se haya preguntado: “¿Pero no pensaron en los efectos derivados de tomar esa decisión?”. Y la respuesta corta y brutal es, a veces, no.

Por supuesto, bien vale aclarar que muchísimos funcionarios de valía pasaron por el Ministerio de Economía. Honestos, probos, magnánimos, trabajadores, compenetrados con su tarea y, lo afirmo, patriotas.

He conocido y conozco a muchos de ellos a lo largo de todos estos años de trabajo, y Liliana Franco los conoce más y mejor que, quizá, cualquier otro periodista contemporáneo.

Acreditada en la Casa Rosada y el Palacio de Hacienda desde los años ochenta, ella sabe de qué habla cuando habla. Estudió Periodismo y Economía en la Argentina y Alemania, donde también impartió clases. Trabajó en el diario Clarín y en Radio Rivadavia, y ahora informa desde Ámbito Financiero, y su rostro se reconoce en “Intratables”, el programa de América TV.

Por eso, porque profesionales de valía como Liliana Franco honran su trabajo cada día desde hace décadas, el problema lo afrontan aquellos funcionarios que deberían estar en la cárcel. O, como mínimo, inhabilitados para ocupar nuevos cargos públicos a perpetuidad.

Porque los hubo corruptos, temerarios, timoratos, cómplices, cobardes, mezquinos, y también negligentes, imperitos, imprudentes y, demasiadas veces, incompetentes. O mentirosos y, como mínimo, manipuladores.

¿Imagina usted cuántas veces un ministro de Economía anunció un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, por ejemplo, sin mediar siquiera un llamado telefónico con las autoridades del organismo en Washington?

¿Qué diría usted si supiera las veces que un secretario de Estado anunció un aumento de tarifas de los servicios públicos —u otra medida atinente a su área— sin que lo supiera su jefe inmediato, el ministro, o el presidente de la Nación?

¿Y si además alguien le contara cómo esos mismos funcionarios, en ocasiones tan simpáticos y carismáticos ante las cámaras de televisión y los reporteros gráficos, destrataron a sus colaboradores y acosaron a sus subalternos?

Célebre es, por ejemplo, la anécdota de un ministro de Economía reciente que en plena asamblea anual del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial en Washington orinó dentro de una botella de plástico, delante de su equipo, en una pequeña oficina y tras pedirle a una colaboradora que se diera vuelta. Y célebre es, también, otro ministro acosado por los ataques de pánico.

Por supuesto, ocupar la cúspide del Palacio de Hacienda es, en la Argentina, casi un sinónimo de sentencia de muerte reputacional y civil. Eso explica, por ejemplo, que Roque Fernández le haya dejado un casco de combate y una tarjeta personal deseándole mucha suerte a su sucesor, José Luis Machinea, en 1999. O que Hernán Lorenzino pasara a la historia con su “me quiero ir”, acorralado entre lo que sabía que debía decir para salvar su dignidad y lo que sabía que no podía decir por presión de la Casa Rosada.

Pero no olvidemos, claro, a tantos otros habitués del Palacio. Tan habitués que encarnan al “poder permanente”. Porque los funcionarios pasan; ellos perduran.

Recuerda un exsecretario de Finanzas —uno de los más poderosos de las últimas décadas— que en su primera semana en el cargo lo visitaron los banqueros. Los pesados.

Él llamó al “mozo”, histórico, que le preguntó qué quería tomar.

—Un té con limón, por favor —respondió, para luego absorber una frase que recordará por siempre. Porque el mozo se dio vuelta, miró a los banqueros y lanzó:

—Lo de siempre, ¿no?

Allí, en ese momento y lugar, el secretario de Finanzas comprendió quiénes jugaban de local y quién de visitante en el Ministerio de Economía.

Estas son las líneas y directrices que Liliana Franco expone a lo largo de este libro, en las que las anécdotas son mucho más que anécdotas. Permiten vislumbrar el secreto detrás de los trucos de los supuestos magos y, a menudo, los hilos del titiritero.

Hugo Alconada Mon

Buenos Aires, 22 de marzo de 2019

PRÓLOGO

Con mi primer libro, Los secretos de la Casa Rosada, quise que los lectores entraran de mi mano a uno de mis lugares de trabajo cotidiano. Una nunca sabe si ese intento va a resultar exitoso. Es, en principio, una apuesta. A la luz de las lecturas y comentarios que recibí en los dos años que transcurrieron desde su publicación, creo que se cumplió el objetivo.

En este segundo libro, me propongo que los lectores entren ahora a mi otro lugar de trabajo, que se encuentra enfrente de la Casa Rosada: el Palacio de Hacienda. Es una casa que ha sido habitada por ministros muy poderosos. Más de uno, en los últimos años, se postuló como candidato a presidente (Domingo Cavallo, Roberto Lavagna). Mi acreditación original como periodista era en el Palacio de Hacienda. Me acredité en Casa Rosada cuando empecé a ver cómo tallaba la política sobre los ministros. Pero mi origen y mi esencia están en Economía.

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