Annotation
En esta apasionada biografía, 'SAN JUAN BOCA DE ORO', el más célebre de los escritores rumanos demuestra que esa preocupación religiosa latía en él como algo esencial a su persona; porque tanto la dinámica exposición de la vida del gran santo, como las opiniones de Gheorghiu y su visión religioso-profética, denuncian un profundo conocimiento de lo escrito.
Gheorghiu rememora con brillantez la época de Juan Boca de Oro, prácticamente en los albores del cristianismo, y convierte el libro en el apasionante reportaje de un tiempo singular y de un hombre singular, cuya vida y extraordinaria figura producirán en el lector un impacto imborrable.
CONSTANTIN VIRGIL GHEORGHIU
San Juan Boca de Oro
LUIS DE CARALT
Sinopsis
En esta apasionada biografía, 'SAN JUAN BOCA DE ORO', el más célebre de los escritores rumanos demuestra que esa preocupación religiosa latía en él como algo esencial a su persona; porque tanto la dinámica exposición de la vida del gran santo, como las opiniones de Gheorghiu y su visión religioso-profética, denuncian un profundo conocimiento de lo escrito.
Gheorghiu rememora con brillantez la época de Juan Boca de Oro, prácticamente en los albores del cristianismo, y convierte el libro en el apasionante reportaje de un tiempo singular y de un hombre singular, cuya vida y extraordinaria figura producirán en el lector un impacto imborrable.
Título Original: SAINT JEAN BOUCHE D'OR
Autor: Virgil Gheorghiu, Constantin
©1963, LUIS DE CARALT
ISBN: 9788421763049
Generado con: QualityEbook v0.87
Constantin Virgil Gheorghiu
San Juan Boca de Oro
Título de la obra original:
SAINT JEAN BOUCHE D’OR
Versión española de F. R.
Primera edición: octubre 1963
LUIS DE CARALT, 1963
Depósito legal: B. 16.971-1963
ISBN: 978-84-217-6304-9
CAPÍTULO PRIMERO
E N LOS primeros tiempos del Cristianismo, los hombres y las mujeres que luchaban por obtener la gloria de los santos eran llamados atletas de Cristo. Un santo consigue en el curso de su vida resultados que los demás hombres no pueden obtener. Sus resultados son a veces reconocidos oficialmente por la Iglesia. El reconocimiento oficial de un santo ocurre como una excepción y sólo para escaso número de personas. El calendario ignora la mayoría de los santos. El pequeño número de santos que la Iglesia recomienda a la veneración pública reciben esta consagración a título postumo. Nunca en el curso de su vida.
Mucha gente quiere ser santa. Sus luchas para adquirir la pureza necesaria a la santidad fueron espectaculares. Más espectaculares que los combates en el circo y mucho más duras. Para obtener la pureza, los atletas de Cristo lucharon contra su propio cuerpo, contra el sueño, contra el hambre, contra el dolor, contra sus propios pensamientos y contra los instintos. Fue una lucha sin cuartel, sostenida noche y día durante toda una vida. Una lucha palpitante y sin tregua.
Juan Boca de Oro tomó la decisión de ser santo desde su adolescencia, cuando se hallaba todavía en los bancos de la escuela. Era una decisión tomada conscientemente y tras larga reflexión. Otros jóvenes deciden en su adolescencia ser generales, campeones deportivos, exploradores...., Juan Boca de Oro decidió ser santo. Durante toda su vida no tuvo otro ideal.
Para obtener la santidad afrontó a todos los adversarios en todos los terrenos y ganó todos los combates. Su «palmares» es una lista inmensa de victorias. Las victorias de Juan Boca de Oro fueron tan categóricas que es uno de los raros santos citados en el calendario tanto por la Iglesia occidental como por la oriental.
Cualquier hombre puede ser santo a condición de amar a Cristo. Boca de Oro tenía conciencia de este hecho. Dice a los fieles de imitar a san Pablo, puesto que cualquier hombre puede imitarlo y ser semejante a él:
«Imitémoslo, hermanos, ya que es hombre como nosotros, pero como sintió por Cristo un gran amor, franqueó el recinto de los cielos y ahora se encuentra al lado de los ángeles. Si queréis hacer un esfuerzo y encender en vosotros la misma llama, podríamos imitar a este santo apóstol. Si hubiese sido imposible, no hubiera dicho: Sed mis imitadores como yo lo soy de Cristo».
El calendario es una prueba de que cualquier hombre puede ser santo. No existe ninguna restricción en lo que concierne a la edad, el sexo, la profesión, la raza o la nacionalidad. Encontramos en él a santos de todas las nacionalidades, de todos los colores.
Existen santos que en vida fueron emperadores al lado de otros que fueron esclavos. Casi todas las profesiones se encuentran representadas. Existen santos que fueron reyes, monjes, duquesas, comerciantes, maestros de escuela, labradores, jardineros, pastores, albañiles, abogados, médicos, agentes de contribuciones, magistrados, mendigos, carpinteros, domésticos, zapateros, herreros, pescadores,..
Tampoco la época cuenta para ser santo. Se encuentran en el calendario personas que obtuvieron esta gloria en el primer siglo del Cristianismo, otras que vivieron en la Edad Media, otras que alcanzaron la santidad en nuestra época.
Pero los campeonatos del mundo, los combates en las arenas y las competiciones olímpicas son simples juegos de niño en comparación con las batallas que debe librar un hombre con objeto de ser santo.
Juan Boca de Oro fue uno de los afortunados que supieron seguir la gracia y alcanzar esta gloria.
Juan Boca de Oro es un atleta de Cristo que difiere de sus colegas del calendario, es decir de los demás santos. En una sola vida luchó en dos frentes: luchó con objeto de obtener la santidad individual,.. Éste fue un combate terrible. Tras vencer cada parcela de su cuerpo y destruir a cada enemigo y los obstáculos que hubieran podido impedirle alcanzar el cielo, entabló otro combate, el combate para elevar a la Iglesia de Cristo con todos sus fieles a la cumbre de la santidad y de la pureza cristiana. El combate por la Iglesia es el acto de amor más completo de los hombres. La Iglesia es como una ciudadela. Dentro de los muros de esta ciudadela, se encuentran protegidos los hombres ordinarios, los hombres que no poseen cualidades excepcionales. Por otra parte, en aquellos tiempos el Cristianismo era llamado «la verdadera filosofía».
Al entrar en los cuadros de la Iglesia, el hombre ordinario puede vivir como inquilino de un gran building, a muchos pisos por encima de la tierra, por encima de la lamentable vida terrestre y mucho más cerca del cielo. Los atletas de Cristo, que luchan a favor de la Iglesia, luchan para dar a los hombres la posibilidad de tener una condición humana superior, de consumir su vida a una altura digna de un hombre: unos metros por encima de la tierra y, al menos, unos metros más cerca del cielo.
Boca de Oro luchó en el segundo período de su vida como un campeón con objeto de llevar a los hombres al recinto de la Iglesia y luego no cesó de elevar a la Iglesia con todos los hombres por encima de la tierra, más cerca del cielo, donde los hombres puedan respirar en una atmósfera más pura, más digna, más tranquila.
Nadie nace santo. Jamás nadie nació santo. Un hombre lo es más tarde. La santidad se conquista. El nacimiento de Juan Boca de Oro es idéntico al nacimiento de cualquier otro Juan en la tierra. No tiene nada excepcional. Únicamente hay que subrayar el hecho de nacer de padres ricos. Lo cual es un privilegio reservado a un escaso número de Juanes que nacen en la tierra.