Akal / Básica de Bolsillo / 68 - 69 - 70
Th. W. Adorno
ESCRITOS SOCIOLÓGICOS
Escritos sociológicos I / Escritos sociológicos II, Vol. 1 / Escritos sociológicos II, Vol. 2
Edición de Rolf Tiedemann
con la colaboración de Gretel Adorno, Susan Buck-Morss y Klaus Schultz
Traducción: Agustín González Ruiz
Maqueta de portada
Sergio Ramírez
Diseño de portada
RAG
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Títulos originales
Escritos sociológicos I: Gesammelte Schriften in zwanzig Bänden. 8. Soziologische Schriften I / Escritos sociológicos II, vol. 1: Gesammelte Schriften 9-1. Soziologische Schriften II, 1 / Escritos sociológicos II, vol. 2: Gesammelte Schriften 9-2. Soziologische Schriften II, 2
Escritos sociólogicos I
© Suhrkamp Verlag Frankfurt am Main, 1972
© Ediciones Akal, S. A., 2004
para lengua española
Escritos sociólogicos II, vol. 1
© Suhrkamp Verlag, Frankfurt am Main, 1975
© de la edición de bolsillo, Ediciones Akal, S. A., 2009
para lengua española
Escritos sociólogicos II, vol. 2
© Suhrkamp Verlag, Frankfurt am Main, 1975
© de la edición de bolsillo, Ediciones Akal, S. A., 2011
para lengua española
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ISBN (Obra completa): 978-84-460-4816-9
ISBN: 978-84-460-4663-9 (Escritos sociológicos)
ISBN: 978-84-460-4664-6 (Escritos sociológicos II, vol. 1)
ISBN: 978-84-460-4665-3 (Escritos sociológicos II, vol. 2)
Akal / Básica de Bolsillo / 68
Th. W. Adorno
ESCRITOS SOCIOLÓGICOS I
Obra completa, 8
Edición de Rolf Tiedemann
con la colaboración de Gretel Adorno, Susan Buck-Morss y Klaus Schultz
Traducción: Agustín González Ruiz
Escritos sociológicos I
I
Sociedad
De lo poco que permiten una definición verbal, según la tesis de Nietzsche, los conceptos «en los que se sintetiza semióticamente todo un proceso», constituye un modelo ejemplar el concepto de sociedad. Ésta es esencialmente proceso; sobre ella dicen más sus leyes cinéticas que las invariantes que tratan de elaborarse. De ello dan testimonio también los afanes por delimitarla. Si se trazara, por ejemplo, su concepto como el de la humanidad sumada a todos los grupos de los que se compone y de los que está constituida o, más sencillamente aún, como la totalidad de los seres humanos que viven durante un periodo de tiempo, no se daría con ello en la diana de lo que se piensa con el término sociedad. Esta definición, que suena sumamente formal, prejuzgaría que la sociedad lo es de hombres, que es humana, que se identifica de forma inmediata con sus sujetos; como si lo específico de la sociedad no consistiera en la preponderancia de las relaciones sobre los seres humanos, que no son ya sino sus productos privados de poder. En épocas pasadas, en las que esto era quizá de otra forma –en la Edad de Piedra–, a duras penas se podrá hablar de la sociedad como se hace en la fase de capitalismo intenso. El especialista en derecho público J. C. Bluntschli caracterizó a la sociedad hace más de cien años como «concepto del tercer estamento». Y es así no sólo por las tendencias igualitarias que están infiltradas en él y lo diferencian de la «buena sociedad» feudal-absolutista, sino también porque su construcción obedece al modelo de sociedad burguesa.
En modo alguno se trata de un concepto clasificatorio, de la más elevada abstracción de la sociología, que incluiría dentro de sí el resto de configuraciones sociales. Semejante concepción confundiría el habitual ideal científico de la ordenación continua y jerárquica de las categorías con el objeto del conocimiento. El objeto mentado con el concepto de sociedad no es en sí racionalmente continuo. Tampoco es el universo de sus elementos; no es meramente una categoría dinámica, sino funcional. Para empezar, una aproximación aún excesivamente abstracta recuerda la dependencia de todos los individuos de la totalidad que forman. En ésta son todos dependientes unos de otros. La totalidad se consigue sólo en virtud de la unidad de las funciones desempeñadas por sus miembros. En general, cada individuo tiene que realizar, para ganarse la vida, una función y se le enseña a ser agradecido mientras la tiene.
En virtud de su determinación funcional, el concepto de sociedad no resulta ni captable inmediatamente ni verificable de un modo eficaz, como las leyes científicas. A esto se debe que corrientes positivistas de la sociología desearan desterrarlo de la ciencia como residuo filosófico. Semejante realismo es poco realista. Pues mientras la sociedad no se pueda obtener abstrayendo a partir de los hechos individuales, ni se deje capturar por su parte como un factum , no existe factor social alguno que no esté determinado por la sociedad. En las situaciones sociales fácticas aparece la sociedad. Conflictos como los típicos entre superiores y subordinados no son algo último e irreductible al lugar en el que suceden. Más bien son las máscaras de los antagonismos que encubren. A éstos no pueden subsumirse los conflictos individuales como lo particular a lo universal. Los antagonismos producen los conflictos aquí y ahora procesualmente, conforme a ley. Así, la denominada paz salarial, tematizada de modo múltiple en la contemporánea sociología de la empresa, se rige sólo aparentemente por las condiciones existentes dentro de una determinada fábrica y de un determinado sector. Depende, además, del ordenamiento salarial general, de su relación con el sector concreto, del paralelogramo de fuerzas, del cual resulta el ordenamiento salarial, y que alcanza más allá de las organizaciones –que luchan entre sí y están institucionalmente articuladas– de empresarios y trabajadores, porque en éstos se han consolidado perspectivas respecto a un potencial electoral definido organizativamente. Decisivas también para la paz salarial son, al final, aunque de modo indirecto, las relaciones de poder, la disponibilidad por parte de los empresarios del aparato de producción. Sin la conciencia articulada de ello no se puede comprender suficientemente ninguna situación concreta, a no ser que la ciencia esté dispuesta a atribuir a la parte lo que sólo en la totalidad posee su valor. Del mismo modo que no existiría la mediación social sin lo mediado, sin los elementos: seres humanos individuales, instituciones particulares, situaciones concretas, tampoco existen éstas sin la mediación. Donde los detalles, debido a su tangible inmediatez, son tomados como lo más real de todo, se ven ocultados simultáneamente.
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