A NTONIO S ÁNCHEZ J IMÉNEZ
LOPE DE VEGA
EL VERSO Y LA VIDA
Índice
Esta es la perdurable biografía
de aquel Fénix de ingenios, niño eterno
que jugó a ser genial y en pleno infierno
hizo brotar la flor de la alegría.
Esta es la hoguera de melancolía
en que ardió nuestro poeta más moderno,
duro en amor, con la familia tierno,
Hyde de noche, Doctor Jekyll de día.
Aquí de su andadura por la España
de un siglo al tiempo oscuro y luminoso
que él protagonizó con su talento.
Aquí de su paseo por la entraña
del hispano vivir, por el gozoso
reino de la emoción y el sentimiento.
L UIS A LBERTO DE C UENCA
Madrid, 18 de julio de 2017
A la hermosa Celia, por término ultramarino
PREFACIO
Es ya un tópico crítico proclamar que Lope es un universo, un océano que requiere «aguja de marear», como decía Azorín. Esta biografía querría ser esa aguja y mapa, un instrumento que ayude a convertir la figura desmesurada que nos ha legado la tradición en algo abarcable, en un hombre. Eso sí, un hombre legendario que dominó los escenarios españoles durante medio siglo, que marcó época y que tuvo hordas de seguidores. Un talento arrollador que lo logró todo y al que nada bastó.
Para tratar de comprender esta figura ya mítica propongo un formato biográfico, es decir, la narración de una vida y descripción de un carácter, explicando sus constantes, evolución y elementos determinantes. Este trabajo se ciñe a ese modelo general, pero también al patrón de las biografías de escritores. Y este subgénero, vigente desde la Antigüedad, da siempre cabida a la obra literaria, pues en todo escritor resulta difícil, o incluso artificial, separar vida y obra, porque los libros de un autor son a un tiempo sus mayores gestas y los documentos más importantes que tenemos para informarnos acerca de su carácter. Así, resulta impensable trazar la biografía de César sin narrar el paso del Rubicón o el Adriático, la de Cervantes sin explicar el Quijote, la de Lope sin tratar la Arcadia, El perro del hortelano o la Dorotea. Semejante deslinde de vida y obra resultaría especialmente rebuscado en el caso de Lope, un autor que afirmó «Mi vida son mis libros» y que pasó su vida jugando a escribirse y crearse a sí mismo. Por tanto, este trabajo también pretende servir para comprender la obra de Lope: no es una lectura biográfica de sus libros, pero sí una introducción a los mismos ordenada biográficamente.
Esta ambición explica el papel que desempeña en el volumen la obra del Fénix, a la que he concedido un peso semejante al que obtiene en otras biografías clásicas. La tradición biográfica de Lope, es decir, Lord Holland, Shelley, La Barrera, Astrana Marín, Entrambasaguas, Rennert y Castro, Zamora Vicente, Florencio Martínez. He elegido esta última opción para contextualizar mejor los libros lopescos en su trayectoria vital, asumiendo que incurriré a menudo en el vicio retórico de la digresión. Es decir, aunque trataré obras como el Burguillos o el teatro de madurez en el lugar correspondiente en la vida del autor, la descripción de estos textos detendrá la narración, que luego volverá a seguir el hilo biográfico. Asimismo, en ocasiones el relato se interrumpe cuando aparecen por primera vez determinados aspectos que se manifiestan a lo largo de la vida del poeta y que exigen detenerse con el fin de profundizar en ellos y explicar su peso posterior. Es el caso, por ejemplo, de la tendencia del poeta a los celos, o de su rutina en la casa de la calle de Francos. Para aquellos a quienes esta estructura impida seguir el desarrollo de la vida del autor la tabla cronológica aclarará qué hizo Lope a lo largo de cada año y, a veces, cada mes y día de su existencia.
Esta cronología es una de las innovaciones que aporta este libro a la biografía lopesca, aunque por sí sola no sirve para justificar su existencia. Desde que La Barrera inaugurara la biografía moderna de Lope al aprovechar el epistolario entre el poeta y Sessa, se han publicado muchas biografías del Fénix. Estas han ido incorporando los diversos documentos aparecidos, pero la mejor sigue siendo la de Rennert y Castro, que cuenta ya con cincuenta años de existencia. Ninguna de las posteriores supone un esfuerzo comparable por realizar una biografía académica y científica del creador de la comedia nueva. Esos cincuenta años que han pasado desde la publicación de la biografía de Rennert y Castro explican la quizás desmedida ambición de reemplazar la benemérita obra de 1968. La presente biografía no aporta ningún descubrimiento documental, lo que no quiere decir que todavía no haya lugar para este tipo de hallazgos, como indicaré en su debido lugar. Nos falta, por ejemplo, el nombramiento de Lope como caballero de la orden de Malta, que ha de estar en el Vaticano y en el Archivo Histórico Nacional, y también nos falta localizar las referencias a Lope en los archivos de los marqueses de Malpica. Sin embargo, entiendo que esta fase de recopilación está casi completa gracias a los esfuerzos de la crítica positivista y de diversos estudiosos que han ido desenterrando, aquí y allá, documentos lopescos. Sin embargo, la fase siguiente, la analítica, sigue absolutamente abierta.
Dedicándose a ella, el presente trabajo incorpora y ordena la multitud de datos sobre la vida del Fénix que han ido apareciendo desde 1968, que, cotejados, dan a veces resultados llamativos sobre los movimientos y carácter del poeta. Si algún mérito contiene este volumen es el de nutrirse de las eruditas investigaciones que se han dedicado a Lope en los últimos años, organizándolas. La lista de obras citadas dará cuenta de ellas y subrayará las aportaciones de autores como Felipe Pedraza Jiménez, Abraham Madroñal, Alejandro García-Reidy, Luigi Giuliani, Xavier Tubau, Pedro Conde Parrado, espejos de lopistas a quienes tanto les debemos los amantes del Fénix.
Con el fin de facilitar la lectura, he optado por modernizar con criterios fonéticos los textos del Siglo de Oro, como se suele hacer en las ediciones críticas actuales. El objetivo es reflejar la pronunciación áurea usando los criterios ortográficos que rigen hoy en día. Considero que así se mantiene el espíritu de los textos, que se sigue percibiendo al regularizar sus vacilaciones o peculiaridades ortográficas. Asimismo pertinente para el tratamiento de los textos es recordar que solvento abreviaturas sin previo aviso. Toda otra intervención la marco recurriendo a corchetes.
A lo largo del libro me refiero a diversas obras teatrales de Lope, cuya datación proporciono entre paréntesis. Si la datación es precisa (con día, mes y año) es que existe un autógrafo o apógrafo de la obra que indica la fecha en que la acabó el poeta. Si solo es una hipótesis de datación, menciono en nota de dónde la obtengo, a no ser que proceda del estudio de Morley y Bruerton (1968), que uso constantemente y que no citaré para aligerar las notas. Por tanto, cualquier datación no justificada procede de ese libro. Si es segura, lo indico señalando solamente el año de composición; si es probable, lo marco con un c. (circa) y un año o un intervalo de años: c. 1614 o c. 1614-1618, por ejemplo.
Y no puedo cerrar estas líneas sin reconocer y agradecer las ayudas que he recibido al realizar este trabajo. Por supuesto, la de mi familia y mi maestro, Antonio Carreño, sin cuyo aliento e inspiración jamás habría podido siquiera acometer esta obra. En segundo lugar, quiero agradecer el apoyo de dos grupos de investigación. Uno de ellos es Prolope, equipo fundado y siempre alimentado intelectualmente por Alberto Blecua, y que aúna bajo la coordinación de Gonzalo Pontón y Ramón Valdés los esfuerzos de cuarenta investigadores de media docena de países y ha producido ciento ochenta y cinco ediciones críticas de comedias lopescas, muchas de las cuales encontrará el lector citadas en estas páginas. El otro grupo que me ha alentado es un esfuerzo doble: el proyecto dedicado a la formación del sujeto moderno (Sujeto e institución literaria en la Edad Moderna), por una parte, y, por otra, a la biografía en la Edad Moderna (Vida y escritura I: Biografía y autobiografía en la Edad Moderna), dirigidos, respectivamente, por Pedro Ruiz Pérez y Ángel Estévez, y por Luis Gómez Canseco y Valentín Núñez Rivera. Mi deuda intelectual con estos proyectos es tan grande como mi agradecimiento. Además, me he beneficiado de la desconcertante fe de Josune García, de las precisiones del generosísimo Antonio Carreira, de los consejos sobre eufonía de Rodrigo Olay, de las aportaciones de Benito Navarrete (con el retrato lopesco) y de Adrián J. Sáez (con la cartografía), o de la sabiduría de los ya mencionados Pedraza Jiménez y Madroñal. Entre todos ellos hay dos grandes filólogos que merecen especial mención y un agradecimiento emocionado: Javier Guijarro y Luis Gómez Canseco, que han dedicado todo su afán y erudición a tratar de mejorar esta obra y a luchar contra mis desvíos. Ojalá sus consejos hubieran caído en mejor y menos tozuda sementera.
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