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Giordano Bruno - De la magia

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Giordano Bruno De la magia

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De la magia funciona como una especie de confirmación práctica de una intuición primera que había recorrido toda su obra y vida: la continuidad espiritual del universo.

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De la magia funciona como una especie de confirmación práctica de una intuición - photo 1

De la magia funciona como una especie de confirmación práctica de una intuición primera que había recorrido toda su obra y vida: la continuidad espiritual del universo.

Giordano Bruno De la magia ePub r10 RLull 040616 Título original De magia - photo 2

Giordano Bruno

De la magia

ePub r1.0

RLull 04.06.16

Título original: De magia

Giordano Bruno, 1588

Traducción: Ezequiel Gatto

Diseño de cubierta: RLull

Editor digital: RLull

ePub base r1.2

Notas 1 Bruno utiliza generalmente este término para designar a los filósofos - photo 3

Notas

[1] Bruno utiliza generalmente este término para designar a los filósofos peripatéticos (discípulos de Aristóteles). Aquí parece darle una acepción más amplia, y designar de este modo a los Sabios de Grecia, sin distinción de escuda filosófica.

[2] El jesuita Martín del Río, en sus célebres Disquisiciones mágicas, define así este arte notorio: «En cuanto a la adquisición de las ciencias por infusión, mediante ciertos ayunos y plegarias, sin que haya allí trabajo humano, así según los preceptos de cierto arte… lo hace por pacto expreso con el demonio, y es pecado mortal. Ellos llaman comúnmente a este arte, el Arte Notorio o de Conocimiento, el cual fue condenado en París en el año 1320».

[3] En Bruno, este término peyorativo designa siempre a los monjes.

[4]El Martillo de las hechiceras (Malleus Maleficarum), publicado por primera vez en 1846-1847, era un célebre manual demonológico compuesto por dos domínicos cazadores de brujas, Jacobo Sprenger y Enrique Institor.

[5] Bruno resume la fascinación de esta manera por boca de un personaje —el mago de su pieza Candelabro: «La fascinación obra en virtud de un espíritu luminoso y sutil, emitido un poco como una irradiación, por los ojos abiertos: en el esfuerzo que hacemos para fijar la imagen del otro al mirarlo, esos rayos van a herirlo, van a alcanzar su corazón, van a afectar su cuerpo y su espíritu, y a hacerle experimentar amor, odio, deseo, melancolía, o cualquier otro tipo de cualidad pasible».

[6] Aquí el término sujeto (subjectus) debe ser entendido como lo que está sometido o subordinado a algo (estar sujeto a), particularmente a los principios activos y pasivos. Y no en el sentido filosófico tradicional de ser individual y autónomo, dotado de pensamiento y responsable de sus actos.

[7] Esta frase subtiende la representación copernicana del sistema solar de la que Bruno fue defensor apasionado contra la vieja cosmología geocéntrica defendida por la Iglesia.

[8]Idea recibe aquel sentido platónico que hace de ella un equivalente de forma.

[9]Imágenes designa aquí las figuras o efigies empleadas por los lanzadores de maleficios.

[10] Aquí Bruno alude al famoso mito referido por Platón al final de Fedro, en el que Sócrates relata la entrevista del rey egipcio Thamous y Theut, inventor de los caracteres de escritura, «remedio para la memoria como para el saber».

[11] Virgilio, Enéada, VIII, v. 403. En Virgilio, la fórmula remite de hecho a las forjas de Vulcano, y a sus fuelles.

[12]Marcos, 16, 25.

[13] Cita de Ennio (fragmentos trágicos), que Bruno ha encontrado sin duda en Cicerón, De officis, II, VII, 23.

[14]Salmos, 103, 4. El profeta-salmista es David.

[15] Alusión al canto VI de la Enéada, V, 290-294.

[16]Job, 3, 1-20. Bruno propone una lectura muy libre de ese pasaje, interpretando «los reyes y los príncipes de la tierra» como los demonios subterráneos que frecuentan los yacimientos de metales preciosos.

[17] Más comúnmente llamados dioses lares, protectores del hogar.

[18] Lucrecio, De rerum natura, II, V. 6SO-651.

[19] Virgilio, Enéada, VI, V. 724-729.

[20] Como aquí, Bruno habla a menudo literalmente de los números de la música, sin que se sepa nunca si designa por eso precisamente los intervalos, las relaciones armónicas o las cadencias. La serie muestra sin embargo que este número musical debe ser puesto en relación con ciertas proporciones perceptibles por el plano visual (ej.: el número de oro).

[21] Erasmo, Adages, I, IV, 35. Esta fórmula estigmatiza el ridículo de un asno que, por el efecto de un juicio deficiente, se aplica a escuchar una música humana (en otra versión, incluso el asno intenta tocar la lira). Bruno ya hacía alusión a esto en su comedia Candelabro.

[22] Marsus, hijo de Circe, era rey de un pueblo de Italia, los marses. Psyllos era rey de los psylles, en Libia. Se decía que tenían el poder de encantar a las serpientes, curar de sus mordeduras y destruirlas.

[23] Esta Retórica de Alejandro no es la Retórica que se pone hoy bajo el nombre de Aristóteles; ella es atribuida en el futuro a Anaxímenes de Lampsaco.

[24] Virgilio, Bucólicos, III, V. 108.

[25] Virgilio, Géorgiques, I, V. 54.

[26] Es preciso entender este adjetivo en su sentido etimológico: un espíritu furioso es un espíritu animado por el furor, es decir poseído por un entusiasmo, una inspiración o un delirio de origen sobrenatural, según la teoría platónica difundida por Marsilio Ficino. Cf. una de las grandes obras de Bruno, Furores heroicos.

[27]De occultis naturae miraculis, de Levinus Lemnius.

[28] Se trata de Cristo; este desarrollo breve y desenvuelto, rozando incluso la burla, parafrasea el evangelio según Mateo, 13, 54-58, y según Marcos, 6, 2-5.

[29] Se leerá esta anécdota en Porfirio, Vida de Plotino, 10, y en Plotino mismo, Enéadas, IV, 4, 44.

Antes de tratar de la Magia, como de cualquier tema, es necesario ver en qué sentido se subdivide la palabra: es que hay tantos sentidos de la palabra magia como tipos de magos. Mago ha significado en primer lugar sabio: lo eran los trimegistos en Egipto, los druidas en la Galia, los gimnosofistas en India, los cabalistas entre los hebreos, los magos en Persia (desde Zoroastro), los sofistas; o sea a fin de comandar y gobernar a los demonios inferiores con el apoyo de los principales demonios superiores, honrando y vanagloriando a los unos, esclavizando a los otros a través de conjuraciones y abjuraciones. Se trata entonces de la magia trans-natural o metafísica, que propiamente se llama teurgia. En séptimo lugar, se habla de magia cuando las abjuraciones o invocaciones no tienen por objeto los demonios y los héroes mismos, sino que sirven sólo de intercesores para hacer surgir las almas de los difuntos, de cuyos cadáveres (todo o partes) se extraen oráculos a los fines de adivinar y conocer cosas ausentes o futuras: este tipo de magia se llama, en referencia a su materia prima y a su propósito, la necromancia. Si esta materia llegara a faltar y en su defecto se busca el oráculo por intermedio de un energúmeno, un poseído, invocando el espíritu-incubo que yace en sus entrañas, entonces esa magia merece ser calificada de pitónica: tal como aquellos que eran visitados («inspirados», si se puede decir así) por el espíritu de Apolo Pitón en su templo. En octavo lugar, se habla de magia cuando al encantamiento se añaden fragmentos de objetos, vestimentas, excrementos, secreciones, huellas y todo lo que, se cree, ha recibido por simple contacto un poder de comunicación para liberar, ligar o debilitar: semejantes prácticas, en tanto tienden hacia el mal, caracterizarán al mago al que se dice

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