Agradecimientos
El doctor Forrest Pogue comenzó a recopilar los relatos de los hombres que tomaron parte en el día D el 6 de junio de 1944. Era un sargento (con un doctorado en historia) miembro del equipo de historiadores del S. L. A. Marshall de la Sección Histórica del Ejército, al servicio del general George C. Marshall con la misión de recopilar datos de militares de todos los rangos para confeccionar una historia oficial de la guerra. Finalmente el equipo publicó The U. S. Army in World War II [El ejército americano en la Segunda Guerra Mundial] (conocido como los Libros Verdes por el color de sus cubiertas), una serie de volúmenes mundialmente aclamados por su rigor y profundidad. En 1954, el doctor Pogue publicó el penúltimo volumen en la colección ETO, The Supreme Command [El mando supremo], basado en los documentos generados por el SHAEF y en entrevistas que el mismo Pogue realizó a Eisenhower, Montgomery y a sus principales oficiales. The Supreme Command es una obra ingente, un verdadero referente.
Pero en el día D, el doctor Pogue se hallaba trabajando al otro extremo de la cadena de mando. Estaba en una LST, habilitada como buque hospital durante el desembarco de la playa de Omaha, entrevistando a los soldados heridos acerca de sus experiencias de esa mañana. Se trataba de un trabajo pionero en la historia oral; tiempo después, el doctor Pogue fue uno de los fundadores de la Oral History Association.
Desde que comencé a trabajar para el general Eisenhower, redactando y revisando sus notas de guerra, el doctor Pogue ha sido uno de mis modelos, guía e inspiración. Ha sido y es una persona importante en mi vida —y por supuesto por lo que a este libro se refiere—, y no sólo por toda su obra (que incluye la biografía en cuatro volúmenes del general George C. Marshall). Durante tres décadas me ha demostrado su generosidad dedicándome su tiempo y regalándome su saber. En conferencias de historia, durante ocho largos viajes a Normandía, y otros tantos hacia campos de batalla europeos, mediante cartas e incontables llamadas telefónicas, me ha enseñado y animado sin cesar.
Existen cientos de historiadores jóvenes, de varias generaciones, expertos en la Segunda Guerra Mundial y en la política exterior americana en general, que se sienten deudores hacia la persona del doctor Pogue. Él ha educado a una generación entera de historiadores. Su inversión en tiempo y conocimiento supera con creces la exigida por el deber. Verle dando una conferencia rodeado de jóvenes historiadores y universitarios ansiosos por oírle y aprender de sus comentarios equivale a contemplar a un gran hombre mientras cumple con su misión. Todos nosotros estaremos siempre en deuda con él. Ha entrado en nuestras vidas para hacerlas mejores y nos ha enseñado. Es el primer y mejor historiador del día D. El hecho de poder dedicarle este libro me llena de orgullo y satisfacción.
Mi interés en el día D, inspirado por la obra del doctor Pogue, se vio reforzado por la lectura de El día más largo, de Cornelius Ryan. Creí entonces, y aún lo creo, que se trata de un excelente relato de la batalla. Pese a que mantengo algunos desacuerdos con la obra de Ryan acerca de lo que sucedió el 6 de junio de 1944, y a que he llegado a conclusiones diferentes, no sería justo dejar de reconocer mi deuda para con esa gran obra.
Este libro está basado sobre todo en las historias orales y los testimonios de los hombres que lucharon el día D recogidos en el Centro Eisenhower de la Universidad de Nueva Orleans durante los últimos once años. En la actualidad, dicho centro cuenta con más de 1380 informes de experiencias personales. Se trata del mayor acopio de memorias con testimonios en primera persona sobre una misma batalla jamás llevado a cabo. Aunque por razones de espacio me ha sido imposible reflejar cada uno de los relatos, todas y cada una de las historias han contribuido a mi comprensión de lo sucedido. Todos quienes contribuyeron a ello aparecen en orden alfabético en el Apéndice A. Mi agradecimiento para todos ellos.
Russell Miller, de Londres, ha llevado a cabo numerosas entrevistas a veteranos británicos del día D. Estudiantes del Centro Eisenhower me han transcrito parte de sus trabajos, que tan amablemente me han permitido usar en este libro. Por su parte, el Imperial War Museum de Londres ha aportado grabaciones de las entrevistas realizadas por el personal militar a lo largo de los años, también transcritas en el Centro Eisenhower. Durante años André Heintz ha realizado entrevistas con los residentes de la costa de Calvados; hoy se encuentran en el Museo de la Batalla de Normandía en Caen. Dichos documentos también me han sido amablemente cedidos. El Instituto Militar del Ejército de los Estados Unidos en Carlisle Barracks, Pennsylvania, me dio permiso para consultar su amplio archivo de entrevistas realizadas por Forrest Pogue, Ken Heckler y otros, así como sus numerosos documentos.
Phil Jutras, un paracaidista americano establecido en Ste.-Mère-Église y en la actualidad director del Museo del Paracaidismo de dicha localidad, también recopiló testimonios orales de los veteranos americanos y de los residentes de Ste.-Mère-Église, que ha donado generosamente al Centro Eisenhower y me ha dejado utilizar en mi libro.
El capitán Ron Drez, del Cuerpo de Infantería de Marina de los Estados Unidos (United States Marine Corps [USMC]), comandante de una compañía de fusileros en Khe Sahn en 1968, es el director adjunto del Centro Eisenhower. Durante casi diez años se ha dedicado a entrevistar tanto individualmente como en grupo a veteranos en Nueva Orleans y alrededores, reflejando sus conversaciones y recuerdos. Debido a su participación en el combate, mantiene una excelente relación con los veteranos. El valor de su contribución a este libro es incalculable. El doctor Günter Bischof, austríaco de nacimiento, cuyo padre fue un soldado de la Wehrmacht y finalmente prisionero de guerra en América, es director adjunto del centro. Su labor consiste en entrevistar a veteranos alemanes. Su aportación es igualmente de gran valor. El centro tiene la fortuna de contar con Drez y Bischof en su equipo.
Kathie Jones es el puntal del Centro Eisenhower. Sin ella ninguno de nosotros podría llevar a cabo su trabajo. Lleva la correspondencia, los libros, nuestra agenda, nos concierta las citas, organiza las conferencias anuales, dirige las labores de transcripción, organiza las historias orales, está en contacto con los veteranos, aplaca los egos inflamados y, en general ejerce como jefa de personal. Su dedicación al trabajo y su capacidad por mantener en funcionamiento el entramado de nuestra organización resultan ejemplares. Y lo que es mejor, realiza sus tareas sin perder ni pizca de su sentido del humor y amabilidad. Dwight Eisenhower dijo una vez de Beetle (Cucaracha). Smith que era el «perfecto jefe de Estado Mayor». Así es para nosotros Kathie Jones.
Carolyn Smith, secretaria del Centro Eisenhower, junto a los estudiantes en prácticas Marissa Ahmed, Maria Andara Romain, Tracy Hernández, Jerri Bland, Scott Peebles, Peggy Iheme, Joglen Shukla y Elena Marina, los estudiantes licenciados Jerry Strahan, Olga Ivanova y Gunther Breaux, y los voluntarios coronel James Moulis, Mark Swango, C. W. Unangst, John Daniel, Joe Flynn, John Niskoch, Joe Molyson, Stephenie Ambrose Tubbs y Eddie Ambrose han recibido tan sólo una pequeñísima parte (o ninguna en absoluto) de lo mucho que se merecen por su enorme esfuerzo.
El Centro Eisenhower continuará recopilando historias y testimonios orales, memorias escritas, documentos y cartas de la guerra de los hombres que participaron en el día D, de todas las unidades y naciones, mientras existan supervivientes. Apelamos a todos los veteranos a que nos escriban a la Universidad de Nueva Orleans, Nueva Orleans, La. 70 148, para recibir instrucciones sobre cómo preparar sus historias.