Introducción
Propósito de la obra y aclaraciones
El objetivo de este libro es ofrecer una traducción fiel de los Yogasūtra de Patañjali, acompañada de un breve comentario basado principalmente en los textos clásicos de la tradición sánscrita. El texto va destinado al público no especializado, aunque somos conscientes de sus dificultades, puesto que hemos preferido no ahorrar los tecnicismos para hacer justicia al libro de Patañjali, que expone un sistema filosófico completo. Esto hará que nos encontremos a menudo con cuestiones que podrían tener poca relación con lo que hoy en día entendemos por yoga.
Esta traducción también va especialmente destinada a aquellas personas que se interesan por el sánscrito. Para acercar el texto original a este tipo de lector, la edición incluye un análisis de los aforismos por palabras, con su traducción literal, para que el lector se pueda hacer una idea del orden y significado de las palabras en el sánscrito original. Por ejemplo, el primer sūtra, traducido como «Ahora la enseñanza del yoga», equivale al sánscrito atha yogānuśāsanam y se desglosa de la siguiente manera: «atha: ahora; yoga-: del yoga; -anuśāsanam: la enseñanza». Así, el lector puede identificar cada palabra sánscrita y el orden en que aparece cuando se compara con la traducción castellana.
Sin embargo, a veces resulta difícil saber lo que quería decir Patañjali, porque la brevedad del estilo sútrico deja espacio para la ambigüedad. Para hacer más comprensibles los aforismos, se escribían comentarios que ampliaban la información. En el caso de los Yogasūtra de Patañjali, el primer comentario que tenemos es el de Vyāsa. No sabemos exactamente el tiempo que transcurrió entre la composición de los síitra y el comentario de Vyāsa, pero ¡fácilmente podríamos estar hablando de un intervalo de cien años! Un siglo puede parecer mucho tiempo, pero, como en el caso de otras grandes obras, la tradición de comentarios de los Yogasūtra se extiende a lo largo de más de 1.500 años e incluso podemos afirmar que todavía hoy se siguen escribiendo comentarios. De hecho, el libro que el lector tiene entre las manos es un comentario más de los Yogasūtra, en este caso en lengua castellana. Más adelante hablaremos de estos comentaristas, pues son protagonistas importantes de nuestro texto y es necesario que el lector se familiarice con sus nombres, dado que el libro sigue de cerca sus opiniones y son la primera guía para su interpretación.
Ahora bien, los comentaristas no siempre aciertan. Escriben sus comentarios muchos años después de la composición del texto y la transmisión a menudo se ve interrumpida, por lo cual tienen que recurrir a la interpretación. Una prueba de esto es la diferencia de opinión y las versiones diferentes de un mismo sūtra que pueden ofrecer. Cuando esto sucede se ha intentado que quede reflejado en el comentario, aunque hemos evitado una exposición exhaustiva de las diferencias para no caer en una prolijidad innecesaria. Por lo tanto, a pesar de que los comentaristas son una fuente importante para la comprensión del texto, no tenemos que creer que sean infalibles, y ellos mismos cometen anacronismos al atribuirle a Patañjali opiniones de su propia época.
En algunos casos, los comentaristas se apartan de una lectura literal de los aforismos y apuestan por interpretaciones nada intuitivas, incluso retorcidas, que no parecen respetar el sentido llano y directo de los sūtra de Patañjali. A veces, los comentaristas pueden tener motivos para apartarse de una lectura directa, pero otras veces no. En estos casos, hemos preferido alejarnos de la opinión de los comentaristas tradicionales y dejarnos guiar por la luz de nuestra propia razón, e intentar ser fieles al «espíritu original» de Patañjali. Aun así, esto lo hemos hecho en contadas ocasiones, ya que para un lector moderno es demasiado fácil caer en todo tipo de anacronismos y superponer ideas actuales en un texto antiguo. De hecho, existe un peligro muy grande de perderse, en nombre de una falsa razón, en divagaciones personales que son fruto de la imaginación argumentativa más que del rigor del pensamiento racional. Nuestra actitud, pues, quiere adoptar una posición intermedia entre la reverencia tradicional hacia Los comentaristas y el uso de la razón desnuda y desvinculada de la tradición en la cual se inscribe el texto.
Hay otra fuente para interpretar los sūtra de Patañjali. Nos referimos a las fuentes budistas del texto, especialmente en lengua pali. La influencia budista sobre el texto de Patañjali es bastante profunda. Gran parte de su terminología procede directamente de las fuentes palis.
Aunque esto se sabe desde los trabajos del indólogo francés Louis de la Vallée Poussin, nos da la impresión de que nunca se ha hecho un uso consistente de las fuentes budistas como guía para la interpretación de los Yogasūtra. La importancia de los textos budistas reside en el hecho de que son anteriores a Patañjali y, aunque este cambia a menudo el significado original de los términos budistas para adaptarlos a su sistema, creemos que estas fuentes pueden aclarar considerablemente el significado de ciertos aforismos. Un ejemplo de lo que queremos decir lo encontramos en el sūtra 1.31, donde se ofrece una interpretación en clave budista que nada tiene que ver con la de los comentaristas posteriores, pero que aclara notablemente el significado del aforismo.
De hecho, los Yogasūtra de Patañjali se podrían incluir, en un sentido amplio, en lo que se ha denominado la tradición del abhidhamma, los textos de cariz más filosófico del triple canon budista en pali o Tipi ṭ aka. Estos textos recogen los resultados de la práctica sistemática de la meditación, basada en la observación de los procesos mentales, y destinada a demostrar la inexistencia del yo y la transitoriedad de todos los fenómenos mentales. La tradición del abhidhamma incluye, pues, no solo los textos budistas, sino también textos jainistas, del budismo mahāyana y de diversas tradiciones hindúes.
El yoga de hoy y el yoga de Patañjali
Evidentemente, hay una gran diferencia entre el yoga de Patañjali y lo que hoy conocemos como yoga. Los orígenes del yoga pueden remontarse hasta los Yogasūtra, pero el yoga actual es una forma de ha ṭ ha-yoga que se acerca más al yoga descrito en textos medievales como la Ha ṭ hayogapradīpika y la Ghera ṇ ḍ asa ṃ hita. El yoga de Patañjali se corresponde más con lo que posteriormente se ha denominado rāja-yoga, un yoga más mental y no tan físico como el ha ṭ ha-yoga.
De hecho, tal como ha mostrado Mark Singleton en su libro Yoga Body: The origins of modera posture practice, publicado en 2010 por la Oxford University Press, el yoga postural contemporáneo fue inventado en el India en el siglo XIX. Según Singleton, un yoga transnacional compuesto de elementos muy diversos —la tradición india mezclada con el culturismo británico, la gimnasia sueca, el transcendentalismo americano, la naturopatía y la cultura física de la Young Men’s Christian Association (YMCA— fue configurando una forma de yoga postural adaptada específicamente para una audiencia occidental. En las últimas dos décadas del siglo XIX se preparó el terreno para rescatar el yoga físico de la mala fama que tenía entre la alta sociedad india, que identificaba la práctica de esta forma de yoga con los faquires y los ascetas marginales y extravagantes. Como hemos indicado, la pasión inglesa por la cultura física ayudó a restablecer la respetabilidad del yoga postural, pero también las traducciones de S.C. Vasu al final del siglo XIX y el trabajo de personas como Swami Kuvalayananda, que ayudaron a ofrecer una visión más racional de las posturas yóguicas.
En la ultima década del siglo XIX, Swami Vivekananda ofrece una síntesis de diferentes tipos de yoga para el hombre moderno y consigue que esta práctica se convierta ya en una actividad totalmente respetable, a pesar de que el yoga postural tal como lo conocemos hoy todavía está ausente. La reivindicación final de un yoga basado principalmente en la realización de posturas físicas empieza a partir de los años veinte del siglo pasado, bajo la guía de un maestro fundamental para la historia del yoga contemporáneo. Nos referimos a T. Krishnamacharya, llamado el padre del yoga moderno, que entre 1930 y 1950 desarrolló una nueva secuencia de movimientos, influenciados por la tradición gimnástica de la corte de Mysore, que allanó el camino para la estandarización de la práctica moderna del yoga, T. Krishnamacharya también entrenó a los tres maestros fundacionales del yoga contemporáneo: T.K.V. Desikachar, B.K.S. Iyengar y K. Pattabhi Jois. La publicación del libro de Iyengar en 1966,