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Georg Christoph Lichtenberg - Aforismos

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Georg Christoph Lichtenberg Aforismos

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Georg Christoph Lichtenberg protestante ateo racionalista subjetivo e - photo 1

Georg Christoph Lichtenberg, protestante ateo, racionalista subjetivo e indomable moderado, Lichtenberg es una de las figuras más interesantes de la Ilustración alemana. Su confianza en el futuro y en los poderes de la razón lo llevó a anotar toda suerte de reflexiones personales sin buscar imponerlas a la posteridad. Sus aforismos carecen del carácter cerrado del género; por el contrario, son indagaciones sobre el discurso propio; no son verdades absolutas sino cuestionamientos sobre la verdad, chispas de ingenio poético y ascensos al paraíso infernal de la ironía; todas estas características convierten a Lichtenberg en un excepcional profeta de nuestra modernidad.

Georg Christoph Lichtenberg Aforismos ePub r11 mandius 041016 Título - photo 2

Georg Christoph Lichtenberg

Aforismos

ePub r1.1

mandius 04.10.16

Título original: sudelbücher

Georg Christoph Lichtenberg, 1902

Traducción: Juan Villoro

Edición: Juan Villoro

Editor digital: mandius

ePub base r1.2

AFORISMOS I EL HOMBRE EN LA VENTANA FRAGMENTOS AUTOBIOGRÁFICOS HOY le permití - photo 3

AFORISMOS
I. EL HOMBRE EN LA VENTANA:
FRAGMENTOS AUTOBIOGRÁFICOS

HOY le permití al Sol levantarse antes que yo […].

*

Considero que Schölzer es un hombre que no merece mis elogios, pero cuyos elogios preferiría a los de muchos otros.

*

Me gustaría haber tenido a Swift de barbero, a Sterne de peluquero, a Newton en el desayuno y a Hume en el café.

*

Él me desprecia porque no me conoce. Yo desprecio sus acusaciones porque me conozco.

*

Varias veces he sido censurado por faltas que mi censor no tuvo el ingenio o la energía de cometer.

*

¿Crees que persigo lo singular porque desconozco lo hermoso? No, porque tú desconoces lo hermoso busco lo singular. Para él, el mundo era una muchacha, 150 libros y una perspectiva de una milla alemana de diámetro.

*

Carácter de una persona que conozco

Su cuerpo está constituido de tal modo que si un mal dibujante lo pintara en la oscuridad sólo podría mejorarlo. Si tuviera la posibilidad de alterarlo, le daría menos relieve a ciertas partes. En la que respecta a la salud (que, dicho sea de paso, nunca ha sido la mejor) siempre ha estado bastante conforme, pues tiene el don de aprovechar en alto grado los días saludables. La imaginación, su más fiel compañera, no lo abandona nunca. Se asoma a la ventana, la cabeza apoyada entre ambas manos, y aunque el paseante de la calle sólo percibe una cabeza asomada con melancolía, él suele aprovechar ese momento para hacerse la silenciosa confesión de que ha gozado en grande. Sólo tiene unos cuantos amigos; en realidad sólo le ofrece su corazón a la persona que está con él, pero conserva el corazón abierto para muchos ausentes. Su amabilidad hace que muchos lo tomen por su amigo, y él los trata así por ambición y afecto, pero no por el instinto que lo hace frecuentar a sus verdaderos amigos. Sólo ha amado un par de veces, una no infelizmente, la otra felizmente. Adquirió un buen corazón sólo por buen humor y liviandad; aunque con frecuencia se olvida de ambos, siempre venera al buen humor y la liviandad, las cualidades de su alma que le han proporcionado las más placenteras horas de su vida. Si pudiera escoger otra vida y otra alma, ignoro si escogería otras en caso de que pudiera volver a tener las suyas. Desde niño ha pensado de manera muy libre en materia religiosa, pero nunca aspiró al honor de ser un espíritu emancipado, aunque tampoco al de creer en todo sin excepción. Puede rezar con convicción y nunca ha podido leer el 90º salmo sin ser presa de un sentimiento elevado e indescriptible. Por ejemplo, Antes de ser engendrados los montes es para él infinitamente más que ¡Alabad, alma mía, a Yahvé! No sabe qué odia más, si a los jóvenes oficiales o a los jóvenes predicadores; no podría vivir mucho tiempo con ninguno de los dos. Su cuerpo y sus ropas rara vez son apropiados para reuniones oficiales, y sus convicciones rara vez han sido… suficientes. Su máxima aspiración: tres platos al mediodía y dos para la noche, con algo de vino; la menor: tener todos los días papas, manzanas, pan y también algo de vino. Se sentiría infeliz si tuviera más o menos; cuando ha vivido fuera de estos límites invariablemente se ha enfermado. Leer y escribir es para él tan necesario como comer y beber, y espera que nunca le falten libros. Piensa mucho en la muerte y nunca con repulsión; quisiera poder pensar en todo con la misma tranquilidad. Desea que su creador le reclame con suavidad la vida de la que no fue un propietario muy económico, aunque tampoco muy derrochador.

*

Cuando se acerca un conocido me aparto de la ventana, no tanto para ahorrarle el trabajo de hacerme una reverencia, sino para ahorrarme el bochorno de que no la haga.

*

Los recursos de los que me he servido son la espada y la balanza, además de la píldora dorada.

*

Si al cielo le pareciera útil y necesario volverme a editar en la vida, me gustaría comunicarle algunas vanas observaciones que se refieren, sobre todo, al dibujo del retrato y al plan general.

*

El 24 de julio, a las dos y media de la tarde, nació muy felizmente mi séptimo hijo, un niño. Me conmoví mucho. El mismo día recibí una carta de mi hermano, fechada el 20 de julio en Gotha. En ella relata que adoptó al pequeño hijo del carpintero Paul, a pesar de que el padre aún vive. Dice que es uno de los niños más hermosos que jamás ha visto y que le parece, como a ciertos romanos, más agradable educar hijos ajenos que tomarse el trabajo de crear los propios. Deseo tomarle la palabra al respecto y darle a educar suficientes hijos ajenos, con los que tiene mayor relación que con el del carpintero Paul: los míos, hechura de su hermano.

La carta de mi hermano contiene excelentes recuerdos del inolvidable día en que murió mi padre. Esto se debe a la fecha. Su carta era respuesta a la que yo le envié el 17 de julio, día de la muerte de mi padre (17 de julio de 1751). Seguramente mi querido hermano adoptará a mi hijo si se le presenta de tal modo que le recuerde a nuestra madre.

*

Viví en una casa donde aprendí el sonido y el tono de cada peldaño de la vieja escalera de madera; también el ritmo al que repercutía cada uno de los amigos que iba a verme. Debo confesar que temblaba cada vez que un par de pies tocaba los escalones en un tono desconocido.

*

Cuando hablo con alguien advierto de inmediato si es flexible o cede a la menor presión. Todos los barberos son blandos […].

*

En ocasiones paso ocho días sin salir de casa y vivo muy contento. Un arresto domiciliario de la misma duración me enfermaría. Si hay libertad de pensamiento uno se mueve con ligereza en su círculo; si hay control de pensamiento, aun las ideas permitidas llegan con gesto asustadizo.

*

Soy inepto como censor tan sólo por el hecho de que cada letra manuscrita, excepción hecha de la propia, es para mí como una traducción a un idioma que no puedo tomar a la ligera, y esto distrae siempre.

*

Como había más bilis que fundamentos en mis proyectos, me agoté antes de emprenderlos.

*

Me precipité. Lo hice con el ardor sin el cual mi vida valdría menos; pero un poco antes de dormirme me hice amargos reproches para mitigar un golpe de bastante peso moral.

*

¡Ah, cuántas veces me habré confesado a la noche, con esperanzas de que me absuelva! ¡Y no lo ha hecho!

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