PRIMERA PARTE I Si ya es malo que el hombre abomine…,
más ingrato es que lo haga consigo mismo. II Nadie es más sordo y ciego
que quien quiere serlo. III Es sabido que el hombre ha de tener lucidez,
y separar así la razón de sus sombras. IV El león siempre acaba venciendo a la gacela. V Aquel tipo, un tanto vago, decidió no dar golpe. Solo cuando alguien llama a su puerta, él se pone a trabajar con ardiente fogosidad.
VI Hasta a lo más sencillo hay que darle una vuelta de tuerca, de tal forma que pueda avanzar en el orden de las cosas. VII ¿Quién detiene el tiempo? Nadie. Porque el tiempo es demasiado veloz para detenerlo... VIII Conocí a una mujer, ya entrada en años, pero que aún conservaba restos de belleza inmaculada en su cara. IX Para muchos, el tiempo solo significa sumar a lo vivido lo por vivir. X ¿Por qué escasean los grandes hombres? Y nada se dice de esos sabios, que señalan con el dedo de la sabiduría.
XI Mala suerte de los que aman y trabajan… ya que pronto acabarán cubiertos de tierra y olvido. XII Ya no se puede cambiar el pasado. Pronto será mañana. Y es otro día. XIII Para los que estudian, el mundo resulta felizmente bello, y hasta les crecerán las hormonas de su memoria. XIV Las palabras inútiles empobrecen los textos literarios.
XV Para aquellos que viajan, qué bellamente rueda el mundo ante sus ojos. XVI El coraje es la fuerza de los hombres curtidos. XVII Si ya es penoso ser roído por el hambre y la miseria…, todavía es peor sentirse ignorado. XVIII Por más que fuese cierto… no es bueno alardear diciendo que «somos dueños de abundantes riquezas». XIX No es cierto lo que dicen de la dulce vejez... XX Del éxito al fracaso hay solo un paso.
XXI La magnanimidad es un peso pesado de las personas valerosas. XXII ¿Qué importa que sea un baile de máscaras? Importa que la gente se divierta. XXIII La soledad es un tiempo solemne para pensar en muchas cosas. XXIV Los aventureros son esas personas que se adentran en lo desconocido, y luego nos cuentan sus hazañas. XXV Cada uno es como es, no como los otros desearían que fuera. XXVI Me entusiasmé frente a aquel inmenso espacio borrado del infinito.
XXVII Dichosos los que ignoramos el día en que nos llegará la muerte. XXVIII A menudo, cuanto se dice y escucha es pura inocuidad. XXIX Aunque lo están maltratando verbalmente, él pretende ignorarlo con la respuesta del silencio. XXX El solo hecho de vivir con ilusión, hace que uno se crezca como empinado ciprés. XXXI No os cuento una evidencia, solo un sencillo pensamiento, sacado del fondo de mi memoria: «¿cómo meter el mundo en un bolsillo?». XXXII ¿Qué clase de persona debe de ser ese hombre, para decir siempre lo contrario de lo que piensa y siente? XXXIII Sé bien que eres el aire que nunca acaba en viento.
XXXIV Cuento los años por lo mucho perdido y lo escaso ganado. Y que nunca me falte el plato de lentejas. XXXV No es bueno pensar en lo imposible, ni en los sueños ni en el dolor... Y sí en uno mismo. XXXVI A los que calumnian, sobre todo a los que se precian de honrados, habría que lavarles la lengua con sosa caústica. XXXVII Una ciudad vacía de palabras es un lugar donde nadie te espera.
XXXVIII Fue salir de mi casa y ya me cerré para siempre la puerta de la felicidad. XXXIX Silencio fantasmal: y lejos, una lluvia copiosa, y esos fantasmas que nunca existieron. XL Aquella mirada suya invitaba al reencuentro. XLI Muéstrame otro camino, otra luz, otra muerte… Así conoceré más cosas de tu vida. XLII Lo cierto es que mañana seré un día más viejo. XLIII Sé que no iba bien por aquel camino, que nunca debí haber tomado.
Y al final me perdí. XLIV En casa del pobre se oyen más llantos que risas. XLV Para hacer cosas grandes en la vida, hay que ser libre e inteligente. XLVI Los hechos que me dieron cumplida razón sobre lo de aquel horrible crimen, son hoy los mismos que sigo presentando a la justicia. Y así seguiré. XLVII Si no hubiese nacido en la esquilmada tundra, y sí en aquellos llanos de claridad sonora, sería otra persona bien distinta.
XLVIII Hasta los más valientes ocultan sus muchos momentos de vergonzosa cobardía. XLIX Solo el tiempo y la infinita paciencia de tantas personas, descubrirán al fin lo que se halla oculto. L Fugaz, un instante breve, uno de esos momentos en que el demonio me roba y desaparece como por encanto. LI Iba ansioso por verla, cuando ni siquiera estaba allí todavía… Solo que yo la imaginaba llegando. LII Las obras monumentales necesitan un fuerte empuje del corazón humano. LIII Siempre nos aproximamos a lo que más se asemeja a nosotros mismos.
LIV No está claro lo que se dice de que no interesa que se entienda. Eso se llama, sencillamente, trampa. LV Pobreza y codicia representan a dos mundos del todo opuestos. LVI Qué bellas son las lágrimas y el canto a la alegría; y qué duras y tristes las que manan dolor. LVII La esperanza me ayuda al devenir del tiempo. LVIII Y es que es mejor esperar que correr tras su busca… Pues son cosas que pasan…, o que pueden pasar.
LIX Un puñado de luz se hizo palabra. LX La soledad es un páramo, raso, sin apenas frontera ni límites, sin una voz siquiera, sin un beso… Es la muerte. La pura iniquidad. LXI La vanidad destruye al hombre. LXII Yo mismo soy de un pueblo de altas esquinas blancas, y un beso en el camino me ha arrastrado hasta aquí. LXIII Lo que no se ve, es como si no existiera.
LXIV Un abogado trabaja en su bufete. Va anotando detalles sobre el juicio de maña. Y ya allí comenzará a enredar. LXV La vida no se cuenta por los años vividos, sino por lo que hicimos o dejamos de hacer. LXVI Que hoy he cantado más que nunca, es cierto; será por el silencio que ayuda a oír mi voz. Sea por lo que sea, hoy me siento feliz.
LXVII El perdón es un hermosísimo acto del hombre. LXVIII Si ya es difícil vivir, más doliente es sentir los escalofríos de la muerte. LXIX La vida es bella, pero solo hay dos caminos. Aunque no te ilusiones, ya que solo uno vale para elegir. LXX Muchos desconocen por completo cuánto se les estima... LXXI Si he llegado con retraso, es porque aquí hay siempre abismos que chocan contra el viento… Y yo me tengo que sentar.
LXXII Tanto tiempo purgando los pecados que nunca cometimos. LXXIII Contemos las lágrimas de la verdad. Sí: esas que ya se van secando por el camino. LXXIV La vida en tanto vives todo resulta bello. LXXV No por alargar un poco el contenido de una conferencia resulta más didáctica o deleitable. LXXVI Los miedos infundados son del todo doblemente perjudiciales para la salud del hombre.
LXXVII Es peor que una tragedia… ¡Mira que ser incapaz de reconocerse a sí mismo! LXXVIII Nada sabe uno de cuando nació; pero va creciendo y comienza a reaccionar. El tiempo vuela. LXXIX La salud —el bien más preciado del ser humano— es el estado en el cual el organismo ejerce normalmente sus funciones. LXXX Ahora la existencia es igual que en cualquier tiempo: noto soledad, siento alegría, siento vida y respiro amor. LXXXI El amor da un salto y convierte la melancolía en sonrisa. LXXXII Pocas cosas cobran significados tan nobles y sinceros como la verdad.
LXXXIII Hay quien en su vida llora alguna vez; otros lo hacen de vez en cuando. El resto, cada día. LXXXIV El lento paso de los pies me lleva a ti, por lo que, en vez de un final, se diría que se trata de un comienzo. LXXXV Este bello texto, leyendo la solidez y claridad de su prosa, es claro que se trata de un escritor ya reconocido desde la primera página. LXXXVI Nada hay tan cruel e inhumano como matar por amor. LXXXVII Se nace a la vida.
Y cuando vas creciendo, empiezas a reaccionar. Para acabar siendo aquel que nunca fuiste. LXXXVIII No se lucha para abrazar la felicidad, se hace con cariño, para preservarla. LXXXIX A veces sufres y sufres... Y lo sabes. Pero continúas sufriendo… XC ...Con todavía el labio mordido por el beso.