A pesar de haber puesto el máximo cuidado en la redacción de esta obra, el autor o el editor no pueden en modo alguno responsabilizarse por las informaciones (fórmulas, recetas, técnicas, etc.) vertidas en el texto. Se aconseja, en el caso de problemas específicos —a menudo únicos— de cada lector en particular, que se consulte con una persona cualificada para obtener las informaciones más completas, más exactas y lo más actualizadas posible. EDITORIAL DE VECCHI, S. A. U.
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PRÓLOGO
La medicina china tiene 3.000 años, al menos si nos basamos en la antigüedad de los textos «sagrados» que nos han legado los chinos.
Dichos textos —que tratan del «interior del hombre» y de los métodos para mantener la salud de cada uno como si se tratara de ajustar un reloj— poseen un aroma oriental conmovedor por su aparente inocencia y por el desarrollo armonioso y ágil de las explicaciones.
De ellos se desprende que el hombre es como un microcosmos cuyo ritmo se ajusta a las fluctuaciones del universo más próximo y el universo más lejano que lo rodean. Las estaciones, los ciclos lunares, los días y las noches hacen vibrar el microcosmos humano del mismo modo que cuando pulsamos las cuerdas de un instrumento siguiendo el ritmo de la pieza musical y las variaciones de la melodía. Asimismo, las circunstancias del interior del individuo, con sus perturbaciones, sus variaciones de luz y de sombra, sus alegrías y sus sufrimientos, repercuten en su salud. Pero nada de ello se debe al azar.
Nuestros antepasados atribuían los desajustes de un órgano en concreto al exceso de un determinado sentimiento o a una particular energía climática o estacional desafortunada.
A modo de ejemplo, demasiado viento era causa de malestar en el hígado, pero este mismo órgano se veía influido positivamente por el tiempo seco. El corazón es sensible a la alegría, aunque esta no debe ser demasiado intensa. También se muestra receptivo al calor, que, si es excesivo, impide su buen funcionamiento.
A lo largo del libro veremos que todos estos principios han sido sistematizados por los orientales siguiendo unas normas precisas. Aunque a menudo estas no se ajustan al espíritu occidental, no carecen de una lógica interna... con la que intentaremos familiarizarnos a grandes rasgos.
Trataremos de comprender la disposición de los meridianos de acupuntura, las líneas de fuerza que pasan bajo la superficie de la piel descritas por los chinos desde hace tiempo y cuya existencia ha sido confirmada por la ciencia actual.
¿A qué corresponden los meridianos?
¿Por qué hay un meridiano de la vesícula biliar, sobre el cual es posible tratar los cólicos hepáticos, las migrañas o los vómitos, aunque en Occidente estos síntomas no se atribuyan a la vesícula?
Vemos que se trata de la sangre que circula dentro de nosotros, transmitiendo los mensajes desde el corazón, el centro, hacia los tejidos periféricos.
La acupuntura defiende que, al lado de la sangre, pero por otros caminos, circula dentro de nosotros una energía igualmente importante que los chinos denominan aliento.
¿De dónde procede este aliento? ¿Hacia dónde va? ¿Cuáles son los caminos que toma?
Finalmente, veremos para qué sirve la acupuntura, los servicios que puede prestarnos y en qué campos nos resultará más útil.
PRESENTACIÓN GENERAL DE LA ACUPUNTURA
¿Por qué nació la acupuntura en China?
Sin duda, incluso hoy en día resulta extremadamente difícil responder a esta pregunta. Pero lo que sí resulta cierto es que todos los estudios sobre la historia de la acupuntura convergen hacia lo que se denomina el Imperio del Centro...
Según Tymowski, la acupuntura nació en el fértil valle del río Amarillo, en las costas septentrionales del mar de China. Desde el noreste, la práctica de esta medicina se extendió de costa a costa por todo el imperio, cruzó el mar de Japón y conquistó todo el Extremo Oriente.
En Europa se introduce en una época reciente, concretamente en el siglo XVIII , cuando unos padres jesuitas que estaban de misión en China vuelven subyugados por la historia de la acupuntura y, según se explica, llegan incluso a distraer a la corte del Rey Sol con anécdotas e historias referentes a ella.
Catherine Despeux, que no otorga crédito a las leyendas y realiza de forma rigurosa sus investigaciones sobre la historia de la medicina china, menciona el hecho de que bajo las primeras dinastías imperiales que se conocen —entre los siglos XVI y XI a. de C.— la medicina estaba en manos de los chamanes. La parte esencial de la terapia consistía entonces en exorcismos, encantamientos, plegarias, incluso sacrificios. A continuación apareció el uso de sustancias medicinales, además de otros métodos naturales, entre los que se encontraba el empleo de punzones de piedra con el propósito de efectuar pequeñas heridas en ciertos puntos dolorosos del cuerpo.
Catherine Despeux precisa que, según los estudios efectuados sobre los utensilios de acupuntura descubiertos en distintos lugares de China, dichos objetos tenían distintas formas y usos. Algunos de ellos —de forma plana y redondeada— se utilizaban para calentar una parte del cuerpo, otros para masajear, algunos —que tenían forma de cuchillo de un solo filo— servían para efectuar incisiones, y otros —semejantes a agujas triangulares— se usaban para hacer sangrías; por último, algunos utensilios se utilizaban para hacer incisiones en tumefacciones y abscesos.
Edicto imperial aparecido durante el reinado de los Han (siglo iii a. de C.)
«Lamento todo lo que mis gentes impedidas por las enfermedades no me pagan en impuestos y trabajos obligatorios. Mi deseo es que no se les proporcionen medicamentos que los envenenan y que no resultan más útiles que los antiguos punzones de piedra.
»Deseo que se utilicen las misteriosas agujas de metal, con las que podemos conducir la energía.»
Los historiadores discuten acerca del material con que se hicieron las primeras agujas: bambú, hueso, piedra tallada, piedra pulida, metal. El orden en que se ha presentado la lista de materiales se corresponde probablemente con el orden de su aparición cronológica.
De todos modos, eso no nos explica cómo se descubrió el principio terapéutico de la acupuntura.
Hay tres hipótesis plausibles:
a) se constató de forma empírica el efecto terapéutico de ciertas heridas producidas en los combates o bien de forma accidental;
b) se observó que algunos problemas relativos a las vísceras venían acompañados de una determinada proyección sobre la capa epidérmica, con lo que se tuvo la idea de herir deliberadamente la zona de proyección con fragmentos de sílex o de piedra;
c) era costumbre en ciertos pueblos (tanto de China como de otras zonas) grabar sobre la piel determinados signos distintivos. Este gesto supersticioso o ritual tenía unas consecuencias de tipo terapéutico que primero fueron observadas y luego reproducidas. De acuerdo con esta hipótesis Ferreyrolles afirma: «Puesto que la necesidad de los signos grabados cesó con el progreso de la civilización, su uso se perdió en la mayoría de las culturas; el remedio se conservó sólo entre los chinos y sus vecinos, los japoneses, quienes consideran que las primeras instituciones son sagradas y que nada puede superar a los antepasados».