PEDRO SALMERÓN SANGINÉS
LA BATALLA
POR
TENOCHTITLAN
Con la colaboración de
EDNA LÓPEZ SÁENZ
FONDO DE CULTURA ECONÓMICA
Primera edición, 2021
[Primera edición en libro electrónico, 2021]
D. R. © 2021, Fondo de Cultura Económica
Carretera Picacho-Ajusco, 227; 14738 Ciudad de México
Comentarios:
Tel.: 55-5227-4672
Diseño de portada: Laura Esponda
Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra, sea cual fuere el medio. Todos los contenidos que se incluyen tales como características tipográficas y de diagramación, textos, gráficos, logotipos, iconos, imágenes, etc. son propiedad exclusiva del Fondo de Cultura Económica y están protegidos por las leyes mexicana e internacionales del copyright o derecho de autor.
ISBN 978-607-16-7188-2 (ePub)
ISBN 978-607-16-7113-4 (rústico)
Hecho en México - Made in Mexico
ÍNDICE
Pedro
Este libro es para Leonardo Lomelí,
Luis Fernando Granados, José Ángel Solorio,
Martí Batres, Irma Eréndira Sandoval,
Federico Anaya, Esther Sanginés y, obvio,
para Gaby, María y Pablo.
Edna
A Joel López y Alicia Sáenz,
grandes maestros de vida.
A mis hijos Luis y Maxi.
Y al equipo integrado por
Andrés Centeno, Alejandro Bernal
y Aideé Ramírez, por lo que aprendimos.
ENTRADA
La “conquista de México” se nos presenta como una de las más grandes hazañas militares de la historia, puesto que 400 o 1 000 valientes y su esforzado capitán sojuzgaron a un poderoso y floreciente imperio. Se nos ofrece como un triunfo de la modernidad sobre el atraso, pues fueron las armas modernas, la ciencia, la forma de pensar y la cultura política moderna las que permitieron esa asombrosa victoria. Ante nuestros ojos aparece como un momento clave en la historia de la civilización, por cuanto entraña la primera mundialización del capitalismo y da origen a la modernidad.
También se nos presenta como un brutal genocidio. Se nos presenta como una empresa abocada a destruir una alta cultura que resulta mucho más humana y armónica que la occidental, en una cadena de acciones perpetradas por mero afán de lucro y dominio. En fin, se erige ante nuestra vista como el traumático origen de la nación mexicana y de nuestro ser mestizo, pletórico de insuficiencias, accidental.
¿Es cierto todo eso? En realidad, casi ninguna de esas afirmaciones se sustenta en los sucesos políticos, militares, sociales y epidemiológicos ocurridos en una parte de lo que hoy es México en los años que van de 1519 a 1521. De hecho, trataremos de mostrar que hasta el término “conquista de México” es discutible.
¿Cómo lo mostraré? ¿Cómo discutiré con quienes han escrito antes esta historia? Puedes, lectora o lector amigo, empezar a leer este libro por la parte V, “Discusiones y definiciones” (también puedes proceder de ese modo si quieres aclarar algunas nociones sobre “España” y “Mesoamérica”, o precisar las ideas que se tenían acerca de la guerra, así como de las armas y formas de luchar), o, en cambio, entrar en la historia misma y acompañarme a Guanahaní, Cuba y Champotón, antes de llegar al Anáhuac, en esta relación de la batalla por Tenochtitlan, que viene a ser una parte pequeña pero muy intensa dentro del conjunto integrado por la irrupción española y las guerras mesoamericanas.
I. ENCUENTROS
1. CHAMPOTÓN
La civilización azteca no concluyó a consecuencia de su edad senil, sino asesinada trágicamente. Sucumbió con heroísmo espartano, cortada como una bella y tardía flor de otoño, y para ello bastaron […] un par de malos cañones, algunas carabelas y un centenar de arcabuces.
SALVADOR TOSCANO
SEGÚN las explicaciones tradicionales, uno de los elementos fundamentales —quizá el decisivo— para la derrota de México-Tenochtitlan fue la confrontación entre modernidad y atraso, en materia de pensamiento militar y de desarrollo tecnológico. Dichas versiones hacen patente que las armas de fuego y acero, los caballos y una estrategia político-militar dirigida a la derrota y la dominación fueron claramente superiores a la tecnología y la mentalidad nahuas, y se impusieron sobre ellas.
Nos han contado que el Códice Florentino es una de las principales “fuentes indígenas” (a partir de aquí las llamaremos “cuasiindígenas” o “de tradición indígena”, por razones que puedes hallar en el capítulo 38). ¿Qué dice esta obra sobre ello? Cuenta que cuando los mensajeros que había enviado a Veracruz para entrevistarse con Cortés le entregaron sus informes, a Moctezuma
[t]ambién mucho espanto le causó el oír cómo estalla el cañón […] y cómo se desmaya uno; se le aturden a uno los oídos.
Y cuando cae el tiro, una como bola de piedra sale de sus entrañas; va lloviendo fuego, va destilando chispas […]
Pues si va a dar contra un cerro, como que lo hiende, lo resquebraja, y si da contra un árbol, lo destroza hecho astillas […]
Sus aderezos de guerra son todos de hierro: hierro se visten, hierro ponen como capacete a sus cabezas, hierro son sus espadas, hierro sus arcos, hierro sus escudos, hierro sus lanzas.
Los soportan en sus lomos sus “venados”. Tan altos están como los techos.
Los relatos están llenos de las escenas de terror y espanto que causan las armas de fuego, los caballos, los perros y hasta el aspecto de los castellanos. Y así ha llegado a nosotros la historia. Esas narraciones también ponen de relieve el grado en que ha cundido la “superstición” entre los nativos, que ven “dioses” en los hombres “rubios” cubiertos de hierro: “Solamente aparecen sus caras”, continúa el Códice Florentino. Asimismo, insisten en el azoro que causan los efectos de estas armas y la aparición de los caballos sobre los mayas y tlaxcaltecas en 1519 y sobre los mexicas en 1520. No abundemos de momento en el hecho de que la guerra contra los mexicas inició muchos meses después de las batallas de Tlaxcala, lo que elimina el supuesto efecto sorpresivo de los instrumentos de guerra y de los equinos para el caso mexica. Pensemos que hacía al menos una generación que en Mesoamérica se conocía la existencia de los españoles. Empecemos a contar la historia.
Todos sabemos que, en 1492, el almirante Cristóbal Colón llegó a la isla de Guanahaní y, a partir de entonces, los europeos empezaron a navegar el Caribe y a ocupar sus islas y costas. Y, aunque ninguna de las altas culturas mesoamericanas tenía un puerto ni una flota (vivían de espaldas al mar ardiente y tempestuoso; a diferencia del Mediterráneo, el Caribe no conectaba civilizaciones, por no hablar de la escasez, la virtual inexistencia de puertos naturales en el Golfo de México), sí había pueblos pesqueros en contacto con los distintos puntos de dicho mar.
De este modo, aunque se desentendieran de éste, no pudieron sustraerse a su radical y rapidísima transformación, que así cuenta Germán Arciniegas:
Cuando llegaron las naves de Colón, el Caribe pasó, de súbito, a ser cruce de todos los caminos. Por primera vez los pueblos de este hemisferio se vieron las caras. Y se las vieron las de todo el mundo. De Europa llegaron los que venían a hacer su historia, a soltar al viento una poesía nueva. El Caribe empezó a ensancharse y a ser el mar del Nuevo Mundo.