C on este libro cierro un largo proceso de investigación iniciado formalmente en 1995, cuando diseñé mi tesis de licenciatura, con la idea de este libro en la cabeza. Por lo tanto, la lista de agradecimientos es enorme. En estricto sentido, deberían estar en la lista de agradecimientos cuantos han acompañado mi formación como historiador. Por lo tanto, mi primera idea fue consignar esto y ahorrarme la lista. Como no cabe tal cosa, la escribo, a riesgo de cometer omisiones.
Pongo en primer lugar las gratitudes institucionales: a la Facultad de Filosofía y Letras y al Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM, donde me formé como historiador y obtuve los tres grados canónicos del gremio, entre 1992 y 2003. A el CONACyT, que me becó para obtener los grados de maestro y doctor y que me sigue becando en mi condición de miembro del Sistema Nacional de Investigadores. Al Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México, donde trabajé de 2002 a 2007. A la Escuela Nacional de Antropología e Historia, en la que trabajé de 2007 a 2009. Y al Instituto Tecnológico Autónomo de México, mi casa.
En varios espacios he tenido el privilegio de difundir y discutir mis posiciones como historiador y, por lo tanto, matizarlas, moderarlas, mejorarlas. En primer lugar la Brigada para Leer en Libertad, de los jefes Paloma Saiz y Paco Ignacio Taibo II, y Marina, Pepe, Beatriz, los dos Eduardos, Beatriz, Salvador, Daniela, Belarmino y los demás. Por supuesto el privilegio de tener un espacio quincenal en La Jornada , gracias a Carmen Lira y Luis Hernández Navarro, donde he tenido el privilegio de su amistad, así como la de Pedro Miguel y Rafael Barajas “El Fisgón”, cuatro de los más admirables y valientes periodistas mexicanos. El Observatorio de la Historia y su blog colectivo El presente del pasado , que coordinan Luis Fernando Granados, Halina Gutiérrez Mariscal y Fernando Pérez Montesinos. Los Foros de La Jornada -Casa Lamm, diseñados por Ángel Guerra Cabrera. El programa de radio Conversaciones sobre historia , dirigido por Javier Garciadiego. Ánima films y los pibes: los dos Sebastianes, los dos Matías, Facundo, Nacho y Víctor. Y por último, pero no menos importante, los cursos de formación de jóvenes, escuelas de cuadros y conferencias en muy diversos espacios del Movimiento Regeneración Nacional, por invitación de Andrés Manuel López Obrador, Paco Ignacio Taibo II, Martí Batres, Froylán Yescas, Patricia Ortiz, Tomás Pliego, Jesús Ramírez Cuevas, Héctor Díaz Polanco, y otros dirigentes nacionales y locales.
La lista de gratitudes individuales debe iniciar con mis maestros, aquellos a quienes debo mi vocación de historiador y las maneras de enfrentarme a la historia, aunque ellos no tengan la culpa de mis defectos como científico Adolfo Gilly, Alfredo López Austin, Álvaro Matute Aguirre, Arnaldo Córdova (q. e. p. d.), Carlos Martínez Assad, Esther Sanginés, Friedrich Katz, Javier Garciadiego, Josefina MacGregor, Paco Ignacio Taibo II y Sofía García-Iglesias (q. e. p. d.).
En fin, todos los amigos y colegas con los que he discutido y con los que me he formado. Una lista nada exhaustiva, apenas indicativa, debe incluir a Adriana Jiménez, Agustín Sanginés García, Alejandro de la Torre, Alejandro Guevara Sanginés, Alejandro Hernández, Alejandro Moreno Álvarez, Alejandro Rosas, Alfredo Ávila Rueda, Alicia de los Ríos, Alma Maldonado, Ana Elena Payán, Antonio Campuzano, Antonio Ruiz Jarquín, Antonio Villegas, Ariel Rodríguez Kuri, Armando Alarcón Amézquita, Armando Bartra, Aurora Vázquez Flores, Beatriz Gutiérrez Müller, Carlos Barreto Zamudio, Carlos Betancourt Cid, Carlos González Herrera, Carlos Melesio Nolasco, Carmen Collado, Carmen Contreras, Catherine Andrews, Cecilia Peraza Sanginés, César Navarro Gallegos, Claudia Garza, Claudia Sanginés Sayavedra, Daniel Librado Luna, Daniela Andrade, Dolores García-Pimentel, Édgar Hernández Ledward, Eduardo Fernández Schettino, Eduardo Pascual, Elsa Aguilar Casas, Eduardo de la Garza, Emma Sanginés García, Enrique Plasencia de la Parra, Enrique Krauze, Ernesto Schettino, Eric Magar Meurs, Esperanza Brizuela García, Evelia Trejo Estrada, Federico Estévez Estévez, Felipe Castro Gutiérrez, Felipe Curcó Cobos, Francisco Pérez-Arce, Francisco Pineda, Gabino Martínez (q. e. p. d.), Gabriel Benavides, Gabriela Sanginés García, Georgette José Valenzuela, Gerardo Alvarado, Gerardo Díaz Flores, Gerardo Lara Cisneros, Gerardo Moreno Aranda, Gladys Coral, Glafira Franco Franco, Héctor Aguilar Camín, Héctor Sanginés García, Horacio Vives Siegl, Ignacio Almada Bay, Isabel Sanginés Franco, Iván Valdez Bubnov, Jacinto Barrera, Jaime Montell García-Iglesias, Javier Villarreal Lozano, Jesús Hernández, Jesús Méndez Reyes, Jorge Belarmino Fernández, Jorge Robles, Jorge Schiavon, José Ángel Solorio, José Antonio Bueno, José Carlos Mora García, José Joaquín Blanco, Juan Guevara Sanginés, Laura García Duarte (q. e. p. d.), Laura Espejel, Leonor Sanginés García, Libertad García Cabrales, Lucía Melgar, Luis Godoy, Luciano Concheiro, Luis F. Barrón, Luis Manuel Sanginés, Luis Romo Cedano, Lutz Keferstein, Manuel Ceballos, Marcela Terrazas Basante, Marco Antonio Landavazo, Marco Arturo Montell, Margarita Guevara Sanginés, Margarita Mendoza, María José Garrido, María José Rhi-Sausi, Marina Taibo III, Mario Camarena Ocampo, Mario Contreras Valdés, Martha Cebollada, Miguel Ángel Ibarra Bucio, Octavio Herrera Pérez, Pablo Rendón Garrido, Pablo Serrano Álvarez, Paola Cecilia Gutiérrez, Pavel Navarro, Pelayo Gutiérrez, Raquel Sosa, Rafael Guevara Fefer, Ramón Lagos, Rebeca Monroy, Renato González Mello, Ricardo Pérez Monfort, Roberto Sanginés García, Rodrigo Díaz Maldonado, Rolando Cordera, Romana Falcón, Sabrina Baños, Salvador Cardona de los Ríos, Salvador Cardona Sanginés, Salvador Castro, Santiago Portilla, Sergio Miranda Pacheco, Teresa Álvarez Icaza, Teresa Márquez, Víctor Orozco, Vidal Romero León y Wilphen Vázquez Ruiz.
Muy particularmente, tengo que agradecer las recomendaciones, las críticas y las discusiones que he mantenido con Alexa Uribe, Bernardo Ibarrola, Felipe Ávila Espinosa, Jeffrey Welddon, Javier Garciadiego, Jesús Vargas Valdez, Leonardo Lomelí Vanegas, Luis Arturo Salmerón, Luis Fernando Granados, Mario Vázquez Olivera, Pablo Yankelevich, Paco Ignacio Taibo II, y Raúl González Lezama; así como con mis hermanos Andrea y Gabriel Salmerón Sanginés, Cristina y Refugio Pulido Llano, Estela Patiño, Jorge Russ y Jorge Haw.
Por supuesto, este libro es para quienes tienen mi corazón, para quienes escribo, para quienes trato de comprender este país y mejorarlo: mis hijos María y Pablo, y mi esposa, colega y compañera de vida, Gabriela Pulido Llano, quien además leyó el manuscrito y señaló sus principales problemas. Si este libro fuera el que Gaby leyó, sería otro, mucho mejor. Pero es este y es para ella.
C uentan que la historia la escriben los vencedores. Durante veinte años he rechazado esa frase y sus implicaciones, porque como historiador sé que los derrotados también cuentan su versión. Sin embargo, la historia de la derrota de la División del Norte y el Ejército Libertador del Sur ha sido contada, durante décadas, siguiendo el guion diseñado por quienes los derrotaron; por quienes tenían que destruir lo que estos representaban para imponer el modelo político bajo el cual vivimos. La versión de los vencedores, plagada de calumnias historiográficas, arranca con la premisa de que Zapata y Villa, con todo a su favor, perdieron porque no tenían un proyecto nacional. Tras casi dos décadas de investigación de archivo, de caminar los campos de batalla, de preguntar y preguntarme, encontré que quizá las cosas fueron de otro modo. En este libro intentaré narrarlo.