Janis Joplin ha pasado a la historia como un alma impulsiva y apasionada, un ser con un destino sentenciado por el dolor que generaba una de las voces más extraordinarias que ha dado la historia del rock. Joplin fue una leyenda del rock, una perfeccionista, una música erudita y apasionada que poseía un talento innato. Su estilo vocal llenó la brecha entre el blues tradicional y el hard rock, y sus actuaciones mostraron que su estilo podía ser sensual y romper a la vez los roles tradicionales de género. Desde su colorido guardarropa hasta sus comentarios ingeniosos y extraordinariamente abiertos a los medios, Janis Joplin se convirtió en un icono. Sin embargo, su impacto en la música y la cultura popular sigue siendo extrañamente subestimado en los libros sobre la historia del rock. Esta biografía corrige por fin esta distorsión.
INTRODUCCIÓN
«No te vendas. Eres lo único que tienes.»
J ANIS J OPLIN
Nashville, noche húmeda de septiembre. Ruby Boots calienta el Basement East mientras castiga su guitarra eléctrica y brama el «Piece of My Heart» de Janis Joplin. En su edición de 2018, el Americanafest, convención y festival de música anual de seis días de duración, rinde homenaje a los álbumes de 1968, y el disco revelación de Big Brother and the Holding Company, Cheap Thrills, se encuentra entre los seleccionados. Nacida en Perth, Australia, con el nombre de Bex Chilcott, Boots se enamoró de la música de Janis cuando era una niña que vivía al otro lado del mundo y escuchaba el irresistible y doliente soul de una voz que ni el paso del tiempo, ni la distancia, ni siquiera la mortalidad habían conseguido mermar. El público, conectado con la cruda pero audaz humanidad de esta canción, como cuando la propia Janis la descargaba en directo cincuenta años atrás, avanza en bloque hacia el escenario.
En el Americana Honors & Music Awards Show, la entrega de premios que se está celebrando en el Ryman Auditorium (antiguo marco del concierto de música country Grand Ole Opry), son muchas las discípulas de Janis que suben al escenario: la cantante, compositora y activista Rosanne Cash, admiradora de Janis desde su adolescencia, se lleva el premio Free Speech in Music; k. d. lang, la artista oriunda de Alberta (Canadá) que hizo pública su homosexualidad en 1991, recibe el Trailblazer Award. Las feroces actuaciones de Brandi Carlile, Margo Price y Courtney Marie Andrews, tres formidables vocalistas nominadas en varias categorías, delatan la influencia de Janis.
Antes de que Janis Joplin se convertiese fugazmente en el foco de atención, a estas cantantes no les habría resultado fácil encontrar un modelo de artista femenina comparable a la joven beatnik de Port Arthur, Texas. La mezcla de desenvuelto talento musical, sexualidad salvaje y exuberancia natural que alumbró a la primera mujer norteamericana estrella del rock lo cambió todo. Como tal, Janis aún proyecta su influencia sobre varias generaciones, artistas de toda condición, que abarcan el espectro de los géneros sexuales. Y, aunque su amor por los libros, su aguda inteligencia y su sueño de poseer un hogar con su valla blanca de rigor no eran las primeras señas de identidad que presentaba a sus fans, esos aspectos de su personalidad también determinaron cada uno de sus movimientos.
Lo mismo cabe decir de su espíritu innovador. La época que a Janis le tocó vivir ha pasado a la historia como la de la liberación de las ataduras propias de la década de los cincuenta; pero lo cierto es que en aquel entonces el rock era un club de hombres y poco más, y Janis fue víctima del atroz machismo de la prensa tanto comercial como contracultural, y del frío y a veces cruel desdén de los profesionales de la industria. Pero su llama no dejó de brillar. Armada de su fuerza de voluntad y de un talento sin precedentes, Janis demostró que el rock puede acoger a mujeres músicas, compositoras y fans que no piden perdón. La feminista Ellen Willis, crítica musical de la revista New Yorker en la década de los sesenta, definió a Janis como «la única heroína cultural de los sesenta que hizo visible y pública la experiencia de la búsqueda de la liberación personal por parte de la mujer». Patti Smith, Stevie Nicks, Cyndi Lauper, Chrissie Hynde, Kate Pierson (B-52) y Ann y Nancy Wilson (Heart) son algunas de las artistas que pasaron por la experiencia de verla actuar sobre el escenario. Fue entonces también cuando empezaron a intuir su propio futuro. El día que Stevie Nicks fue admitida en el Salón de la Fama del Rock & Roll en marzo de 2019, dijo que tocar en un programa con Janis en los años sesenta la transformó: «Su conexión con el público era tan increíble que dije: “Quiero hacer lo que ella hizo”».
A través de su influencia y del imperecedero trabajo que dejó, Janis Joplin continúa siendo un elemento esencial de nuestra música y nuestra cultura. Cuando repasamos los momentos clave de la historia del rock de los sesenta, Janis suele estar ahí: el Festival de Pop de Monterey; la vibrante escena del Haight-Ashbury de San Francisco; las calles, clubes y estudios de la ruda ciudad de Nueva York; Woodstock. Ha sido celebrada en exposiciones museísticas, montajes teatrales y películas. Su primer álbum en solitario, la ecléctica y valiente ruptura que fue I Got Dem Ol’ Kozmic Blues Again Mama!, suena tan nuevo hoy como en 1969, el año en que fue publicado. La actuación que dejó en el Monterey Pop, documentada por el director de cine D. A. Pennebaker, sigue concitando el aplauso entusiasta de una nueva generación de espectadores cada vez que se proyecta en salas y a través de los millones de visitas que sigue recibiendo en YouTube.
Cuando Janis irrumpió en el escenario de Monterey en junio de 1967, fuera de San Francisco pocos sabían cómo se llamaba aquella mujer. «¿Y esta quién es? —se preguntó Lou Adler, coproductor de Monterey—. ¿De dónde sale, con esas pintas, qué hace ahí, al frente de un grupo de chicos?» Chet Helms, promotor de la escena de Haight-Ashbury, apuntó una explicación cuando presentó a la artista sobre el escenario: «Hace tres o cuatro años, en uno de mis eternos periplos en autostop por el país, conocí a una chica de Texas que se llamaba Janis Joplin —explicó Helms a la desprevenida audiencia—. La oí cantar, y Janis y yo nos fuimos a la Costa Oeste en autostop. Desde entonces han pasado muchas cosas, pero hoy tengo el orgullo de presentaros el producto final: ¡Big Brother and the Holding Company!».