Palabras introductorias a la primera edición
E ste trabajo es el resultado de la cooperación de dos autores que se unieron para intentar, por primera vez en Costa Rica, una más clara comprensión del negro.
A través de su lectura, será posible llegar a la determinación de dos oleadas migratorias de este grupo étnico, a lo largo de la historia nacional. La primera ocurrió cuando en el tráfico esclavo colonial se le trajo al país para el servicio urbano y rural, sin libertad ni comprensión, como que no era más que una mercancía de comercio. Paulatinamente fue realizándose su liberación, de modo que la ley que los emancipó, a principios de la Independencia, fue de poco impacto social, por haber decaído el número de los siervos y el comercio esclavo africano. Sin embargo, este grupo fue lo suficientemente importante como para dejar la huella de su cultura y su sangre, en regiones como la del Pacífico Norte del país, especialmente.
La segunda oleada inmigrante provino de las Antillas, en particular de Jamaica, a partir de 1872. Casualmente una de las cosas que buscamos con este esfuerzo es conmemorar adecuadamente el primer centenario de esta inmigración jamaicana, cuyo puente directo entre Kingston y Limón, empezó el día 20 de diciembre de 1872, cuando llegó el primer barco con un número significativo de inmigrantes de ese origen, a Puerto Limón. El número creció y decreció según fueron menores o mayores las actividades de la construcción del ferrocarril y de la explotación bananera.
Esta explotación que pretendía ser ocasional, con el tiempo empezó a ser permanente, en muchos casos, involuntariamente permanente. Esto trajo como resultado, por un lado, un escaso o mínimo interés del Estado costarricense por este inmigrante de habla inglesa y de cultura tan diferente a la de nuestra nación. Por el otro, hubo falta de interés por comprender al pueblo en que se vivía, prefiriendo mantener su cohesión étnica y cultural con la cultura tradicional y su país de origen. Estas dos actitudes contribuyeron muy poco al desarrollo del proceso de integración social, de modo que fue frecuente incluso la práctica de dificultar la nacionalización del inmigrante negro, a la vez que tampoco existió, por mucho tiempo, el deseo del aprendizaje del español por los jamaiquinos.
En los últimos veinticinco años la situación ha venido a cambiar sustancialmente. Sin pretender decir que el Estado costarricense haya hecho mucho por conseguir esta variación, se debe reconocer, en todo caso, que ha surgido al menos una nueva actitud que tiende a la integración del negro descendiente de jamaicanos a la cultura nacional. Es grande sin embargo la tarea que queda por emprender. En consecuencia, uno de los propósitos de este trabajo ha sido el de recoger los materiales básicos que conduzcan, tarde o temprano, a una más precisa, justa y clara comprensión del problema.
En ningún momento los autores han creído o pretendido abarcar todos los tópicos ligados al problema del negro en Costa Rica. Mucho menos han pensado, al emprender la tarea, agotar el tema en cuestión. Todo lo contrario; este trabajo ha sido concebido como un esfuerzo preliminar que busca brindar al estudioso o interesado, una orientación básica que le permita llegar a más profundas investigaciones. Por ello hemos hecho una antología y una bibliografía básica, que sirvan de base y orientación para esfuerzos mejor logrados que el presente.
El problema de la integración del negro a la cultura nacional es un tópico delicado que requiere más que nada comprensión y entendimiento. ¿Debe el negro abandonar su peculiar idioma inglés y adoptar como lengua exclusiva el español? No parece convenirle esta situación; en mucho, parte de su éxito anterior ha descansado en el bilingüismo. De manera que, sin pretender mantener la separación con otros sectores sociales del país, parece aconsejable que el bilingüismo persista.
La incorporación del negro debe hacerse sin que ninguna de las dos partes sufra menoscabo. Cada día parece más clara la definición cultural del negro limonense. Los carnavales de octubre tienden más y más a mostrarnos sus peculiaridades y sus actitudes positivas alrededor de un campo de interés que le está cautivando.
Esto mismo podría lograrse mediante el interés y buena voluntad de las dos partes interesadas, en muchos otros campos. Debemos, en consecuencia, contribuir a comprender el problema que está planteado, como fundamento para más tarde hallar las mejores soluciones.
¿Existe una política definida que tienda a disminuir las distancias socioculturales entre el negro y el resto de costarricenses? Diríamos que no. Esto no es conveniente, de manera que en un futuro, lo más próximo posible ojalá, habrá necesidad de tomar medidas más efectivas para contribuir a demoler las barreras interétnicas que nos separan de estos otros costarricenses nuevos, que tienen tanto derecho como nosotros a gozar de los beneficios de la ciudadanía.
Repetimos que nuestro empeño no busca otra cosa que brindar algunos materiales para la mejor comprensión de un problema nacional. Con estos materiales básicos, quizás otros costarricenses emprendan tareas más perfectas y positivas. De allí que nuestro esfuerzo se haya orientado, fundamentalmente, a recoger algo de lo mucho que podría utilizarse para este esfuerzo que está por emprenderse.
Que desde ahora se procure hallar soluciones positivas para Costa Rica, es el móvil principal de nuestro empeño. De allí que será nuestra mayor satisfacción y compensará todos nuestros esfuerzos, el momento en que, como resultado de este modesto aporte, se empiece con más claridad y definición, a adoptar una política efectiva y concreta que tienda a eliminar las barreras que hoy separan a estas comunidades étnicas.
Carlos Meléndez
Quince Duncan
20 de octubre de 1972
Se refiere al periodo que va de 1948 a 1972.
Prólogo a la sétima edición
E l estudio del tema relativo a la presencia de la población afrodescendiente en Costa Rica era incipiente cuando se publicó la primera edición del presente libro. En ella se esbozaba una visión panorámica sobre el devenir histórico del negro en Costa Rica, partiendo de los africanos y sus descendientes que fueron traídos durante la etapa de colonización española y culminando con una presentación del grupo afrocaribeño, sean los inmigrantes recientes que poblaron la provincia de Limón.
En efecto, en Costa Rica, tal como se describe en el texto, es posible distinguir diferentes grupos de afrodescendientes. En primer lugar, están los descendientes de los africanos del periodo colonial, conocidos a lo largo de la historia como “pardos”, morenos y cholos. Su presencia en el país se remonta a la época de exploración y posterior conquista del territorio nacional por parte de los españoles. Por ejemplo, el explorador español Sánchez de Badajoz, que transita por “la costa rica” en 1540, estaba acompañado de nueve negros esclavizados. Y en una de las primeras confrontaciones armadas, los indígenas, en defensa de su territorio, dieron muerte a las tropas del español Diego Gutiérrez, matando de paso a varios negros.
A lo largo de las sucesivas generaciones, este núcleo inicial de “pardos” fue creciendo. Sin ser un fenómeno masivo, alcanzó proporciones respetables, al punto de que, en algunos momentos de la historia, hubo poblaciones en el país con porcentajes importantes de negros. Al final de la Colonia, estos grupos fueron perdiendo la singularidad racial por procesos de blanqueamiento, diluyéndose en el fuerte mestizaje que se dio en esa época.