Travesia - Lección 34 - Alégrense en el señor
Por Marcel Gervais, arzobispo emérito de la diócesis de Ottawa, Canadá
Nihil Obstat: Michael T. Ryan, B.A., M.A., Ph.D.
Imprimatur: + John M. Sherlock, Obispo de Londres
Londres, 31 de marzo de 1980
Este contenido de este libro fue publicado por primera vez en 1977 como parte de la serie JOURNEY por Programas de Estudio Guiado en la Fe Católica y ahora está siendo republicado en Smashwords por Emaus Publications, 99 Fifth Avenue, Suite 103, Ottawa, ON, K1S 5P5, Canada. En Smashwords
Cubierta: "Aunque estaba en la forma de Dios, no consideraba que la igualdad con Dios fuera algo que debía ser captado. Pero se vació a sí mismo, tomando la forma de un sirviente". Fil 2: 6-7
COPYRIGHT © Programas de Estudio Guiado en la Fe Católica, una división del Centro Internacional de Educación Religiosa de la Palabra Divina 1977. La reproducción total o parcial está Prohibida.Lección 26
Traducción hecha por Frank A. Hegel, sfm y Julia Duarte Tapia
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Contenido
Salmo 139
El salmo 139 es un himno de alabanza al Señor quien está presente personalmente en sus criaturas, estén donde estén. El salmista, lleno de asombro por la grandeza, la sabiduría y el cuidado amoroso de Dios, quien nos vigila desde el momento de nuestra concepción (Sal 139, 1-8). Los versículos 19 al 22 forman una sección de maldiciones en la cual el amor del salmista hacia Dios está expresado como indignación contra quienes odian al Señor y rechazan su voluntad.
Para San Pablo, el Señor es Jesucristo. Jesús es la expresión total de la sabiduría y el poder de Dios (1Co 1,25). La frase “en Cristo” expresa la presencia intima y personal del Señor. Pablo ve lo que el salmista no pudo ver, es decir, Cristo es uno con nosotros, especialmente en nuestro sufrimiento y muerte. El sufrimiento y muerte nos unen al Salvador porque sufrió y murió por nosotros (véase Fil 3,10).
Objetivo de esta leccion
Describir la vida y ministerio de Pablo y describir su enseñanza en la primera carta a los Tesalonicenses y la carta a los Filipenses.
Objetivo de esta sección : Describir la vida y ministerio de Pablo
Los antecedentes de pablo:
Aproximadamente cuatro años después del nacimiento de Jesús, San Pablo nació en una familia judía de la tribu de Benjamín, en la ciudad de Tarso. Tarso, la capital de la provincia romana de Cilicia, se situó cerca del Mar Mediterráneo al pie de las montañas de Tarso. En el tiempo de Pablo era una ciudad importante, un centro tanto de comercio como de la cultura griega.
La familia de Pablo perteneció a la "diáspora." "Diáspora" es el término que llegó a ser usado alrededor del tiempo de Cristo para las comunidades judías fuera de Palestina. Dichas comunidades fueron comunes desde el tiempo de las deportaciones bajo los asirios y después, bajo los babilónicos. Aunque las más tempranas de ellas se habían creado por la fuerza, las colonias más tarde fueron el resultado de una emigración voluntaria. El total de los exiliados que actualmente vivía fuera de Palestina durante la ocupación romana se ha estimado en los 4’500.000. Este número representó siete por ciento de la población del Imperio.
Los judíos de la "diáspora" jugaron un papel importante en el Imperio y a menudo disfrutaron de privilegios especiales no concedidos a las minorías. Aquéllos que llegaron bajo el reinado de los reyes Tolomeo (333 AC.- 63 AC.) habían ganado valiosas concesiones; bajo el dominio romano (63 AC.-135 DC) éstos fueron confirmados y extendidos. Algunos de los privilegios que ellos disfrutaron incluían el derecho para organizar a nivel político-religioso sus comunidades, y el derecho a tener su propia jurisdicción, en la medida que no infringía el derecho consuetudinario del Imperio. Ellos eran libres de practicar su religión y estaban exonerados del culto al emperador y el servicio militar. Además, ellos podrían hacerse ciudadanos romanos. Este privilegio fue normalmente adquirido, pero una vez adquirido fue obsequiado a las generaciones futuras por herencia, como en el caso de Pablo. Por consiguiente, Pablo fue tanto un judío como un ciudadano romano. De hecho, "Pablo" es un nombre romano; "Saulo" es su nombre judío.
Como todo judío de la “diáspora”, Pablo y su familia se dedicaron al templo, al sacerdocio y a los sacrificios en Jerusalén. Ellos habrían contribuido al "impuesto" anual que fue usado para apoyar el culto al templo. En la vida diaria, sin embargo, la práctica de su fe giraba alrededor de la sinagoga, en Tarso, dónde todos se enfocaron en la Ley (Torá) y sus intérpretes, los escribas y abogados maestros.
En algún momento en su juventud, Pablo se especializó en la observancia más estricta de la ley (Fil 3, 5). Estudió en Jerusalén bajo el famoso maestro, Gamaliel (He 22, 3). Según los Hechos, estaba presente en Jerusalén cuando los primeros cristianos empezaron a predicar el evangelio; fue testigo del martirio de Esteban y se hizo líder en una campaña judía de persecución contra los cristianos de origen griego (He, 1 - 3, Lección 27, pp. 12 - 14). Pero su misión como perseguidor de la iglesia fue destinada a ser efímera.
La conversión de pablo
Camino a la ciudad de Damasco, Pablo tuvo una experiencia misteriosa; fue concedida una visión de Jesús resucitado y, como resultado, llegó a ser un seguidor de Cristo. Este evento, que ocurrió aproximadamente dos años después de la muerte y resurrección de Jesús, fue de crucial importancia para la Iglesia primitiva. De hecho, era de tal importancia que Lucas lo narra en tres oportunidades por separado (He 9, 1-8; He 22, 5-16; He 26, 10-18).
Las tres narraciones se difieren un poco en sus detalles, pero todas están de acuerdo en cuanto al diálogo entre Jesús y Pablo: Jesús llama a Pablo por su nombre; revela su propia identidad, y luego se identifica con sus seguidores perseguidos.
"¿Saúl, Saúl, por qué me persigues?” Y Pablo dijo, “Quién eres, Señor?” Y Jesús respondió “Yo soy Jesús a quien tu persigues " (He 9, 5-6).
Pablo habla de su experiencia en Gálatas 1, 11 al 2,1. Su descripción en este trozo nos hace recordar la llamada de los profetas, sobre todo Isaías y Jeremías. Como los profetas, Pablo fue escogido desde antes de su nacimiento y encargado con la misión de proclamar la palabra de Dios (véase Is 6, 1-9; Jer 1, 4-10). Pablo también se refiere a su llamada en 1 Co 9,1; 1 Co 15, 8-11 y Fil 3, 7-10).
Las descripciones de Lucas y Pablo del evento difieren en algunos de sus detalles, pero están de acuerdo en lo que es muy importante, es decir, en el significado de la conversión de Pablo, tanto para el propio Pablo como para la Iglesia. La experiencia transformó a Pablo con un cambio radical de su personalidad para lo cual estaba totalmente desprevenido. En ninguna de las narraciones existe algo que sugiera, como hacen algunos comentaristas, que Pablo ya estaba pensando en hacerse un cristiano. No, él estaba persiguiendo furiosamente a la Iglesia con la determinación de destruirla. Lo hizo con todo el celo virtuoso de un creyente fanático que busca erradicar una herejía. La conversión de Pablo fue súbita, inesperada, el trabajo de Dios.
Pablo reconoció la llegada del Señor Jesús, no sólo como el cumplimiento de todo el Antiguo Testamento, sino como el punto de inflexión de la historia. Por su conversión, Pablo llegó a saber que en Cristo el evento decisivo de toda la historia había ocurrido. Y la única cosa que Pablo podía pensar en hacer de este tiempo en adelante fue servir al Señor. Él se refiere a sí mismo como el "esclavo" de Cristo, totalmente consagrado a Jesús y comprometido a la misión que él había recibido, es decir, predicar el evangelio a los gentiles.
La carta de Pablo a las Gálatas, escrita unos 20 años después, nos da una valiosa cuenta, no sólo de su experiencia de la conversión, sino también de los eventos que siguieron (Gál 1,15 al 2,1). Pablo nos dice que pasaron tres años entre su conversión y su primera visita a Jerusalén, cuando se encontró con Pedro y Santiago. Allí siguió un período de catorce años en Siria y Cilicia. No conocemos casi nada de las actividades de Pablo durante estos años, pero podemos presumir que estaba trabajando duro. Sin duda estaba aprendiendo la fe, predicando la Buena Nueva e incluso posiblemente fundando las iglesias.