Este libro es una versión corregida y editada de la tesis doctoral que realicé en el Programa de Doctorado de la Escuela de Postgrado de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile entre los años 2008 y 2010, bajo la dirección del profesor Eduardo Cavieres. Los antecedentes de dicha investigación estuvieron en la invitación a participar en dos capítulos del Tomo II de la Historia Contemporánea de Chile, (LOM Ediciones, 1999), dirigida por los historiadores Julio Pinto y Gabriel Salazar en 1998. Luego, en el año 2005, y gracias a un proyecto de investigación financiado por la Vicerrectoría de Investigación de la Universidad de Chile, pude retomar el tema de la identidad de las clases medias, esta vez ya desde el grupo más específico de los empleados administrativos del Estado, y continuar luego con la investigación.
Agradezco a los profesores y directivos de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile, María Isabel Flisfisch, María Eugenia Horvitz y Osvaldo Silva Galdames, por el apoyo y las facilidades dadas para dedicar tiempo a este trabajo; al coordinador del Programa de Doctorado, profesor Sergio Grez, por su ayuda irreemplazable en el tramo académico final; a mis amigos y pares académicos del Departamento de Ciencias Históricas, Alejandra Araya, Pablo Artaza, Mauricio Folchi y Paulina Zamorano, por sus valiosos comentarios; a las bibliotecarias del Archivo Central Andrés Bello de la Universidad de Chile por su generoso acceso a sus estanterías y su ayuda; a Valeria Mardones, secretaria del Departamento, por su buena voluntad permanente, y, por supuesto, a todos quienes entregaron generosamente sus testimonios para esta investigación, sin los cuales ella no hubiese sido posible.
Termino agradeciendo a mis padres, Ramón y Carmen, por su apoyo a una hija que dedica su tiempo a este extraño oficio de historiar; a Joel Peters, siempre y cada día, y dedico este trabajo a mis abuelos Ramón Candina Loero, funcionario del Servicio Nacional de Salud, y Nedjelka Goles Pierotic, funcionaria de Correos de Chile. A ellos, in memoriam.
Introducción
Hablar de la ANEF y de sus 50 años es hablar de la historia de Chile, de la historia que normalmente no aparece en los libros, pero que se transmite de generación en generación, que hace o va haciendo la cultura del pueblo. La ANEF, a no dudarlo, constituye y forma parte de nuestra cultura; es ejemplo de lucha, de organización, de pluralismo y de participación, elementos fundamentales de nuestra vida republicana y que hacen posible vivir en democracia.
(Diputado Octavio Jara, homenaje en memoria de Tucapel Jiménez Alfaro y la Agrupación Nacional de Empleados Fiscales, ANEF. Cámara de Diputados, República de Chile, 12 de mayo de 1993).
El día 12 de noviembre del año 2008, la Agrupación Nacional de Empleados Fiscales convocó a un acto público a realizarse en la Plaza Baquedano de la ciudad de Santiago, al mediodía, en apoyo al paro de dos días de los funcionarios públicos (11 y 12 de noviembre). En un escenario montado frente al monumento a Manuel Rodríguez y que convocó aproximadamente a cuatro mil personas, los dirigentes de la ANEF y la CUT se dirigieron a las numerosas columnas de funcionarios públicos que llegaron con pancartas, silbatos, trompetas y letreros a manifestar su adhesión a la movilización, que exigía un reajuste del 14,5% en los salarios de los funcionarios municipales y fiscales. El promedio de edad de los asistentes estaba entre los treinta y los cuarenta años. Muchos vestían sus uniformes de trabajo: los paramédicos, sus delantales blancos; las parvularias de la JUNAEB, sus cotonas verdes o azules, y otros funcionarios, viseras con el logo del servicio al que pertenecían. El ambiente era a la vez festivo y respetuoso: los asistentes vitoreaban a los oradores y hacían rondas y bailaban en los alrededores del escenario al ritmo de tambores y cornetas; los carabineros les solicitaban pacíficamente que no interrumpieran el tráfico de la Alameda, y el evento terminó antes de las dos de la tarde sin ningún hecho de violencia.
El principal “enemigo” a quienes se dirigían las pullas y reclamos era el ministro de Hacienda Andrés Velasco, con carteles que rezaban, por ejemplo:
¿TE SUENA CONOCIDO? NOSOTROS HACE TIEMPO QUE DEJAMOS DE TOMAR LECHE, ÉL TOMA LECHE TODOS LOS DÍAS, COME PAN, NO DEBE LUZ, NO DEBE AGUA, NI DIVIDENDO, NO ANDA EN MICRO, NI SE ATIENDE EN HOSPITAL PÚBLICO... BACÁN!!!! ¿Y TÚ? NA’ QUE VER [ACOMPAÑADO DE UNA FOTO DEL MINISTRO VELASCO)].
MINISTRO, QUIERO UN SUELDO DIGNO, NO ANDAR PELADO.
LA INFLACIÓN NOS DEJÓ PATO, REAJUSTE DIGNO.
SEÑOR MINISTRO, LE QUIERO PROPONER: ¡QUE VIVA CON MI SUELDO Y YO CON EL DE USTED!
VELASCO, SUELTA LAS MONEA$ [RAYADO EN UNA PARED ALEDAÑA]
Para el día 17 de noviembre, la paralización llamada por la ANEF sumaba aproximadamente 400.000 funcionarios de todo el país, afectando principalmente a servicios básicos como la atención de consultorios y hospitales, los pasos fronterizos, el retiro de la basura en el gran Santiago y los trámites de Impuestos Internos y el Registro Civil. El Gobierno, a través del mencionado ministro Velasco, afirmó que lamentaba que los ciudadanos se vieran afectados por la falta de voluntad de diálogo de los funcionarios públicos. Los parlamentarios, por su parte, se comprometieron a aprobar no menos de un 8,4% de reajuste, dos dígitos más de lo que ofrecía el Gobierno.
Finalmente, la movilización de los funcionarios fiscales consiguió un 10% de reajuste sobre el sueldo base y un bono de fin de conflicto entre cien mil y doscientos mil pesos por persona, dependiendo del monto del sueldo de cada funcionario.
Según Bernardo Jorquera, historiador y miembro de la mesa directiva de la ANEF en dicho año, las movilizaciones y demandas de la Mesa del Sector Público, donde la ANEF tiene un papel importante, tienen un carácter particular:
Si cuando nosotros hemos hecho protestas, o movimientos, movilizaciones para el reajuste, que son a veces las más fuertes […] son generalmente muy pacíficas, porque nosotros tenemos un nivel de manejo en la calle muy disciplinado y pacífico. No va a salir la señora que te atiende a ti en Impuestos Internos a romper vidrios; esa cuestión, no. Entonces es como un poco para la risa, porque cuando estamos ahí en La Moneda, en cualquier parte, le empezamos ahí, con los Carabineros, y toda la cuestión, y nosotros les decimos “oye, pero si ustedes también van aquí, así que déjennos un poquito más allá, les convidamos un poquito más de reajuste y todo”...es como para la risa. “Bueno, ¿y cómo nos está yendo?”, “bueno, si ustedes nos dejan pasar nos va a ir mejor”, y es para la risa, porque a ellos les toca, y los Carabineros –que en general tienen bastante malas remuneraciones– uno a veces los ve ahí como diciendo “chuta, ¿qué es lo que hago?”, en algunas oportunidades.
Cito este ejemplo reciente para enfatizar situaciones que, si son miradas con perspectiva histórica, resultan ser de larga data. El evento de noviembre de 2008 fue organizado por las asociaciones de los funcionarios del Estado, es decir, precisamente por aquellos que hacen funcionar la gran maquinaria de lo público. Se trata de uno de los varios eventos que han convocado en los últimos años. Al “salir a la calle” y movilizarse, no se enfrentan a un otro ajeno, sino a un otro del cual forman parte. El Gobierno reclamó en contra de la organización precisamente por ello: su huelga afectaba a los servicios básicos del país que son su responsabilidad. Sin embargo, aun cuando los empleados fiscales tienen prohibidas por ley la sindicalización y las huelgas, el Gobierno negoció con ellos. ¿Cómo y a partir de qué se entiende esto?, ¿y cómo se ha construido históricamente?