Introducción
Nací con latidos cardíacos imperceptibles, lo que obligó a mi reanimación con los escasos medios del hospital de Puerto Montt en 1943. A mis padres se les advirtió que no se hicieran muchas expectativas conmigo, sería un milagro si lograba caminar y aprender a hablar.
Así las cosas, me crié en un ambiente muy estimulante y sin exigencias, donde mis padres se esforzaron por vencer las advertencias del partero. Mi madre, una campesina nacida en la desembocadura del río Petrohué en un lugar llamado Ralún, debía acudir en bote a su escuelita, es por eso que valoró en extremo todo lo relacionado con aprender; su frase preferida era "se pensó y se hizo". Mi padre era español, oriundo de La Rioja, llegó a América en 1913. Después de trabajar para un tacaño tío en Buenos Aires, logró su independencia y se trasladó a Chile.
Nacido a pocos kilómetros del Monasterio de San Millán de la Cogolla, cuna de nuestra lengua castellana, valoraba también el saber, era lúcido y de lengua filuda. Como extranjero, era perspicaz y observador. Amó esta tierra entrañablemente, pero también de él escuché las primeras críticas a los chilenos.
Cuando surgió en mí la idea de este libro, elegí el título Jurel tipo salmón porque resume acertadamente cómo somos los chilenos, es decir, "ni chicha ni limonada". Somos ambiguos, incapaces de decir y hacer las cosas. Tenemos todo para hacer 'bien lo que aprendemos'; sin embargo, nos vence la inercia y surgen nuestra proverbial mediocridad y la búsqueda del acomodo.
También pensé en un principio, a propósito del título del libro, algo parecido a "versión chilena del espejo de Blancanieves", apuntando con eso a mi intención de ayudar a vernos descarnadamente, de exponer el espejo de nuestras conductas cotidianas. Como psiquiatra, eso es lo que trato de hacer con mis pacientes, que se vean tal como son, y sobre la base de la autocrítica obtener un cambio persistente.
He sufrido en carne propia el aislamiento y la marginación por ser franca y perspicaz. Todolo que he logrado ha sido a fuerza de insistir, terminando como Galileo, repitiendo que la tierra es redonda, no cuadradayque se mueve.
Serrat tiene una frase mágica en una de sus canciones: "Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio... ". Comparto la idea de que laverdad no es ni mala ni buena, no tiene adjetivos, es simplemente la verdad. Creo que la mentira tiene remedio al contrastarla con la verdad. Por eso también,ycomo católica, valoro la frase bíblica "la verdad nos hace libres".
Casi al terminar este siglo, quiero dejar en estas páginas un aporte -mitad en serio mitad irónico -, para los que vendrán a caminar sobre nuestro país en los próximos años, para que nos reconozcamos con nuestras carenciasy defectos, pero también con nuestras particulares virtudes. No somos ni mejores ni peores que otros países, pero sí con mucho que hacer por delante.
La doctora María Luisa Cordero nació y realizó sus estudios escolares en la ciudad de Puerto Montt, al sur de Chile. Estudió Medicina en la Pontificia Universidad Católica de Santiago y este año cumple 29 años ejerciendo como médico especialista en neurociquiatría de niños y adultos y electroencefalografía. Sus estudios de post-grado los realizó en Barcelona, Londres y Basilea. Lleva más de 20 años formando parte del equipo médico del Instituto Psiquiátrico "Dr. José Horwitz Barak". Ha participado en innumerables trabajos de publicación científica.
JUREL TIPO SALMÓN
© 1998, by María Luisa Cordero
© 1998, by EDITORIAL GRIJALBO S.A. Grupo Grijalbo-Mondadori.
Almirante Barroso 27. Santiago de Chile .
© 2013, por UQBAR EDITORES.
Av. Las Condes 7172 - A. Santiago de Chile.
Inscripción en el Registro de Propiedad Intelectual N° 106.309 ISBN N° 956-258-078-4
Primera edición: diciembre de 1998
Segunda edición: diciembre de 1998
Tercera edición: diciembre de 1998
Cuarta edición: enero de 1999
Quinta edición: febrero de 1999
Sexta edición: marzo de 1999
Séptima edición: abril de 1999
Octava edición: abril de 1999
Primera edición digital: octubre de 2013.
Reservados todos los derechos. Queda rigurosamente prohibida sin la autorización escrita de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos en la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ella mediante alquiler o préstamo público. '
Diseño de portada: Josefa Méndez.
Diagramación digital: Carolina Varela.
"Nací con latidos cardiacos imperceptibles, lo que obligó a mi reanimación con los escasos medios del hospital de Puerto Montt en 1943. A mis padres se les advirtió que no se hicieran muchas expectativas conmigo, sería un milagro si lograba caminar o aprender a hablar". Así comienzan los días de esta mujer psiquiatra y así también este libro en el que, contraviniendo designios y reglas "de buena costumbre", se decide a poner por escrito sus a veces muy duras y agudas apreciaciones sobre este país, que siempre está tratando de parecerse a otro distinto, porque no se acepta a sí mismo.
Nuestras instituciones, algunos personajes ineludibles de nuestra historia y los síndromes de la sociedad chilena que más daño nos hacen, son expuestos y tratados por la doctora María Luisa Cordero, obedeciendo a su apego a la verdad y a la creencia en el cambio a pesar de todo.
Dra. María Luisa Cordero
Jurel tipo Salmón
Mapa de la extrema locura chilena
ePUB v1.0
La cultura en Chile, ese bien desechable.
En Chile, no podemos desconocer que existe gente muy valiosa, individualidades que aportan a la cultura. Pero carecemos de estructuras dignas para desarrollar esa cultura.
Tengo la impresión de que la cultura siempre será el pariente pobre entre las actividades de este país. Es aquel elemento engorroso, que nos pesa y molesta, al cual no sabemos cómo tratar porque nos parece inútil. Su desprecio arranca evidentemente de la imposibilidad y la envidia por lo que no se puede hacer.
Uno de nuestros peores defectos es ser un país sin la suficiente sustancia; y para ser culto hay que poseer esa consistencia. Nuestro aceite de motor vital, como país, es tan escaso que no haría andar ni a una bicicleta. Si estamos de acuerdo en que la cultura es la máxima expresión de la consistencia de las personas, es fácil deducir que la nuestra es leve y escasa. Pero como tampoco pareciera no preocuparnos, no tenemos conciencia de esa esencia, la cultura se convierte entonces en un estorbo, un pariente pobre que se desecha. Además, es incómoda porque es crítica y exigente, y en este país nadie acepta ser criticado o exigido.
La palabra cultura viene de "cultivar". Cuando alguien siembra papas no espera que al día siguiente maduren y estén listas para cosecharlas. Justamente es esto lo que exigimos de todo lo que nos rodea, su inmediatez. Pertenecemos a una cultura, de la inmediatez, al mundo maquinal y masificado de la tecnología, es decir, queremos tenerlo todo en el momento deseado. Pero la cultura no es eso, sino lo contrario, requiere de tiempo, de paciencia, de reflexión y largos plazos.