Importancia de la autoridad
1. Importancia general del tema
Trataremos el tema de la autoridad de acuerdo a la doctrina del P. José Kentenich sobre esta materia y también lo veremos en relación con la vida misma del P. Kentenich.
La importancia general del tema de la autoridad es, sin duda, evidente a todos. Basta abrir un diario para darse cuenta hasta qué punto hablar de la autoridad es tocar un tema candente de nuestro tiempo, en todos los planos. Sea en el plano político donde vemos revoluciones, dictaduras, inestabilidad política, democracias en crisis, etc. Lo hemos vivido en varios países de América Latina. Hemos visto problemas de gobierno, problemas en la forma de ejercicio de la autoridad, problemas de autoridad a muchos niveles en la vida política, que son muy álgidos.
Si miramos hacia la Iglesia, algo característico, en especial después del Concilio, ha sido la rebelión dentro de la Iglesia: críticas contra el Papa, protestas ante encíclicas del Papa, levantamiento de grupos de sacerdotes frente a sus obispos. Cosas que antes nunca habíamos visto. Se pensaba que tal vez afuera de la Iglesia podría tambalear todo, pero que en la Iglesia no, porque la autoridad en la Iglesia es de origen divino; el obispo ha sido consagrado, el Papa también y por eso, era inconcebible que los cristianos podrían levantarse contra estas personas a quienes su fe les dice que son representantes de Dios. Sin embargo, hoy dentro de la Iglesia hay tantos problemas de autoridad como en cualquier otra organización humana.
En la familia nos encontramos con el mismo problema. Los padres y madres, los jóvenes también, saben lo difícil que es, a nivel de familia, el encuentro, el diálogo entre hijos y padres. Se habla del conflicto generacional, del poder joven, de distintas expresiones para señalar una tensión muy real y que cada vez se nota más grande entre padres e hijos.
El concepto de autoridad hace crisis donde uno mire: a nivel de sociedad, a nivel de Iglesia, a nivel de familia.
2. Importancia del tema en Schoenstatt
2.1 . Misión de Schoenstatt
Nosotros, como Familia de Schoenstatt, nos sentimos llamados a colaborar en la forjación de un mundo nuevo, una sociedad nueva, una Iglesia renovada, un nuevo tipo de familia. Y por lo mismo, esta problemática en torno a la autoridad no puede dejarnos indiferentes. Es imposible pensar en crear una nueva familia, una Iglesia renovada, una nueva sociedad, sin resolver el problema de la autoridad.
Podríamos pensar que, ya que la tarea de Schoenstatt es renovar la familia, renovar la Iglesia, renovar la sociedad, el problema de la autoridad es uno entre los muchos problemas que tiene que enfrentar una familia como la nuestra, que quiere resolver esas dificultades, que quiere ayudar a construir una sociedad, una Iglesia y una familia nuevas.
Sin embargo, el problema de la autoridad, para el P. Kentenich, no es uno de los problemas que hay que solucionar en este camino hacia el nuevo orden social, la nueva Iglesia, la nueva familia. Es el problema. Y éste es el segundo punto de esta introducción.
Este no es uno entre tantos problemas. Porque el mundo de Schoenstatt es muy amplio; el Padre fundador ha hablado de muchas cosas; ha ofrecido respuestas a muchos problemas del hombre de hoy. Y podríamos pensar que, entre tantos problemas a los cuales él da respuesta, también de pasada, sugiere una solución al problema de la autoridad. Sin embargo, él no ve así las cosas.
Desde el punto de vista del P. Kentenich, podríamos decir que éste es el problema que él se sintió llamado a solucionar con su doctrina y también con su vida, con lo que él quiso encarnar como persona. A esta conclusión llegamos si reflexionamos sobre la obra del P. Kentenich, desde distintos puntos de vista.
Primero, si nos planteamos el sentido de la misión de Schoenstatt , desde el punto de vista de la finalidad de su misión. Nosotros decimos que Schoenstatt es un regalo o lo sentimos como un regalo de Dios a la Iglesia para ayudarla a resolver los problemas de los nuevos tiempos. El Padre fundador ha dicho que Schoenstatt nace con el inicio de una nueva época. Hoy todos los historiadores están de acuerdo que en 1914 hay un corte en la historia del hombre, que empieza una etapa nueva. Todos están de acuerdo que lo que se llamó edad moderna, comenzando con el renacimiento, termina en 1914 y ahí surge un mundo nuevo, una Edad a la que por ahora le damos el nombre de contemporánea. Los que vengan después le buscarán otro adjetivo que le corresponda mejor. Schoenstatt nace junto con esta nueva época y nace para ayudar a dar una respuesta al mundo y a la Iglesia de esta nueva época.
2.2. Una nueva imagen de Dios
El P. Kentenich, cuando hablaba de la historia, dice que todo cambio de época está marcado siempre por un cambio en la imagen de Dios, del hombre y de la sociedad que tiene una determinada cultura. Si nos preguntáramos por lo más hondo que trae Schoenstatt, tendríamos que decir que es una nueva imagen de Dios. Porque es la imagen de Dios la que condiciona la imagen del hombre, y de la imagen del hombre depende la imagen de la sociedad que uno se forje. Schoenstatt se siente llamado a forjar una sociedad nueva, una Iglesia renovada, porque se siente portador de una nueva imagen del hombre y de una nueva imagen de Dios.
Evidentemente, cuando hablamos de una nueva imagen de Dios, no queremos insinuar que el P. Kentenich es portador de una revelación nueva, distinta de la contenida en la Biblia. Nuestra imagen de Dios no es una imagen diferente del Dios de la Biblia, pero es sí una nueva visión del mismo Dios de siempre que ha tenido la Iglesia. Es una nueva visión más honda, más profunda de ese rostro de Dios que está contenido en la Biblia pero que el hombre no siempre ha sabido mirar en la correcta perspectiva, ni descubrir todos los rasgos de ese rostro.
El acento de esta imagen de Dios que anuncia Schoenstatt, que anuncia el P. Kentenich, es la de un Dios que es Padre, que es Padre de amor, que es Padre de misericordia. Todo el mensaje de Schoenstatt surge de ese mensaje de la paternidad de Dios. La nueva Iglesia que quiere impulsar Schoenstatt es una Iglesia que es familia, porque es la Iglesia del Dios Padre. No es la Iglesia institución de un Dios juez, ni es la Iglesia de un Dios teólogo. Es la Iglesia de un Dios que es Padre y por eso quiere ser una Iglesia familia y quiere ayudar también a construir un mundo que sea familia. Anunciar a un Dios que es Padre y ser heraldo de la paternidad de Dios, ya nos coloca de lleno en el terreno de la autoridad. El P. Kentenich anuncia a Dios como la suprema autoridad. Hablar de la paternidad divina es transmitir el mensaje de la autoridad de Dios. Ese es nuestro mensaje central, medular.