9. Desvelar el misterio de la Santísima Virgen
Q uizás la declaración sobre sí mismo más íntima y amplia del P. Kentenich se halle en la siguiente cita breve con la cual concluimos la selección de textos autobiográficos.
Ha sido tomado de una alocución pronunciada en Milwaukee, en el “Santuario del exilio”, cuando el P. Kentenich celebraba sus 73 años de vida. Considerando las circunstancias penosas ligadas a su nacimiento, estas palabras arrojan tanto más luz sobre su convicción, madurada en la fe y a lo largo de los años, de haber sido llamado desde el seno materno para anunciar al mundo el “misterio de María”.
El texto se halla en “Mit Maria ins neue Jahrtausend. Ausgewählte Texte zur Sendung der Gottesmutter” (Con María hacia el nuevo milenio. Textos escogidos sobre la misión de la Santísima Virgen) (editado por G. Boll y otros) Vallendar - Schoenstatt, 2000, pp. 153 - 154).
En las últimas semanas hemos escuchado en varias oportunidades las palabras que Dios le dirigiera al profeta Isaías: “ Antes de formarte en el vientre te elegí, y te llamé por tu nombre: Mío eres tú”. Palabras que se adecuan perfectamente a este día, a esta celebración que hoy nos reúne en el Santuario. ¿Qué significa: “Te llamé por tu nombre: Mío eres tú” ? En primer lugar, que Dios me llamó a la vida. Creemos que Dios hoy, hace 73 años, habló así. Dijo: T e saqué de la nada y te di la vida. Hace 73 años me llamó por mi nombre y me dijo: Mío eres tú. Me dijo: Mío eres tú con tu originalidad y tu misión original…
Si le preguntásemos a san Pablo cuál fue su misión, nos respondería: Se me dio la misión de anunciar al mundo el misterio de Cristo, de Cristo el Redentor, el Mediador, la Cabeza del Cuerpo Místico. Espontáneamente preguntamos ahora cuál es la misión que se me encomendara a mí hace 73 años. Teniendo en cuenta lo que dijimos de san Pablo, me permito decir: Mi misión fue y es anunciar al mundo el misterio de la Santísima Virgen. Mi labor es proclamar a la Santísima Virgen, darla a conocer a nuestra época como la Colaboradora permanente de Cristo en toda la obra de redención, como la Corredentora y Mediadora de las gracias; la Santísima Virgen, en profunda biunidad con Cristo y con la misión específica que ella, desde su Santuario, tiene para nuestro tiempo.
Textos de profundización:
P. Kentenich:
MPr 1941, pp. 113 -118, “Schwanenlied” (Canto del cisne).
JBr 1952 (LGS 2, pp. 77 - 86, s.a. MMnJ, pp. 82 - 89).
USAT 1952, 2, 275 -278 .
Montagabend (Lunes por la tarde) 16.12.1963 (No editado).
Conferencia 31.5.1966 (UMarSendung 1 , pp. 47-60).
Maieröffnung (Apertura del Mes de mayo) 30.4.1968 (PLE 16, pp. 241-256).
Grusswort (Saludo) 1968, pp. 7-11.
Otros:
Lothar Penners, pp. 37-45, 49-51.
Engelbert Monnerjahn, Stehen in göttlicher Sieghaftigkeit (Permanecer en la victoriosidad divina) (VS 1990), pp. 43-49.
17. Con ocasión del jubileo de los quince años de la fundación de Schoenstatt, 18 de octubre de 1929
R ecién en los años veinte caló paulatinamente en la conciencia del Movimiento de Schoenstatt el hecho de que hubiese sido fundado el 18.10.1914. Sin duda la principal razón de ello fue la conducta del mismo P. Kentenich, quien difundía en sus pláticas el contenido de la conferencia del 18 de octubre (llamada más tarde “Acta de Fundación” ) sin referirse al acontecimiento y a la fecha del 18 de octubre. Procedía así porque quería comprobar si el 18 de octubre había brotado realmente una fuente de gracias. La vida suscitada, la “resultante creadora”, habría de demostrarlo, sin necesidad de ser sugerido por la mención de los hechos históricos. Ciertamente en el fundador estaban vivos el acontecimiento y la fecha del 18.10.1914.
El décimo quinto aniversario de la fundación fue quizás la primera vez que se celebró un jubileo del día fundacional; y ello, como parece, sólo en el marco de la comunidad de las Hermanas de María, de reciente fundación, y por iniciativa de éstas.
A quien lea la conferencia quizás le llame la atención cuánto se apartan sus contenidos de las expectativas expresadas por las Hermanas. Sin preparación, muy espontáneamente, se nos abre la interioridad del fundador. En el día de la fundación despliega su visión sustentada en la convicción de que efectivamente había surgido una fuente de gracias mediante la cual la Santísima Virgen quería intervenir en los acontecimientos de la época. Una fuente que impulsaba a aspirar a las metas más altas y capacitaba para esa empresa.
Para los Padres de Schoenstatt quizás resulte particularmente relevante que el fundador percibiese con gran claridad el riesgo de introducir masivamente en una nueva espiritualidad a una comunidad ya existente como la palotina. El peligro de la división se hizo trágicamente realidad. Durante la época del exilio, el fundador expresó en varias oportunidades que por entonces habría tenido la oportunidad de conformar una comunidad propia de sacerdotes, constituida por sacerdotes diocesanos, para que fuese eje del Movimiento ( “pars centralis et motrix”) , pero habría desistido de ello por estar convencido de que el plan divino era que dicho lugar “quedara reservado a los palotinos”.
El P. Kentenich cita esta conferencia en el ensayo que es quizás el más extenso debido a su pluma. Lo escribió en 1956, y estaba dirigido al P. General de los palotinos, el P. Wilhelm Möhler. Por eso se lo llamó “Carta al General” . En ese ensayo el P. Kentenich fundamenta su convicción de que la misión de san Vicente Pallotti sólo se puede realizar con la ayuda de una nueva y especial iniciativa divina, de una fuente de gracias como la que se ofrece con la fundación de Schoenstatt.
El mismo P. Kentenich escribe una introducción para la citada conferencia, que presentamos en primer lugar.
El texto siguiente ha sido tomado del ensayo mecanografiado “Carta al General 1956” , no editado, pp. 204 ss.
[Introducción de 1956]
Para comprender la siguiente conferencia de la Semana de octubre (1929), téngase en cuenta dos aspectos. Como se puede apreciar en el texto, la conferencia 7 fue pronunciada ante un auditorio de Hermanas de María. Éstas habían sido fundadas en octubre de 1926. En 1929 se hallaban por lo tanto en la primera etapa de su joven existencia. Al curso Immaculata le siguió el Virgo sacerdos y el Virgo mater. Tres cursos, tres regalos de genuina vida lozana para la Familia.
Despuntó el 18 de octubre de 1929… Repentinamente, a la madre del curso Virgo mater se le ocurrió solicitarme “por correo del cielo” que, abandonando la Casa de Alianza, fuese al valle, al Santuario, y diese una conferencia a las Hermanas de María, a modo de un acta de fundación para ellas. Sin pensarlo demasiado, accedí al pedido y bajé al valle.
A pesar de su profundo contenido y de su visión universal de conjunto, desde el punto de vista estilístico (y como se apreciará enseguida), esta conferencia presenta el aspecto de una plática no preparada previamente, sino como sacada de la manga. Sin embargo con tanto más claridad y fuerza persuasoria revela ideas que por entonces me movilizaban sin cesar y pujaban por expresarse adecuadamente. A continuación presento esa plática sin recortes. No hace falta añadir comentarios. Haciendo una lectura atenta, se advertirá que las diferentes partes de la misma se complementan y explican mutuamente.
[Conferencia del 18.10.1929: Introducción]
Seguramente ustedes leyeron el “correo llegado del cielo de la Federación” antes de tenerlo yo en mis manos, ¿verdad? Quizás las Hermanas que llegaron de arriba, de la Casa de Alianza, no habrán podido verlo todavía. Tienen el derecho de saber cuál es su contenido. Mediante ese correo del cielo de la Federación se me recordó que hoy celebramos un importante aniversario. Hace quince años, en este lugar comenzó el Movimiento. Lo que dijera por entonces (creo que exactamente en este mismo lugarcito donde ahora estoy parado) demostró ser después una especie de profecía. Pues bien, a las hijas del curso Virgo mater les gustaría, en consonancia con su ideal de curso, que hoy yo vuelva a contarme “entre los profetas”. No sé todavía si presentarme ante ustedes como pequeño o gran profeta. La historia habrá de decirlo. Pero antes de comenzar a “profetizar” quiero leerles primero el correo del cielo: