Fito Páez Diario de viaje / Fito Páez. - 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Planeta, 2016. Libro digital, EPUB Archivo Digital: descarga ISBN 978-950-49-5564-1 1. Autobiografías. I. Título. CDD 920 |
© 2016, Rodolfo Páez
Diseño de cubierta e interior: Juan Ventura
Fotografía de cubierta: Damián Benetucci
Fotocromía: Pablo Engel
Corrección: Teodora Scoufalos
Todos los derechos reservados
© 2016, Grupo Editorial Planeta S.A.I.C.
Publicado bajo el sello Planeta®
Independencia 1682, (1100) C.A.B.A.
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Primera edición en formato digital: noviembre de 2016
Digitalización: Proyecto451
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ISBN edición digital (ePub): 978-950-49-5564-1
Prólogo
Fito tiene SIDA . Lo cantó él mismo cuando se terminaron los 80. Fito es un portador sano de todo lo que contagia (en las fronteras) cada época. Fito pone el cuerpo. Escribe el diario de un viaje, y ese viaje, las mil idas y vueltas entre hoteles, casas, palacios, aeropuertos, arrabales últimos y desierto, nos dice algo: la Argentina está a punto de perder su centro. Su centro de gravedad. Como increpaba Charly García a su público en 1983: –¿ustedes saben qué quieren?–. ¿Nosotros sabemos qué queremos? Fito sabe qué quiere. Es uno de los últimos mohicanos que hace su ritual en la montaña. Vivió ya medio siglo entre un siglo y otro, y puso las canciones en tu walkman, hoy en tu spotify. Y ahora pone en tus manos un diario para repasar entre sus colchas revueltas las filiaciones históricas del desierto argentino: Charly García, Luis Alberto Spinetta, Litto Nebbia, Atahualpa Yupanqui, Alberto Ure, Horacio González, Rodolfo Fogwill, los hermanos Fattoruso, Mercedes Sosa, Roberto Goyeneche, Alberto Olmedo; y también los padres y los hijos, los muertos, los amigos, los enemigos íntimos, y los elencos de esa política a la que mira con libertad y convicción. En estas páginas Fito hierve de malestar en la cultura. Como en el gran monólogo sobre la herida originaria argentina improvisado frente a los emisarios de una compañía: hay algo que no le cierra, una fractura que es necesario reponer. Y que en él toma la forma de la risa, de una risa negra, como decía Leónidas Lamborghini. Así, entre anotaciones, obsesiones, recuerdos, sociología fina, de calle, nos va descubriendo en su escritura espléndida el montaje de un año en su vida, el 2015, el año cuyas tensiones personales y políticas implicaron un corte de época finísimo. Crujieron las placas tectónicas… ¿las oímos? ¿Fue el fin tardío del siglo veinte? ¿La muerte del rock, de la política, de la aventura? ¿Un cambio de gobierno que es un cambio de época que es un cambio de piel? Fito escribe, él sí, “un gran diario argentino”. Y en la pasión perfecta de su escritura propone una solución beat de todos los problemas argentinos: rodar tu vida.
Martín Rodríguez
DIARIO DE VIAJE
(ALGUNAS CONFESIONES Y ANEXOS)
Archivo personal
28 de enero
El primer viaje del año fue con mis hijos y mi novia desde La Población, provincia de Córdoba, hasta San Luis capital.
Mi hija Margarita cantó con Chano, su príncipe encantado, en la prueba de sonido bajo un calor fulminante. Martín, mi hijo, filmaba y sacaba fotos. Eugenia, mi novia, miraba entre bambalinas.
Nunca voy a olvidar la felicidad e ilusión de Margarita la noche anterior mientras esperaba el llamado de su cantante favorito para invitarla a su concierto.
No hay nada más importante en la vida que la felicidad de tus hijos.
Subí al escenario a cantar con los Tan Biónica y volvimos rápidamente a la casa porque había amenaza de tornado.
La melodía de “La melodía de Dios” no salió de mi cabeza durante todo el viaje. Suele sucederme con canciones pegadizas. Hay momentos que sentís que aquella cosa nunca más va a salir de tu cabeza y un escalofrío te recorre el cuerpo.
Lo que pasó una noche que se cortó la luz en un departamento en Cadalso de los Vidrios, España.
Estaba solo. Oscuridad total.
Pensaba en la idea de morir y quedar con el cuerpo inmóvil sin poder frenar la máquina del pensamiento. Algo parecido a algunas de las pesadillas opiáceas de Poe. Una vez fenecido, seguiría atrapado en mi cuerpo totalmente lúcido de la situación de inmovilidad eterna. Los movimientos que iría a registrar serían los de los nacimientos y traslados de las larvas que generaría la putrefacción de mi propio cadáver. También intuiría el sonido inaudible de los gusanos devorándome y la transformación de estos en crisálidas antes que mi cuerpo fuera un pantanal de hormigas, insectos de todo tipo, materia fétida y mariposas multicolores que abonarían la tierra. Pero mi mente brilla y percibe que una vez desaparecido mi cuerpo, el último vestigio de lo que alguna vez tuvo un nombre y un apellido, todo va a desaparecer para siempre. Ninguna posibilidad de escape. Y será un alivio, una vez extinto todo mi “yo”. Pero he aquí que llegará el momento en que te transformarás solo en una fuente de lucidez inagodiv.
El paradigma de la consagración de la razón sobre los sentimientos.
Y ahora, tu mente a la deriva, sin forma, sin cuerpo, inapagable, neurótica, resonando en la nada misma sin molestar a nadie más que a sí misma, no parece una muy buena idea.
Esto pensaba en aquella habitación española a oscuras mientras mi hijo Martín pasaba unas vacaciones en casa de sus abuelos maternos un cálido verano de hace ya bastantes años.
Las melodías, la obsesión, las pasiones. De eso se trataba todo.
Casi todo.
Después de tres horas de viaje en una combi desde San Luis, llegamos a La Población. Medio dormido bajé a mis hijos. Eugenia preparó sandwichitos para todos. Los comimos con agua fresca y Coca Cola. Nos esperaba una camucha calentita y el mundo era esta inmensa maravilla.
Archivo personal
14 de abril
No tomé una copa hasta una vez terminada la última mezcla. Ni siquiera la noche que cenamos en el Niu Kitchen, restaurante de comida catalana de autor que lleva mi amiga Karina Laura Iglesias, Lamalabuena. Princesa de la noche imponente de los años 90 en aquella caótica Buenos Aires. Ella es el tipo de mujer que impone su impronta por donde se ande. Pensiones o palacios daban lo mismo. El Niu Kitchen, ubicado en las puertas del downtown , se destaca por sus calamares a la plancha, huevos con espuma de papa y crujiente de jamón ibérico, y costillas confitadas marinadas en romesco. Más una bodega inigualable de vinos americanos y europeos.
Aquella, de todas maneras, fue una semana de concentración y ascetismo total.
Paulinho llegó para las últimas tres jornadas e hizo sus aportes a la mezcla. Sus observaciones fueron sobre algunos detalles, donde se dice que algunas veces está dios. La munición gruesa ya la había preparado Gustavo y a mi llegada tomamos Normandía. Claramente el proyecto se estaba dirigiendo hacia un lugar que me representaba. No lo había sentido en su completitud hasta la llegada de Gustavo. La calidad del sonido, sus mezclas salvajes y refinadas. La exigencia total. Nunca me voy hasta llegar a algo parecido a lo que me gusta. Gustavo es igual.