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André Gide - Viaje al Congo

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André Gide Viaje al Congo
  • Libro:
    Viaje al Congo
  • Autor:
  • Editor:
    ePubLibre
  • Genre:
  • Año:
    1927
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Viaje al Congo: resumen, descripción y anotación

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Apéndice al capítulo 3

La red de carreteras que ha creado en Ubangui-Chari el gobernador Lamblin desde que se hizo cargo de la dirección de la colonia en 1917 es de 4.200 kilómetros.

En Gabón, los numerosos gobernadores que se han sucedido apenas han aportado a la colonia doce kilómetros de carreteras (practicables en automóvil). Por eso, en esa región, el porteo todavía hace estragos.

Sé perfectamente que el gobernador Lamblin ha tenido a su favor, de forma particular, la naturaleza del terreno y el escaso relieve del suelo. Pero, por muy grande que sea lo que aborda un hombre, siempre puede parecer, una vez realizado, que algo «le ha sido favorable». Lo más destacado de este enorme trabajo es que lo ha llevado a cabo sin el asesoramiento de ingenieros, inspectores de carreteras, etc. Los limitadísimos presupuestos de la colonia no permitían hacer frente a los gastos que hubieran supuesto el asesoramiento y la dirección de técnicos. Admiro al gobernador Lamblin por haber confiado en los indígenas y haberse convencido de que estos serían capaces de acometer las difíciles obras que les proponía. Los equipos que formó hicieron unas pruebas; demostraron que el ingenio y la industria de los negros están a la altura de un trabajo cuyo objetivo y cuya utilidad comprenden. Poco importa que a veces aumentara el número de jornadas de trabajo; los propios indígenas no protestan por un trabajo del que son los primeros en beneficiarse. (En cambio, aceptan a regañadientes someterse al mismo trabajo en regiones donde saben que las carreteras, al inundarse periódicamente y, por tanto, tener que reconstruirlas sin cesar, jamás recompensarán sus esfuerzos. Se trata de las regiones, precisamente, en las que el transporte puede realizarse por vía fluvial).

Para comprender a qué agonía puso fin la red de carreteras del Ubangui-Chari, basta con remitirse a la situación de los indígenas a causa del régimen obligatorio del porteo.

En un informe de 1902 se puede leer lo siguiente:

Desde hace más de un año, la situación se vuelve cada día más difícil. Los mandjia, agotados, ya no pueden más y no quieren aguantar más. Actualmente, lo prefieren todo, incluso la muerte, al porteo. […]

Desde hace más de un año, las tribus han empezado a dispersarse. Los poblados se disgregan, las familias se separan, todos abandonan su tribu, su poblado, a su familia y sus plantaciones, y se van a vivir a la selva como un animal acorralado, para rehuir a los reclutadores. Ya no hay cultivos y, por tanto, no hay víveres. […] En consecuencia, reina la hambruna y, en los últimos meses, centenares de mandjia han muerto a causa del hambre y la miseria. […] Nosotros también sufrimos las repercusiones; Fort-Crampel corre el riesgo, más que nunca, de quedarse sin víveres. Se alimenta gracias a los puestos de Kaga M’Brès y de Batangafo, que vienen, haciendo cinco días de camino, a traer harina y mijo; de ahí que, para cada porteador de víveres, suponga un desplazamiento mensual medio de diez a doce días de camino.

Para encontrar porteadores, los reclutadores deben llevan a cabo una verdadera caza del hombre por poblados vacíos y plantaciones abandonadas. No pasa un mes sin que guardas regionales, incluso auxiliares del país, mandjia que están a nuestro servicio, a quienes se envía a reclutar en su propio país, sean atacados, heridos y, a menudo, muertos y comidos.

Obligados a escapar en todas direcciones, hacia el norte, el este, el oeste y el sur, por nuestros pequeños puestos, manu militari, para oponerse a su éxodo en masa más allá del Fafa y el Ouham, los mandjia permanecen escondidos, como acorralados solitarios, en un rincón de la selva, o se refugian en las cavernas de algunas kafa inaccesibles, convirtiéndose en trogloditas, alimentándose miserablemente de raíces hasta que se mueren de hambre, antes que volver a llevar cargas.

Lo hemos intentado todo. […] Era necesario. [El destacado es mío]. El aprovisionamiento prima sobre cualquier otra consideración. Las armas, las municiones y las mercancías de intercambio tenían que llegar. Palabras bondadosas y de aliento, amenazas, violencia, represiones, regalos, salarios, todo ha fracasado hasta hoy ante el terrible pánico de la raza mandjia, que hace algunos años, unos meses, incluso, era rica, numerosa y vivía agrupada en grandes poblados.

Dentro de unos meses, toda la parte del círculo de Gribingui comprendida entre el Gribingui al este, el Fafa al oeste, los ungurra al sur, y Crampel al norte, no será más que un desierto, sembrado de poblados en ruina y de plantaciones abandonadas. Sin víveres y mano de obra, la región está perdida.

Si en un plazo muy breve no se suprime por completo el porteo, al menos entre Nana y Fort-Crampel, el círculo de Gribingui está irremediablemente perdido, y lo único que podremos hacer será evacuar un país desierto, arruinado, sin brazos ni víveres…

Y, en el «Informe del administrador adjunto Bobichon sobre la situación política en los meses de julio y agosto de 1904»:

[…] En la zona de Nana, la cuestión del porteo se está volviendo cada vez más ardua. Los mandjia de Nana están agotados; hacen y harán todo lo posible para evitar el porteo, que ya no quieren realizar. Ahora prefieren cualquier cosa, incluso la muerte, al porteo.

Los grupos se dispersan unos tras otros, sin que sea posible hacer nada para detener esas migraciones que han convertido una región antaño rica en cultivos, donde vivía una población numerosa, en un auténtico desierto.

Este año, contrariamente a las promesas que se habían hecho con anterioridad, las tareas que se exigen a esa población, en lugar de disminuir, han aumentado. Y, además, primero deben reclutar a numerosos trabajadores para las obras de la carretera, el paso del relevo y de su material, un convoy de cartuchos que debe descargarse de una vez y, por último, el transporte del D’Uzès . A ello hay que añadir la demanda de víveres en mayor cantidad y con mayor frecuencia a unos indígenas que ni siquiera tienen el tiempo necesario para satisfacer sus propias necesidades. Todos estos esfuerzos se piden en plena estación de lluvias y en el momento en que los indígenas necesitan dedicar más tiempo a sus cultivos.

Si comparamos los informes de nuestros predecesores, descubrimos que en 1901, en 1902 y en 1903 se concedió un permiso de descanso de dos meses a los mandjia para que pudieran dedicarse a sus plantaciones. Este año, nada… ningún descanso. Esos desdichados se mueren de hambre y de fatiga; como nunca están en su casa, no pueden ocuparse de sus plantaciones.

Este estado de las cosas se ha expuesto varias veces en los informes del administrador, el señor Bruel, comandante de la región, y de mis predecesores, los señores Thomasset, Roll y Toqué.

Solo lograremos superar esta situación insostenible impulsando activamente las obras de la carretera y encargando a Francia, sin mayor tardanza, el material necesario para los transportes, con el fin de suprimir el porteo.

«Era necesario». Antes he destacado estas palabras trágicas.

Era necesario para el mantenimiento y la subsistencia de los puestos del interior. Era necesario, so pena de dejar que decayese la tarea emprendida y que el resultado de inmensos esfuerzos se quedara en nada. El servicio de coches, organizado regularmente, que en la actualidad hace innecesario el porteo, se debe a ese mismo porteo, y solo a él, que lo ha hecho posible en primer lugar; porque era necesario transportar allí esos coches, y tan solo pudieron hacerlos llegar a su destino unos barcos que fue necesario transportar, desmontados, a la espalda de unos hombres, al Stanley Pool, más allá de los primeros rápidos del Congo, primero, y luego a la cuenca del Chad. Esta situación espantosa, pero provisional, se permitió con vistas a una situación mejor, al igual que los sufrimientos y la mortalidad que entraña necesariamente la creación de una vía férrea. Todo el país, incluidos los indígenas, a fin de cuentas y en última instancia, salen beneficiados de ello.

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