Rompiendo las maldiciones por Frank Hammond Copyright ©2010 y derechos de esta edición en español reservados por Editorial Buena Semilla, Bogotá, Colombia bajo su sello Editorial Desafío.
Publicado originalmente en inglés bajo el título “The Breaking of Curses” por Frank Hammond, ©copyright 1993, derechos reservados por “The Children’s Bread Ministry”, Texas, U.S.A.
Prohibida la reproducción por sistemas de impresión, fotocopias, audiovisuales, grabaciones o cualquier medio, menos citas breves, sin permiso por escrito del editor, menos por cortas citas o artículos.
Las citas bíblicas que aparecen en este libro son de la versión Reina Valera Revisada ©I960 de las Sociedades Bíblicas Unidas.
Traducción: Pablo Barreto, M.D.
Fotografías: © 2010 Pindyurin Vasily, Galyna Andrushko, BruceParrott. Pokaz, Kasash. Usadas con la autorización de Shutterstock.com Used under license from Shutterstock.com
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Publicado y Distribuido por Editorial Desafío
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Categoría: Liberación / Sanidad Interior
Producto No. 604002
ISBN: 978-958-935-409-4
Contenido
En esta traducción el término “satanás” y sus afines no llevan mayúsculas iniciales para no reconocer a este enemigo ninguna prioridad en la vida del creyente, aunque se desconozcan las reglas gramaticales sobre nombres propios.
Introducción
El tema de las maldiciones es digno de toda nuestra cuidadosa atención. La palabra "maldición”, en sus diversas formas, se encuentra más de 230 veces en la Biblia. En hebreo hay seis palabras diferentes y en griego hay tres palabras distintas que se traducen como “maldición”. Estas palabras dan a conocer diversos aspectos de las maldiciones. Cualquier tema bíblico que tenga un énfasis tan extenso, merece nuestro estudio cuidadoso.
Desde un punto de vista real, es obvio que en muchas personas escasean las bendiciones de Dios en sus vidas. La ausencia de la bendición de Dios es prueba de una maldición. Somos malditos o bendecidos; no hay términos intermedios. Debemos determinar “si” y “por qué” estamos bajo una maldición y estar seguros de lo que debemos hacer para echar atrás esa condición. Dios, en nuestro Señor Jesucristo, nos ha dado grandes provisiones para pasar de la maldición a la bendición.
En el Antiguo Testamento, quizás la palabra más común para “maldición” es el término “a r a r”. que significa expresar un deseo de mal contra alguien; pedir que caiga una enfermedad o una desgracia, o atar a alguien con un conjuro o ensalmo.
Desde la perspectiva de Dios, una maldición es una sentencia de juicio divino sobre los pecadores. Es precisamente lo opuesto de la bendición del pacto. Las maldiciones resultan de quebrantar los mandamientos de Dios. Así, todas las maldiciones que se encuentran en Deuteronomio, capítulos 27 y 28, son consecuencias de haber violado la relación con Dios. Los anuncios del castigo divino identifican las maldiciones impuestas por Dios.
Otra palabra hebrea que se traduce “maldición” es “c h e r e m” y designa las cosas dedicadas a Dios o señaladas y apartadas para ser destruidas. Tales cosas se vuelven una maldición contra quienes las conservan para sí. Por ejemplo, Acán tomó una parte del botín de Jericó, que estaba dedicado a Dios y ese botín se le convirtió en maldición no sólo sobre él sino también a la totalidad de su familia (Josué 7). El diezmo es santo y dedicado al Señor (Levítico 27:30) y pasa a ser una maldición para los que no lo pagan (Malaquías 3:8-10), sino que lo guardan o lo gastan en algo distinto a la obra de Dios. Un ídolo es una “cosa maldita”, y quien lleve a su casa un ídolo recibe una maldición (Deuteronomio 7:25-26).
Es demasiado superficial agrupar los diversos términos hebreos o griegos bajo la única palabra “maldición”. Sin embargo, en este libro se han evitado las distinciones técnicas de los vocablos hebreo o griego y dejamos que la identificación de las diferentes clases de maldiciones reflejen sus diversos aspectos.
“Rompiendo las Maldiciones” se publica con una oración para que la verdad que aquí se revela, permita cambiar muchas maldiciones en bendiciones.
Las maldiciones son reales
La Biblia afirma la realidad de las maldiciones. Dios dijo que Él:
“...visita la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta generación”
Éxodo 34:7.
Como los israelitas veían que estas madiciones pasaban a sus descendientes, inventaron este dicho: “...Los padres comieron las uvas agrias, y los dientes de los hijos tienen la dentera” (Ezequiel 18:2). En otras palabras, los hijos sufrían por los pecados de sus padres. Las maldiciones generacionales impuestas por Dios, eran verdaderas.
El Libro de Jueces registra una maldición que ilustra muy bien la realidad de las maldiciones. Cuando Gedeón murió, dejó setenta hijos. Abimelec, uno de ellos, asesinó a sus hermanos a fin de asegurar el liderazgo nacional para sí mismo.
Sólo escapó Jotam, el menor de los hijos de Gedeón. Las ciudades de Milo y Siquem eran partidarias de Abimelec. Por tanto, Jotam pronunció una maldición sobre quienes habían asesinado a sus hermanos
“Y si no. fuego salga de Abimelec, que consuma a los de Siquem y a la casa de Milo, y fuego salga de los de Siquem y de la casa de Milo, que consuma a Abimelec...envió Dios un mal espíritu entre Abimelec y los hombres de Siquem, y los de Siquem se levantaron contra Abimelec; para que la violencia hecha a los setenta hijos de Jerobaal, y la sangre de ellos, recayera sobre Abimelec su hermano que los mató, y sobre los hombres de Siquem que fortalecieron las manos de él para matar a sus hermanos...Así pagó Dios a Abimelec el mal que hizo contra su padre, matando a sus setenta hermanos. Y todo el mal de los hombres de Siquem lo hizo Dios volver sobre sus cabezas, y vino sobre ellos la maldición de Jotam hijo de Jerobaal”
Jueces 9:20, 23, 24, 56, 57.
Del relato anterior, aprendemos varias verdades claves:
- Las maldiciones son reales. La maldición pronunciada por Jotam, cayó sobre Abimelec y sus huestes.
- La maldición se debió al pecado. Abimelec inmisericordemente asesinó a sus setenta hermanos.
- La maldición pronunciada por Jotam fue un clamor para que Dios juzgara si eso era justo. Dios es el Juez de los corazones y motivos de los hombres.
- Dios sancionó la maldición. Las palabras de Jotam por sí solas, eran insuficientes para causar daño a Abimelec.
- El poder de una maldición es demoníaco. “Dios envió un mal espíritu para efectuar la maldición”.
A partir de la historia secular, vemos igualmente que las maldiciones son reales:
“Había miles de judíos que vivían en España hacia 1480; en el comienzo de la Inquisición, y en el curso de tres años se inició la expulsión de los judíos profesantes. En 1492, el año en que Colón zarpó para América, los reyes católicos Fernando e Isabel firmaron un edicto por el cual se expulsaba de España a todos los judíos. España se convirtió en una gran nación, y extendió su imperio a lo largo y ancho del mundo; sin embargo, en pocos siglos comenzó a declinar y su imperio se desintegró.
Nunca ha regresado política, económica, o culturalmente a su primitiva gloria y hoy se considera como una de las naciones más pobres de Europa occidental.
Además, el pueblo de España nunca ha experimentado un avivamiento espiritual de calidad o de cantidad...Como informarán los creyentes que trabajan en España, es una de las naciones del mundo más secas desde el punto de vista espiritual.