PARAMAHANSA YOGANANDA: Un Yogui En La Muerte Como En La Vida
PARAMAHANSA Yogananda pasó su mahasamadhi (salida final del cuerpo que el yogui realiza conscientemente en Los Ángeles, California, EE. UU., el 7 de marzo de 1952, después de dar término a su discurso en un banquete dado en honor del señor H. E. Binay R. Sen, embajador de la India. La historia del tránsito del yogui amado se relató en «Self Realization Magazine» (Los Ángeles), edición de mayo de 1952; y en la revista semanaria nacional «Time», edición del 4 de agosto de 1952.
El gran instructor mundial demostró el valor de la yoga (técnicas científicas para la realización de Dios), no sólo en la vida sino en la muerte. Semanas después de su partida, su cara inalterada radió el lustre divino de la incorruptibilidad.
El señor Harry T. Rowe, de Los Ángeles, director mortuorio de «Forest Lawn Memorial Park» (en el cual el cuerpo del gran Maestro está depositado temporalmente), envió a «Self-Realization» una carta notariada de la cual se han tomado los siguientes extractos:
«La ausencia de signos visuales de descomposición en el cuerpo muerto de Paramahansa Yogananda ofrece el caso más extraordinario en nuestra experiencia… Ninguna desintegración física era visible en su cuerpo aun veinte días después de la muerte… Ninguna indicación de moho era visible en su piel, y ninguna disecación (secamiento) ocurría en los tejidos corporales. Este estado de preservación perfecta de un cuerpo, es, según lo que sabemos de los anales mortuorios, algo sin paralelo… Al tiempo de recibir el cuerpo de Yogananda, el personal del mortuorio esperó observar, por la tapa del vidrio del ataúd, los signos usuales progresivos de descomposición corporal… Nuestro asombro aumentó día tras día, al no aparecer ningún cambio visible en el cuerpo, bajo observación… El cuerpo de Yogananda estaba, aparentemente, en un estado fenomenal de inmutabilidad… Ningún olor de descomposición jamás emanó de su cuerpo… La apariencia física de Yogananda el 27 de marzo, un poco antes de colocar la tapa de bronce en el ataúd, era la misma que la del 7 de mazo. Lucía el 27 de marzo, tan fresco y tan sin estragos como en la noche de su muerte. No había razón para decir el 27 de marzo que su cuerpo había sufrido alguna desintegración física. Por estas razones declaramos otra vez que el caso de Paramahansa Yogananda es único en nuestra experiencia».
«Cuando se recibió el cuerpo de Yogananda en el cementerio, nuestro personal esperaba observar, a través de la cubierta de vidrio del féretro, las manifestaciones habituales de la descomposición física progresiva. Pero nuestro asombro fue creciendo a medida que transcurrieron los días sin que se produjera ningún cambio visible en el cuerpo bajo observación. […] El cuerpo de Yogananda se encontraba aparentemente en un estado de extraordinaria inmutabilidad[…].
»Nunca emanó de él olor alguno a descomposición. […] El aspecto físico de Yogananda instantes antes de que se colocara en su lugar la cubierta de bronce de su féretro, el 27 de marzo, era exactamente igual al que presentaba el 7 del mismo mes, la noche de su deceso; se veía tan fresco e incorrupto como entonces. No existía razón alguna para afirmar, el 27 de marzo, que su cuerpo hubiera sufrido la más mínima desintegración aparente. Debido a estos motivos, manifestamos nuevamente que el caso de Paramahansa Yogananda es único en nuestra experiencia».
Dedicado a la memoria de
LUTERO BURBANK,
«un santo americano».
Título original: Autobiography of a Yogi
Paramahansa Yogananda, 1946
Traducción: J. M. Cuarón
Editor digital: Titivillus
ePub base r2.1
Notas
[1] Se refiere el prologuista a la primera y única edición aparecida a la fecha en dicha lengua, y de la cual hacemos esta primera versión al castellano. (N. del T.).
[2] Sri Daya Mata ingresó, en 1931, en la comunidad monástica que Paramahansa Yogananda había establecido en la cima de Mount Washington, lugar desde donde puede apreciarse una amplia vista panorámica de la ciudad de Los Ángeles. Ella ha prestado sus servicios como presidenta de Self-Realization Fellowship desde 1955.
[3] En la séptima edición (1956) se incluyeron revisiones adicionales, realizadas por Paramahansa Yogananda, como se indicaba en una Nota del Editor incorporada en la misma:
«Esta edición, publicada en Estados Unidos en 1956, contiene revisiones realizadas por Paramahansa Yogananda en 1949, para la edición de Londres (Inglaterra), y también revisiones adicionales hechas por el autor en 1951. En una “Nota para la Edición de Londres”, con fecha del 25 de octubre de 1949, escribió Paramahansa Yogananda: “Los preparativos para una edición londinense de este libro me han brindado la oportunidad de revisar y ampliar ligeramente el texto. Además del material nuevo incluido en el último capítulo, he añadido numerosas notas al pie de la página en respuesta a preguntas formuladas por los lectores de la edición estadounidense”.
»Las revisiones posteriores realizadas por el autor, en 1951, estaban destinadas a aparecer en la cuarta edición publicada en Estados Unidos (1952). En aquel tiempo los derechos sobre Autobiografía de un yogui se habían concedido a una casa editorial de Nueva York. En 1946, en Nueva York, cada página del libro se había grabado en una plancha electrotípica y, por consiguiente, para añadir siquiera una coma era necesario cortar la lámina metálica de toda una página y volver a soldar ambas partes junto con una línea nueva que contuviese la coma que faltaba. Debido a los costes que implicaba la soldadura de numerosas planchas, la editorial neoyorquina no incorporó en la cuarta edición las revisiones que hizo el autor en 1951».
«A fines de 1953, Self-Realization Fellowship (SRF) compró a la editorial neoyorquina todos los derechos de publicación de Autobiografía de un yogui. SRF reimprimió el libro en 1954 y 1955 (ediciones quinta y sexta); durante esos dos años, sin embargo, otras obligaciones impidieron que el departamento editorial de SRF acometiera la monumental tarea de incorporar las correcciones del autor en las planchas electrotípicas. No obstante, la tarea se realizó a tiempo para la séptima edición».
Después de 1956, todavía se hicieron algunas otras revisiones editoriales, de acuerdo a las instrucciones que Tara Mata había recibido de Paramahansa Yogananda antes de su muerte.
En las primeras ediciones de Autobiografía de un yogui aparecía el título del autor como «Paramhansa», siguiendo la costumbre bengalí de omitir en la escritura la a cuando su sonido es mudo o semimudo. Para asegurarse de dar a conocer el significado sagrado de este titulo, originado en los Vedas, en ediciones posteriores se ha usado la transliteración sánscrita estándar, a saber: «Paramahansa», palabra derivada de las voces parama (superior o supremo) y hansa (cisne), la cual denota que el ser humano ha alcanzado la realización suprema de su auténtico Ser divino, y de la unidad de ese Ser con el Espíritu.
Autobiografía de un Yogui forma parte de la «Lista de las 100 obras espirituales más influyentes del siglo XX», elaborada por la prestigiosa editorial Harper-Collins. Figura de manera habitual en las listas de best sellers de su género. Esta singular autobiografía nos presenta el cautivador retrato de una de las personalidades espirituales más destacadas de nuestro tiempo, junto a Teresa de Calcuta o Ghandi. Paramahansa Yogananda, considerado el padre del yoga en occidente, recibió también el homenaje solemne del Gobierno de la India, que lo reconoció formalmente como uno de sus grandes santos.