Título original: África: explotadores y explotados
Javier Morillas, 1985
Editor digital: Titivillus
ePub base r2.1
Notas
[1] V. Lida, Clara E., Anarquismo y revolución en la España del siglo XIX, Madrid, 1972, pp. 40.
[2] V. Morillas, Javier, Comercio y esclavitud, en Cuadernos de Historia 16, n.º 123, pp. 14 ss.
[3] V. Sánchez-Albornoz, Nicolás, España hace un siglo. Una economía dual, Madrid, 1977, pp. 32 ss.
[4] V. Zulueta y Gomis, José, Impresiones del Rif, Barcelona, 1916, pp. 114 ss.
[5]Ibídem, pp. 116 ss.
[6]Ibídem, pp. 117 ss.
[7] V. González Echegaray, Carlos, Historia del África Negra, Madrid, 1974, pp. 264 ss.
[8]Ibídem, pp. 273 ss.
[9] Bonelli Hernando, Emilio, El Sahara. Descripción geográfica, comercial y agrícola, Madrid, 1887, p. 201.
[10] Cfr., Coronel Lahure, Informe a S. M. el Rey de Bélgica, Bruselas, 1888, p. 23. Anexo al trabajo de J. Yorillas, La configuración de una economía dual en el África occidental, para el Instituto Hispano-Arabe de Cultura del Ministerio de Asuntos Exteriores, 1983.
[11] V. J. Morillas, Comercio…, pp. 18-22.
[12] Sobre su instalación y actividades comerciales, V. Morillas, Javier, El reparto de África. El Sahara español, en Cuadernos de Historia 16, n.º 39, pp. 25 ss.
[13]Cfr., Informe al Ministerio de Ultramar, para el IHAC del Ministerio de Asuntos Exteriores.
[14] Bremon, Luciano, y otros, Territorios españoles del Sahara occidental. Proyecto de colonización y explotación, 1984. Para el IHAC del Ministerio de Asuntos Exteriores.
[15] Cfr., E, Bonelli, p. 219.
[16]Ibídem, 208-209.
[17]Ibídem, 216, 219, 225-228.
[18]Ibídem, 227.
[19]Ibídem, Hidalgo de Cisneros, Ignacio, Memorias. Cambio de rumbo, Barcelona, 1971, p. 207.
[20]Ibídem, Rocafort, Guillermo, La colonia española del Sáhara. Río de Oro, en Revista Hispano-Africana, noviembre, 1926, p. 27.
[21]Cfr., Informe Lahure, p. 15.
Entrega n.º 165 de la colección Cuadernos Historia 16 dedicado a la trata de esclavos africanos.
Javier Morillas
África: explotadores y explotados
Cuadernos Historia 16 - 165
ePub r1.0
Titivillus 17.05.2022
África: explotadores
y explotados
Javier Morillas
Profesor de Estructura Económica, UCM-CEU
L A idea que generalmente se conserva del mundo de los primeros años de la segunda mitad del pasado siglo es la de una época animada, de grandes esperanzas e iniciativas económicas alentadas por el recién descubierto oro de California y Australia, y por las expectativas comerciales que generaba la guerra de Crimea como factor antirrecesivo.
Inglaterra había abolido definitivamente la restrictiva acta de navegación de Cromwell. En Francia, financieros tan heterodoxos como los Pereire, alentados y protegidos por el propio Napoleón III, fundaban el Crédit Mobilier. En España funcionaban los primeros ferrocarriles, la industria siderúrgica se vigorizaba y los campesinos castellanoleoneses evidenciaban de forma muy expresiva su optimismo con coplillas del tipo: «Agua y sol / y guerra en Sebastopol», siendo no menos elocuente el sentir de los arroceros valencianos: «Cuando en Odesa y Moscú / suenen los cañones de bronce / el arroz que hoy está a nueve / mañana llegará hasta once».
Sin embargo, y durante las mismas fechas, los habitantes del continente africano no tenían ningún motivo para sentirse optimistas. La progresiva disolución de los tipos antiguos de autoridad hacían cada vez más problemáticos los intercambios comerciales.
Para complicar la situación, Francia arrebata Argelia a los turcos en 1830, e inicia una planificada penetración hacia el interior. Paralelamente realiza una similar operación desde Senegal, donde también establece una sólida base de operaciones.
La tenaza no obstante se paraliza momentáneamente. Al terminar la guerra de Crimea los países europeos reanudaron sus compras de grano a Rusia según costumbre antigua. Los agricultores de los Estados Unidos que habían sido unos de los grandes beneficiarios del cierre del mar Negro se ven con dificultades para vender sus excedentes. Mientras esto sucede con el que pronto será gran coloso del norte del Río Grande, Europa, paradójicamente, padece un encarecimiento de los productos agrícolas. Que ambos fenómenos tuvieran lugar al mismo tiempo refleja la imperfección del mercado mundial de la época y hacia evidente que éste no se hallaba regido por la conveniencia de los consumidores sino por el de los grandes propietarios, acaparadores e intermediarios. La especulación jugó un importante papel en el desencadenamiento de una época de hambre y el alza vino a suponer para el viejo continente toda una crisis de subsistencia.
Si la situación en los países europeos fue mala, y ahí quedan todos los disturbios sociales y políticos de la época se comprende que la situación no tuviera ni punto de comparación con el aquelarre que empieza a vivirse en los países de África. De estos se sacaron todas las disponibilidades de grano, a costa, naturalmente, de dejar desabastecido el siempre exiguo mercado local. Así, por ejemplo, en el Magreb para el sultán Alauita, los rendimientos eran evidentemente mayores si vendía el grano en Cádiz que si lo hacia en el hambriento Marraquesh. Los franceses también prefirieron sacar todo el cereal posible de Argelia y ponerlo a la venta en las Baleares o Marsella antes que en Orán.
El economista Federico Listt había escrito que en un país la capacidad de crear riqueza es más importante que la riqueza misma. Y el grado de descomposición de las sociedades africanas era tal que destacados jefes y notables parece que habían decidido que esa capacidad de crear riqueza debía venir de fuera. Así por ejemplo, en 1881 tres notables saharauis de la tribu de Ulad Delim, en su nombre y en el de sus tributarias, que habitan la zona próxima a la península de Río de Oro, acuden a la capital de Lanzarote, Arrecife, para firmar la entrega de dicha península a la recientemente constituida Sociedad de Pesquerías Canario Africanas. A cambio lo que se esperaba con este tipo de ofertas era una pronta y activa presencia europea que dotara de vida económica propia a los habitantes autóctonos de la demarcación correspondiente.
El explorador inglés Richard Burton con atuendo beduino.
Captura de Samori Turé por los franceses (Guelemu, 29 de septiembre de 1898).
Inauguración del canal de Suez en Port Said (17 de noviembre de 1869).
Si en África se empezaron a generalizar ofrecimientos como el anterior, en Europa también empezaron a ocurrir cosas inéditas. Como la caída de la Unión Parisina de enero de 1882. Era la primera crisis económica de características modernas, con sus catastróficos efectos de arrastre para todas las bolsas y bancos europeos, amén de para numerosas empresas como la propia Sociedad de Pesquerías, anteriormente citada.