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Theodore Dalrymple - Sentimentalismo tóxico

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Theodore Dalrymple Sentimentalismo tóxico

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Título original: Spoilt Rotten: The Toxic Cult of Sentimentality

Theodore Dalrymple, 2010

Traducción: Dimitri Fernández Bobrovski, 2016

Editor digital: Titivillus

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Notas 1 Que el efecto es considerable e importante lo sugiere la siguiente - photo 1
Notas

[1] Que el efecto es considerable e importante lo sugiere la siguiente anécdota de la prisión en la que trabajé. Un joven de origen pakistaní, encarcelado por un delito relativamente leve, vino a verme a causa de un supuesto problema estomacal. Enseguida me di cuenta de que su verdadero problema era la ansiedad o, como se vio después, el miedo. Poco antes había sido testigo de cargo en un caso de «asesinato por honor» de una joven cometido por el padre y el hermano de la muchacha. Los demás presos de origen pakistaní —por alguna razón, cada vez más numerosos— se confabularon rápidamente en su contra y amenazaron con agredirle por su deslealtad al grupo y a la tradición del matrimonio a la fuerza; tradición que resultaba muy conveniente y deseable para ellos. No se trataba de una manifestación de solidaridad entre los presos, según la cual lo peor que se puede ser es informante de la policía (a menos que seas un delincuente sexual). Pero en los delitos de asesinato, al menos de asesinatos que no fueron cometidos en el transcurso de otro delito como el de atraco a un banco, los presos testifican de buen grado. Fue específicamente por la implícita amenaza a la tradición del matrimonio a la fuerza por lo que acosaban a mi paciente. Solicité que fuera trasladado de inmediato a una prisión lejana en la que nadie le conocía. Su malestar estomacal desapareció al instante.

[2] En 1909 la tasa de mortalidad infantil en el East End de Londres, donde nació mi padre, era de 124 fallecimientos por cada 1.000 nacidos vivos. Es decir, la octava parte de todos los niños nacidos vivos no llegaba a su primer cumpleaños. Su esperanza de vida al nacer era de 49 años. Los supervivientes de ese peligroso primer año tenían la esperanza de vida de sólo 55 años.

[3] Esto no habría sido una mala ficción —a menudo la humanidad tiene que vivir «como si», es decir, como si algo que no es cierto, o al menos es improbable, fuera cierto— si hubiera conducido a la búsqueda y fomento de talentos. Por supuesto, tal cosa no ocurrió.

[4] Aquí estoy en deuda con el librito, Spoil the Child, de Lucie Street, Phoenix House, publicado en 1961. Este libro es corto, alarmante, iluminador e hilarante.

[5] Si se ha producido un ascenso general de la población hacia la clase media, se explicaría cómo pudo haber un auge y un descenso simultáneos de los niveles educativos, ya que el efecto del ascenso social supera al del deterioro educativo. También ayuda a explicar por qué puede haber disminuido la tasa de movilidad social, pudiendo las clases medias proteger mejor a sus hijos de los efectos de las ideas educativas absurdas, convirtiendo así una sociedad de clases en una sociedad de castas.

[6] Como dice Skimpole: «Sólo pido ser libre. Las mariposas son libres. ¡Seguramente la humanidad no negará a Harold Skimpole lo que concede a las mariposas!».

[7] L-i-m-p-i-a-r, Limpiar (verbo, hacer brillar, despejar) V-e-n, Ven, t-a-n-a, ventana. Cuando el chico lo aprende de los libros, va y lo hace. Señor Squeers en Nicholas Nickleby.

[8] Sólo un sentimental y romántico empedernido negaría que hay alguna regla.

[9] En 1954, el Boletín de Educación para las Escuelas Primarias del Ministerio de Educación afirmaba: «El plan de estudios debe ser pensado en términos de actividad y experiencia más que en los de conocimientos que han de adquirirse y datos que han de almacenarse».

[10] Ahora lo que quiero son los hechos… sólo buscamos hechos en la vida.

[11]Education through Experience in the Infant School Years, Educación a través de la experiencia en la escuela infantil, 1950.

[12] La corrección política es, a menudo, un intento de hacer que el sentimentalismo sea socialmente obligatorio o legalmente exigible.

[13] La posesión de un ejército implica, paradójicamente para alguien que afirma que todas las formas del lenguaje son iguales, que la lengua oficial es inferior a todas las demás formas de ese idioma, al menos moralmente, ya que recurre a la fuerza para imponerse a la población. Así, por ejemplo, cualquiera que enseñe a un niño de los barrios marginales a leer y escribir en la lengua oficial es un opresor. Realmente esa idea facilitaría la vida a muchos profesores, al menos a corto plazo.

[14] El profesor Pinker evita mencionar que eso es cierto muy a menudo. Las investigaciones posteriores demostraron que muchas de las cosas que aprendí en la facultad de medicina resultaron no ser verdad. Lo cual no quiere decir que no debían haber sido enseñadas.

[15] Aunque biológicas, también tienen importantes aspectos sociales y educativos. Ningún grupo humano, hasta donde yo sé, deja de enseñar a sus niños a deshacerse de la orina y las heces, y si tal grupo existiera, no creo que quisiera conocerlo.

[16] Tengo la sospecha también, aunque no puedo probarlo, que cualidades como la capacidad de concentración se parecen un poco a la adquisición del lenguaje; si no se aprenden a cierta edad, ya nunca se adquieren.

[17] A la cirugía todavía no. No creo que nadie se dejara operar por un cirujano que se ha formado siguiendo esas premisas. Y, para ser justos, no es cierto que no se enseñe nada de la historia del arte a los estudiantes de arte. Una vez pregunté a una estudiante de segundo curso sobre las materias que había dado el primer año. «Arte africano» me respondió. ¿Y el segundo? «Roy Liechtenstein». Como decía el Bobo Wilson: «Es mejor no saber nada que saber lo que no es».

[18] Y Gran Bretaña, por alguna razón que no puedo entender y por desgracia para otros países, es una nación de vanguardia. ¡Mire a Gran Bretaña, poderosa, y desespere!

[19] Al revisar los papeles de mi madre tras su fallecimiento encontré el informe de un detective privado encargado de buscar las pruebas de adulterio cometido por mi padre, que entonces constituía uno de los pocos motivos del divorcio. El detective no las encontró pero, por lo que he oído, debió de haber sido un incompetente.

[20] Ese deseo existe no sólo en el mundo anglosajón. En agosto del 2008, Le Monde publicaba el obituario de un escritor llamado Tony Duvert. La gran idea de Duvert era que el estado no debía interferir de ninguna manera en las relaciones sexuales. No tendría que haber leyes ni contratos en tales materias. Supuestamente no debería estar prohibido ningún tipo de deseos sexuales, ni siquiera los de Jeffrey Dhamer. Refiriéndose a su novela Paysage de fantaisie, que recibió el premio Medicis en 1973, el obituario dice: «Los pupilos de un hogar provisional infantil podían dejarse llevar por cualquier capricho momentáneo, sin ningún tipo de tabú, sin siquiera una mirada de desaprobación, sin reproches. Hay en el libro una especie de celebración de la amoralidad de una alegría feroz. Y la gramática invertida [con la que está escrito el libro]… es un desafío lanzado a todas las convenciones literarias y éticas. Pero» continúa la nota necrológica, «es en el Journal d’un innocent donde se expresa aún más claramente esta inocencia pagana. En un mundo sin la necesidad o el sufrimiento, en algún lugar del Sur, las relaciones sexuales se suceden unas a otras con una inconsciencia total y absoluta». Sin duda se trata de pura tontería sentimental adolescente. Tal vez no sea una casualidad que el obituario comience así: «El escritor Tony Duvert de 63 años de edad fue hallado muerto el 20 de agosto en su casa del pueblecito de Thore-la-Rochelle. Su muerte se habría producido un mes antes». Falsos sentimientos que llevan a una tragedia real.

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