Jeremy Rifkin - La economía del hidrógeno
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- Libro:La economía del hidrógeno
- Autor:
- Editor:Ediciones Paidos Iberica
- Genre:
- Año:2002
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La economía del hidrógeno: resumen, descripción y anotación
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El hidrógeno es el elemento más básico y ubicuo del universo, la materia de la que están hechos el sol y las estrellas. En este inicio del siglo XXI, los principales fabricantes de automóviles han destinado más de 2.000 millones de dólares a desarrollar prototipos alimentados con hidrógeno, y se espera que en pocos años circulen ya los primeros vehículos producidos en serie. Además, cuando millones de usuarios puedan conectarse a redes energéticas de hidrógeno de alcance local, regional y nacional, basadas en los mismos principios que hicieron posible la World Wide Web, podrán compartir la energía de igual a igual y crear un modelo descentralizado.
El hidrógeno puede paliar la dependencia del mundo respecto a las importaciones de petróleo, y contribuir a enfriar el peligroso juego geopolítico que se genera entre algunos países productores y el mundo occidental.
Título Original: The Hydrogen Economy
©2002, Rifkin, Jeremy
Traductor: Vilà Vernis, Ramón
Editorial: Ediciones Paidós Ibérica, S.A.
ISBN: 9788449312809
Corregido: Silicon, 07/09/2010
En el curso de la historia, los seres humanos se han encontrado a veces atrapados entre dos formas muy distintas de percibir la realidad. Tal era el caso, sin duda, en los últimos días del siglo XVII. Los científicos y filósofos de la Ilustración —Isaac Newton, John Locke, René Descartes y otros— pusieron en cuestión algunos de los credos más sagrados del catecismo de la Iglesia entre ellos una de sus doctrinas centrales: que la Tierra ha sido creada por Dios y posee un valor intrínseco. Estos nuevos pensadores preferían una explicación más materialista de la existencia y apostaban por las matemáticas y la razón. Menos de un siglo más tarde, los renegados políticos de las colonias americanas y los insurrectos franceses derrocaron el régimen monárquico en favor de una forma de gobierno republicana y proclamaron el «derecho inalienable del hombre a la vida, la libertad, la felicidad y la propiedad». James Watt patentó su motor de vapor en vísperas de la Revolución norteamericana, con lo que se consumó la relación entre el carbón y el nuevo espíritu prometeico de la época y la humanidad dio sus primeros pasos vacilantes hacia una forma de vida industrial que, a lo largo de los dos siglos siguientes, iba a cambiar el mundo para siempre.
Hoy vivimos tiempos similares marcados por la confusión, el fracaso de las ortodoxias y la apertura hacia posibilidades nuevas y radicales. Tras dos siglos de producción y comercio industriales, las fábricas, las oficinas y las empresas comerciales están abandonando lentamente el uso de mano de obra masificada, uncida a máquinas alimentadas con combustibles fósiles. Constantemente aparecen tecnologías inteligentes nuevas y más sofisticadas que sustituyen a la mano de obra humana en todas las industrias y los campos profesionales. Estamos realizando una gran transición hacia una fuerza de trabajo más reducida y elitista que trabajará en colaboración con tecnologías informáticas y robóticas cada vez más inteligentes. En cuestión de pocas décadas, el trabajador más barato del mundo no lo será tanto como las tecnologías inteligentes que vendrán a reemplazarle, ya sea en la planta de la fábrica o en los despachos de la dirección. Hacia mediados del siglo XXI probablemente seremos capaces de producir bienes y servicios para todos los habitantes de la Tierra con sólo una pequeña parte de la fuerza de trabajo que empleamos actualmente. Esto nos obligará a replantearnos el papel que deberán desempeñar los seres humanos cuando ya no sean necesarios en el mercado como fuerza de trabajo.
La física y la química, que han dominado la época que ahora termina y han influido sobre todos los aspectos de nuestra existencia, incluidos los detalles más insignificantes de nuestro estilo de vida, están dejando paso ahora a la era de la biología. El desciframiento y la manipulación del genoma del ser humano, de los animales y de las plantas abre la puerta a una nueva era en la que la vida misma se convierte finalmente en una mercancía manipulable. La era de la biotecnología está comenzando a plantear preguntas fundamentales sobre la naturaleza humana y el espacio público se está viendo ocupado rápidamente por un amplio debate entre aquellos que contemplan la nueva época como un renacimiento biológico y los que alertan sobre la llegada de una civilización ligada a la eugenesia comercial.
La revolución de la informática y de las telecomunicaciones ha dado origen a Internet y a la World Wide Web, lo que ha significado un cambio importante en la forma en que se comunican los seres humanos. «Acceso» se ha convertido en la metáfora general para una generación de individuos que pueden conectarse entre sí a través de un «sistema nervioso central» electrónicamente mediado que se extiende por todo el globo. Esta nueva sociedad que se mueve a la velocidad de la luz está introduciendo cambios fundamentales en nuestra forma de hacer negocios. La economía de mercado, caracterizada por el intercambio de bienes y servicios entre vendedores y compradores, está demostrando ser demasiado lenta para adaptarse a la nueva velocidad a la que se mueve la vida comercial. En la era que ahora comienza, el intercambio de la propiedad en el mercado deja paso progresivamente al acceso a servicios y experiencias en el marco de una red. En una sociedad en la que el tiempo mismo es el recurso más escaso y valioso, los proveedores conservan el derecho de propiedad y los usuarios pagan por el tiempo durante el cual acceden a los bienes y servicios. La suscripción, el leasing, la multipropiedad, la licencia y el alquiler se convierten en las formas preferidas de hacer negocios. La nueva economía «temporal» se caracteriza por la caída de los costes de transacción y la reducción de los márgenes de beneficio, lo cual obliga a las empresas comerciales a introducir nuevos y radicales modelos de negocio basados en acuerdos de «ahorros compartidos» entre compañeros de red. La transformación de los intercambios de propiedad en relaciones de acceso y de los márgenes de beneficios en ahorros compartidos están comenzando a reestructurar la vida comercial en todo el mundo.
Nuestras ideas sobre en qué consiste la cultura también están cambiando de manera radical. Empresas gigantescas dedicadas a la producción de contenidos como Disney, Universal Vivendi, AOL-Time Warner y Sony rastrean recursos culturales en todo el mundo y los convierten en todo tipo de experiencias de pago. Las personas que disfrutan de mayores ingresos —el 20% que más consume en el mundo— gastan actualmente casi tanto dinero en experiencias como en bienes y servicios básicos.
Una joven generación de activistas culturales que se oponen al nuevo comercio ha declarado una guerra cada vez más cruenta contra las «marcas», la mercantilización de los estilos de vida y los nuevos tipos de entretenimientos y franquicias comerciales, todo lo cual está llevando desde su punto de vista a una homogeneización de la cultura. Los activistas argumentan que el nuevo comercio cultural globalizado constituye una amenaza para la diversidad cultural del mundo y reclaman protección para las culturas indígenas. El esfuerzo de la esfera comercial por absorber la esfera cultural y convertirse en el único árbitro de la historia de la humanidad representa un punto de inflexión importante en la relación entre el comercio y la cultura que traerá consigo profundas consecuencias a largo plazo para todas las sociedades.
La transformación de la naturaleza del trabajo, la incipiente revolución en los campos de la biotecnología y las telecomunicaciones, la progresiva temporalización de la actividad económica y la batalla global entre el comercio y la cultura están alterando profundamente tanto nuestra concepción del mundo que nos rodea como su realidad.
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