LAURENCE REES (1957, Reino Unido). Educado en Solihull School y la Universidad de Oxford, es productor y director creativo en la BBC. Es autor y productor de series como World War II: Behind Closed Doors, War of the Century, Horror in the East o Auschwitz: The Nazis and the «Final Solution». Ganó el British Book Award for History Book of the Year en 2006 por el bestseller internacional Auschwitz: Los nazis y la «solución final» (Crítica, 2005). Otras de sus obras son: Una guerra de exterminio (2006), Los verdugos y las víctimas (2008), A puerta cerrada (2009) y El holocausto asiático (2009), todas ellas publicadas por Crítica.
En memoria de mis padres
Margaret Julia Rees (1927-1977)
y
Alan William Rees (1924-1973)
Toda mi vida puede resumirse como un esfuerzo incesante por convencer a otros.
ADOLF HITLER
Que un hombre así pudiera llegar tan lejos en la materialización de sus ambiciones y, sobre todo, que pudiera encontrar millones de herramientas y ayudantes en buena disposición es un fenómeno que el mundo ponderará en los siglos venideros.
KONRAD HEIDEN
Adolf Hitler, sentado a la derecha del todo, como soldado raso en el 16.º Regimiento Bávaro de Reserva, conocido como Regimiento «List» por el nombre de su coronel. Los compañeros de Hitler lo consideraban un tanto «peculiar».
bpk/Bayerische Staatsbibliothek/Archiv Heinrich Hoffmann
Hitler a principios de los años veinte como un político en ciernes en Múnich. Nótese el intento deliberado por parecer «respetable» con un bigote recién recortado y atuendo burgués.
Rex Features
Hermann Göring, que se unió al Partido Nazi en 1922 y resultó herido durante el Putsch de la Cervecería al año siguiente. Era uno de los seguidores más estridentes del «carisma» de Adolf Hitler.
bpk/Heinrich Hoffmann
Ernst Röhm con el uniforme de oficial alemán. Röhm, enormemente influyente durante los primeros días del Partido Nazi, capitanearía más tarde a los soldados de asalto y sería asesinado por orden de Hitler en 1934.
bpk
Dietrich Eckart, un disoluto escritor y virulento antisemita, fue uno de los primeros en reconocer el potencial político de Adolf Hitler. Falleció en 1923, pero fue una de las pocas personas sobre las que Hitler hablaba con reverencia.
bpk/Heinrich Hoffmann
Joseph Goebbels, que poseía un doctorado en literatura alemana, fue esencial en la creación del «mito de Hitler», la idea de que era infalible. Trabajando en prensa, radio y cine, Goebbels se convirtió en el propagandista más poderoso que el mundo haya conocido.
Roger Viollet/Getty Images
El general Erich Ludendorff (izquierda) y Adolf Hitler (derecha) en el momento de su juicio en 1924 por su participación en el Putsch de la Cervecería. Ludendorff, un héroe de la primera guerra mundial, al principio resultó útil a Hitler, pero pronto fue descartado cuando este decidió que él y solo él era el líder que necesitaba Alemania.
bpk/BayerischeStaatsbibliothek/Heinrich Hoffmann
Soldados de asalto nazis y otras unidades paramilitares de ultraderecha llegan a Múnich para participar en el Putsch de la Cervecería en noviembre de 1923. El putsch fue un incompetente intento por iniciar una revolución, pero Hitler convertiría ese fracaso en un mito heroico.
bpk/Heinrich Hoffmann
Hitler frente a la prisión de Landsberg, en Bavaria, en diciembre de 1924, al ser puesto en libertad tras cumplir solo nueve meses de una condena de cinco años por su participación en el Putsch de la Cervecería. Cuando salió de la cárcel, habiendo escrito Mein Kampf, estaba convencido de que era el salvador de Alemania.
AFP/Getty Images
Hitler con un grupo de jóvenes seguidores que lo adoraban. Siempre se dirigía sobre todo a los jóvenes, ya que creía que esa estrategia garantizaría el futuro del movimiento nazi durante mil años.
Time & Life Pictures/Getty Images
Un cartel propagandístico de 1933 en el que aparecen el presidente Hindenburg y Adolf Hitler. En él leemos: «El Reich jamás será destruido si permanecéis unidos y fieles» y, por tanto, era un intento por relacionar a Hitler con el más «respetable» Hindenburg.
Courtesy EverettCollection/Rex Features
Hitler en el mitin nazi de 1934 en Núremberg. En él se proyectó la película El triunfo de la voluntad. Esos actos, con su elaborada escenografía, desempeñaron un papel vital en la creación de un aura «carismática» en torno a Hitler.
Time & Life Pictures/Getty Images
Varios corresponsales mencionaron que la multitud —y las mujeres en particular— parecían extasiadas en presencia de Hitler en desfiles y mítines.
Heinrich Hoffmann
Una multitud de unas doscientas cincuenta mil personas se dio cita en la Heldenplatz, situada en el centro de Viena, para oír hablar a Hitler el 15 de marzo de 1938 y para celebrar la unificación de Austria y la Alemania nazi.
bpk/Bayerische Staatsbibliothek/Heinrich Hoffmann