Georges Dumézil - Tipos épicos indoeuropeos: Un héroe, un brujo, un rey
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- Libro:Tipos épicos indoeuropeos: Un héroe, un brujo, un rey
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Tipos épicos indoeuropeos: Un héroe, un brujo, un rey: resumen, descripción y anotación
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GEORGES DUMÉZIL (París, Francia, 1898 - París, Francia, 1986) fue un filólogo e historiador francés, conocido por sus importantes investigaciones dentro del campo de la mitología indoeuropea.
Después de haber realizado estudios en varias ciudades francesas ingresó en L’Ècole Normal Supérieure, donde estudió con enorme interés el Diccionario Etimológico de Latín de Michel Bréal, aunque él enseñaba sánscrito. En 1917 fue movilizado, pero regresó a L’Ècole Supérieure dos años más tarde, en 1919, con el fin de realizar el examen para obtener la agregaduría de la cátedra de Historia.
Estuvo de lector en la Universidad de Varsovia, durante el año 1921. En el año 1933 fue nombrado jefe de estudios de la École Pratique des Hautes Études y en 1949 consiguió la cátedra de Historia de las Religiones Indoeuropeas, del Collège de France, donde enseñó hasta 1968.
Diez años después, en 1978, fue nombrado miembro de la Academia Francesa. También fue Caballero de la Legión de Honor. Dumézil fundamentó sus estudios sobre la base del análisis estructural para comparar las religiones dentro del campo indoeuropeo y llegó a la conclusión de que todas las religiones (hindú, celta, germana, irania y tantas otras) están arraigadas en una ideología común que adopta los mismos ritos, mitos y organización social. Desde su punto de vista cualquier actividad sociorreligiosa cumple tres funciones: la espiritual, la militar y la productiva; éstas se distribuyen jerárquicamente y dominan a la masa indiferenciada de la gente. Esta teoría tuvo una importancia crucial para explicar muchos aspectos oscuros de las mitologías indoeuropeas.
Sus obras más importantes son: Los dioses de los indoeuropeos (1970), Del mito a la novela: La Saga de Hadingus (1973), Mito y epopeya (1968-1973) y Matrimonios indoeuropeos, seguidos de quince cuestiones romanas (1979).
En las tres obras que acabamos de comparar, lo que podemos llamar los isotemas, las líneas fronterizas entre las concordancias y las discordancias, no se presentan totalmente de igual manera.
El grupo más considerable se sitúa del mismo lado de Grecia y Escandinavia, en oposición con India.
1) Las divinidades que se enfrentan con motivo de Heracles y de Starkađr son de las funciones primera y segunda, mientras que Kṣṇa-Viṣṇu y Rudra-Śiva no pertenecen a la estructura de las tres funciones y no son comparables a Óđinn y a Þórr sino en otros aspectos.
2) La divinidad con la que Heracles se reconcilia después de morir es Hera, la esposa del soberano Zeus; la que se oculta bajo la apariencia de Hatherus y que se beneficia (o podría beneficiarse) con el último don de Starkađr es Höđr, muy cercano a Óđinn, el dios a la vez soberano y “sombrío” (en el sentido que hemos dado a este término). Śiśupāla, por el contrario, en el momento de su muerte se reconcilia con la divinidad “luminosa”, Kṣṇa-Viṣṇu y se funde en ella.
3) Heracles y Starkađr son héroes simpáticos; el primero no manifiesta en él ningún elemento “demoniaco”; el segundo había sido liberado, además de su monstruosidad, de lo que su nacimiento le había conferido de “gigántico”. Por lo contrario, Śiśupāla, hasta la conversión que se efectúa en el momento de su muerte, sigue siendo a la vez el ser demoniaco y el ser “śivaíco” que es desde su nacimiento.
4) Ni Heracles ni Starkađr han provocado a la divinidad que los persigue: sufren por su hostilidad, cuya causa es anterior al nacimiento de ambos. Por el contrario, Śiśupāla, hasta el fin, no deja de poner a prueba la paciencia de Kṣṇa-Viṣṇu, quien de hecho no lo persigue, pero que al final lo castiga.
5) Por importante que sea la acción de las divinidades en conflicto respecto de Heracles y de Starkađr, es, sin embargo, el héroe el que resulta interesante, y muy pronto, cuando ya han ocurrido los preliminares de la acción, las divinidades se convierten en entidades cada vez más discretas, aunque se les sienta presentes y vigilantes. En cambio, en la novela hindú es Kṣṇa-Viṣṇu [pg. 127] el principal personaje, pues Śiśupāla no es sino una figura episódica, una especie de incorregible Loki hindú, en la trama que verdaderamente importa: la trayectoria del dios encarnado.
6) Por consiguiente, el lector no toma partido ni por Óđinn ni por Þórr, sino por Starkađr; y tampoco toma partido por Hera, ni siquiera por Atenea, sino, sobre todo, por Heracles mismo, y por Atenea sólo en la medida en que ayuda al héroe. Por el contrario, en la novela hindú nos atrae desde el principio hasta el final la figura del dios Kṣṇa-Viṣṇu.
7) En particular, las muertes voluntarias de Heracles y de Starkađr son bellas, serenas, a pesar de las pruebas que las causan: la decadencia de la edad avanzada y el remordimiento después de haber cometido el tercer crimen en el caso de Starkađr, y la intolerable quemadura que resulta de la tercera falta de Heracles; por el contrario, la muerte de Śiśupāla es el clímax de un delirio frenético.
8) Sólo las novelas de Heracles y de Starkađr ponen en escena al personaje del joven a quien el héroe solicita que le dé la muerte-liberación; acto noble, ciertamente, pero que es retribuido.
9) Sólo en estos dos casos el ofrecimiento o el don final es ambiguo: Hatherus desconfía, y nunca sabremos si tenía razón en hacerlo; en cambio, las flechas envenenadas que le regaló Heracles herirán mortalmente a Filoctetes.
10) El tipo general de Heracles y de Starkađr es el mismo: enderezador de entuertos, héroe errante, predestinado al πόνος.
11) En consecuencia, uno y otro son educadores: en Saxo, el episodio de los hijos de Frotho (Helga, Ingellus), reencaminados a la virtud por Starcatherus, no tiene otro sentido, y sabemos bien cuál era el papel de Heracles en la formación y en la protección de los jóvenes griegos.
12) Starkađr pasa por ser un gran escaldo, el primero de ellos, y la tradición le atribuye poemas sobre sus propias hazañas, sobre la mítica batalla de Bravalla, además de que, tanto en la saga como en Saxo, Óđinn le ha conferido el “don de la poesía”; la asociación de las Musas con Heracles figura en los textos griegos y latinos (μουσικὸς ἀνήϱ, Hercules Musarum; ya en los vasos del siglo VI a. C. aparece Heracles portando una cítara, como discípulo de Lino); esta asociación es, en efecto, antigua, sin duda más antigua que las comprobaciones figuradas y las especulaciones de los pitagóricos.
Pero otras concordancias colocan en la misma categoría a India y a Escandinavia, en oposición a Grecia, y a veces de manera espectacular. Veamos estos ejemplos:
[pg. 128] 1) Śiśupāla y Starkađr nacen con monstruosidades que corrige, antes de iniciar sus trayectorias, una de las divinidades involucradas. Heracles nace sin ningún defecto.
2) India y Escandinavia honran mucho la ideología de la realeza e insisten en la actitud de los dos héroes hacia ella, pues les hacen pronunciar declaraciones enfáticas al respecto. La leyenda griega, al principio, esboza el tema (en la oposición de Euristeo y Heracles), pero no insiste en ello.
3) Las faltas de Śiśupāla y de Starkađr son fatales: impuestas a uno de ellos desde su nacimiento, por su condición y por sus antecedentes demoniacos, y al otro por las “suertes” que pronuncian, según las variantes, Þórr u Óđinn. Heracles, en cambio, comete libremente sus tres faltas.
4) Si tenemos en cuenta que la leyenda de Jarāsandha completa la de Śiśupāla, India y Escandinavia lastran a sus héroes con la nota de “crimen”, con uno o varios sacrificios humanos, de uno o varios reyes ofrendados o prometidos a la divinidad “sombría” que los exige. Nada de esto ocurre en la larga trayectoria de Heracles.
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