Rastreando en legajos olvidados y haciéndose eco de las historias que la tradición popular había convertido en verdaderas leyendas, Alexandre Dumas fue entregando a la imprenta la reconstrucción fidedigna de todos aquellos crímenes históricos que habían llegado a ser célebres, ya fuera por lo macabro y sangriento de su ejecución, o por el horror de la propia justicia de la época, que aplicaba la tortura más inhumana para conseguir las confesiones de los condenados.
El misterio, el horror, las escenas de pesadilla, la tortura, el desenfreno de las pasiones… son los elementos de los que se nutre la literatura gótica, y que Dumas recogió de la realidad para dar cumplido testimonio a sus lectores del tenebroso corazón de los hombres. De esta diversidad de «dramas judiciarios», tan del gusto de un público romántico ávido de horrores, hemos escogido cuatro casos que destacan por su truculencia e intensidad dramática: Los Cenci, La Marquesa de Brinvilliers, Urbano Grandier y Vaninka.
Alexandre Dumas
Crímenes Célebres (2ª ed.)
Valdemar - Gótica 07
ePub r1.1
Titivillus 21.01.18
Alexandre Dumas, 2013
Traducción: M. Busquets, M. Angelon y E. de Inza
Diseño/Retoque de cubierta: Francisco de Goya: Bandido asesinando a una mujer (1798-1800)
Editor digital: Titivillus
ePub base r1.2
ALEXANDRE DUMAS (Villers-Cotterêts, 1802 - Puys, cerca de Dieppe, 1870), fue uno de los autores más famosos de la Francia del siglo XIX, y que acabó convirtiéndose en un clásico de la literatura gracias a obras como Los tres mosqueteros (1844) o El conde de Montecristo (1845).
Dumas nació en Villers-Cotterêts en 1802, de padre militar —que murió al poco de nacer el escritor— y madre esclava. De formación autodidacta, Dumas luchó para poder estrenar sus obras de teatro. No fue hasta que logró producir Enrique III (1830) que consiguió el suficiente éxito como para dedicarse a la escritura.
Fue con sus novelas y folletines, aunque siguió escribiendo y produciendo teatro, con lo que consiguió convertirse en un auténtico fenómeno literario. Autor prolífico, se le atribuyen más de 1.200 obras, aunque muchas de ellas, al parecer, fueron escritas con supuestos colaboradores.
Dumas amasó una gran fortuna y llegó a construirse un castillo en las afueras de París. Por desgracia, su carácter hedonistas le llevó a despilfarrar todo su dinero y hasta verse obligado a huir de París para escapar de sus acreedores.
Notas
[1] Los casos en que según las leyes romanas puede un padre matar a su hijo son trece, a saber:
1. Cuando un hijo levanta la mano contra su padre.
2. Cuando el hijo hace una injuria atroz a su padre.
3. Cuando el hijo acusa a su padre de un crimen capital, a excepción del crimen de lesa majestad o de traición contra la patria.
4. Cuando el hijo se asocia a gentes de mal vivir.
5. Cuando el hijo pone asechanzas a la vida de su padre.
6. Cuando el hijo comete incesto con la mujer en segundas nupcias o con la concubina de su padre.
7. Cuando el hijo rehúsa afianzar a su padre preso por deudas.
8. Cuando el hijo impide o violenta a su padre a testar.
9. Cuando el hijo se asocia contra la voluntad de su padre a gladiadores o comediantes.
10. Cuando la hija, después de haber rehusado casarse, se entrega a una vida licenciosa.
11. Cuando los hijos se niegan a prestar los socorros necesarios a su padre enfermo.
12. Cuando los hijos descuidan rescatar a sus padres cautivos de los infieles.
13. Cuando el hijo abjura de la religión católica.
[2] Reunión de varias personas para regalarse y divertirse comiendo y bebiendo, en general en exceso.
[3] Declaración de Francisca Roussel.
[4] Existe una segunda versión sobre el fatal desenlace de Saint Croix. El abogado Vaulhier y el procurador Garanger afirman que le envenenador murió después de una larga enfermedad contraída por los vapores de los venenos. El proceso contra la marquesa fue tal y como se narra en el libro, con lo que si Saint Croix hubiera permanecido vivo durante esos cinco meses seguro que habría destruido las pruebas que comprometieron a sus amigos. De todas formas, la superstición popular vio en esa muerte un castigo divino.
[5] Se llama así cierto tribunal civil de París (N. del T.)
[6] El tipo de tormento preparatorio consistía en torturar al reo antes del juicio. El tormento confirmatorio solía aplicarse después del juicio. En el primero el acusado oponía una mayor resistencia con la esperanza de salvar su vida. En el segundo, ya condenado, confesaba para no sufrir los dolores del tormento.
[7] Venenos.
[8] Así se llama en París la plaza pública donde se ejecutan los suplicios (N. del T.)
[9] Acumulación patológica de líquidos en el organismo.
[10]auditus: errata por auditur (es escuchado). El axioma significa, pues, que «no es escuchado (por los jueces) quien obra movido sólo por el deseo de ser condenado».
[11] No hemos encontrado más que unos de estos pactos, continuando en la Historia de los diablos de Loudun, impresa en Ámsterdam en 1726; pero es probable que los demás estén hechos en el mismo estilo. «Señor y dueño Lucifer, »Os reconozco como dios y prometo serviros toda la vida; renuncio a otro Dios, a Jesucristo, a todos los santos y santas, a la Iglesia apostólica y romana con todos sus sacramentos, a todas las oraciones y plegarias que para mí se hicieren, y prometo hacer cuanto daño pueda, hacer caer en el mal a todas las personas que sea posible; renunciando al bautismo y crisma, a todos los méritos de Jesucristo y de los santos: y en caso de faltar en serviros y adoraros tres veces al día, os doy mi vida como pertenencia vuestra. «La minuta está en el infierno, en un rincón de tierra del gabinete de Lucifer, firmada con sangre del mago». Es fácil comprender por qué el diablo no llevaba el mismo original: esta copia lo ponía a cubierto de error; y Asmodeo sabía su código criminal.
[12] No es esta palabra la única que nos vemos obligados a dejar en blanco; porque las religiosas, para probar su posesión, afectaban unas palabras y acciones tan libres que no podemos continuar. Podíamos haber hecho varias citas semejantes a las siguientes; pero siempre nos hemos detenido, como lo hacemos también ahora: VII. Y la hermana Clara tuvo tales tentativas de… con su amigo, que según ella era Grandier, que un día estando para dar la comunión, se levantó repentinamente y subió a su cuarto, en donde algunas hermanas que la habían seguido la vieron con un crucifijo en la mano, con que… (Historia de los diablos de Loudun, pág. 182. Sacado de las pruebas que están en el proceso de Grandier). IX. En cuanto a las seculares, la deposición de Isabel Blanchard, seguida y confirmada por la de Susana Hammon, no es de las menos considerables: pues declara haber tenido comercio carnal con el acusado, quien un día después de haber… con ella, le dijo que si quería ir al sábado, la haría princesa de los magos. He aquí otras pruebas que por casualidad hemos adquirido y que no dejan de ser curiosas: III. Entre los testigos de esta acusación hay cinco muy considerables, a saber: tres mujeres, la primera de las cuales dijo que un día después de recibida la comunión del acusado, que la estuvo mirando fijamente durante el tiempo de tomarla, se sintió sobrecogida de un amor tan violento que todos sus miembros se estremecían. La otra declaró que habiéndola detenido él en la calle, le apretó la mano, y que al momento sintió una fuerte pasión hacia él. Por fin, la tercera dijo que después de haberle mirado en la puerta de la iglesia de los carmelitas, a donde entraba con la procesión, sintió tan vivos deseos y conmociones que de buena gana hubiera… con él, a pesar de que hasta entonces no le tenía inclinación ninguna, siendo además muy virtuosa y bien reputada. IV. Los otros dos son un abogado y un albañil: el primero le acusa de haberle visto leer los libros de Agripa; el otro, de que, recomponiendo su gabinete, vio un libro sobre la mesa, abierto en un capítulo que trataba de los medios de hacerse amar por las mujeres: es verdad que el primero no se ha explicado de ningún modo en la confrontación y ha dicho que creía que los libros de Agripa de que había oído hablar en la deposición son de