Eleuterio Sanchez - Camina o revienta

¿Puede una persona sin cultura ni medios enfrentarse a un gigantesco aparato de Estado y burlarlo durante años? ¿Puede el ser más perseguido y publicitado de la historia española permanecer oculto?… El Lute lo consiguió como así lo relata en su libro, donde retrata la psicología de un hombre, que impulsado por su amor a la libertad, logró llegar más allá de su propia resistencia física. En su fuga sólo tenía dos opciones: caminar o reventar.

Camina o Revienta, que llegó a número uno de ventas en varios países europeos y fue llevada al cine por Vicente Aranda, va mucho más allá del trepidante relato de las increíbles aventuras de El Lute: en sus líneas de pasión y verdad, se retrata magistralmente tanto la sociedad de finales del franquismo, como la psicología de un hombre, que impulsado por su amor a la libertad, logró llegar más allá de su propia resistencia física. Escapó dos veces de la prisión mediante espectaculares e imposibles fugas y pudo superar una y otra vez cercos férreos y búsquedas exhaustivas de la guardia civil, sin más apoyo que su inteligencia, instinto y resistencia física.

Eleuterio Sanchez, hoy abogado y padre de familia, sigue siendo un ejemplo vivo de tesón y coraje. Las gestas de El Lute siguen vivas entre nosotros.

Eleuterio Sanchez

Memorias de El Lute

ePub r1.0

Titivillus 30.06.15

Título original: Camina o revienta

Eleuterio Sanchez, 1977

Editor digital: Titivillus

ePub base r1.2

ELEUTERIO SÁNCHEZ RODRÍGUEZ, El Lute (Salamanca, 15 de abril de 1942) es un abogado y escritor español; anteriormente delincuente y fugitivo muy mediático.

Nació en una chabola, en el barrio de Pizarrales, Salamanca, en el seno de una familia merchera cuyo cabeza de familia en ese momento estaba en prisión.

Adquirió notoriedad social en la época franquista al ser condenado a la pena dos años y tres días de cárcel por el robo de tres gallinas. El 5 de mayo de 1965, participó en el atraco a una joyería en la calle Bravo Murillo de Madrid, en el que fueron sustraídas joyas por valor de 120.000 pesetas. Durante el atraco murió el vigilante de seguridad del establecimiento. Al cabo de varios días fue capturado y durante el tiroteo se produjo la muerte de una niña. Aunque Eleuterio siempre se declaró inocente de ambos crímenes, se le declaró culpable y se le condenó a la pena de muerte por garrote vil, sentencia que fue conmutada posteriormente por la de cadena perpetua. Todo el caso tuvo una gran repercusión mediática en su momento. Fue idea de un periodista apodarlo como El Lute. Su gran fama fue debida en gran parte a sus espectaculares fugas, la primera de ellas en 1966 arrojándose desde un tren en marcha, donde iba custodiado por la Guardia Civil para realizar un traslado penitenciario. Herido como estaba, consiguió burlar todos los controles policiales durante trece días hasta que fue arrestado.

Posteriormente se fugó del penal del Puerto de Santa María durante la Nochevieja de 1970. Se mantuvo escondido durante un gran periodo de tiempo ayudado por su grupo social, hasta que, en 1973 fue detenido de nuevo. Una vez cumplida su condena quedó en libertad el 20 de junio de 1981.

En prisión aprendió a leer y a escribir. Llegó incluso a licenciarse en Derecho por la UNED y una vez cumplida su condena ejerció como abogado. Llegó a trabajar en el gabinete madrileño de Enrique Tierno Galván.

Escribió una serie de libros autobiográficos en los que cuenta sus experiencias: Camina o revienta (1977), Mañana seré libre (1979), Una pluma entre rejas (1981), Entre sombras y silencios (1983), Crónica de un campusiano (1987) y Cuando resistir es vencer (2013).

Después de una larga ausencia del mundo de las editoriales y las librerías renace otra vez la idea de editar mi libro ¿Por qué ahora, a qué se debe ese interés? ¿Qué puede aportar en estos momentos Camina o Revienta? —Podría preguntar algún crítico avezado—. Contestaré en seguida a estas dos preguntas.

Estas memorias —que se llevaron al cine y se tradujeron a varios idiomas con notable éxito— abarcan un periodo importante de nuestra reciente historia. Comprende el último tercio de la dictadura franquista. Vio la luz en un momento convulso y, quizá, poco propicio para su normal andadura. Franco acababa de morir; sus ecos, sin embargo, permanecían vivos; el franquismo continuaba inamovible. De modo que el libro se analizó —sobre todo— desde la óptica política, según los diferentes criterios de la izquierda o de la derecha, prescindiendo, en buena medida, de su contenido.

Sin embargo, y pese al tiempo transcurrido, la obra no ha perdido vigencia. Bien al contrario, la frescura, espontaneidad y vigor que de ella emana —valores eternos del ser humano— la hace sumamente atractiva y creo que necesaria en estos momentos de cierto hedonismo y desorientación social.

Al retomarlo de nuevo y al analizar los hechos con mayor sosiego y la debida distancia que otorga el discurrir del tiempo me percato de que estamos ante una obra de corte Kafkiano, que la hizo posible un concurso de acontecimientos históricos y sociales, aliados a unas espantosas circunstancias personales felizmente superadas.

Camina o Revienta que se presenta ahora, sin correcciones ni añadidos, creo que es oportuno. Ve al fin la luz dentro del marco de una sociedad madura y serena, más libre y democrática, en cuyo seno confío sea bien acogido.

Los motivos que me incitaron a escribir este libro pueden ser muchos, innumerables. En mi caso, sin embargo, fue bastante simple. O así me lo pareció a la sazón. Herido de dos balazos, con cuatro agujeros en el cuerpo, sin posibilidad de ser curado, ni mínimamente atendido, era para mí este libro, o, para mejor decir, la idea de escribir este libro, en algún aspecto —si la suerte no me acompañaba— un testamento. Mi testamento. El testamento de un fugitivo herido de gravedad, escondido en un colector.

Acosado y reducido a una vida ratonil, me veía de nuevo metido en un alcantarillado pestilente para probar a escapar de la persecución con vida. Lleno de rabia y con la esperanza puesta en la suerte, decidí, a la tenue luz de un quinqué, coger el bolígrafo y contar mi vida para combatir la imagen distorsionada que de mí y de los mal llamados quinquis se había dado a través de la prensa mercenaria y la propaganda policíaca. Me dolía horriblemente ver a mi familia perseguida, humillada, torturada y, finalmente, encarcelada, desde el preciso momento en que me fugué del Penal del Puerto de Santa María. Se cobraban en ellos lo que me habían destinado a mí.

No sabía lo que iba a escribir ni cómo hacerlo. Pero nada más alejado de mí que venderme. Tampoco sabía si mis escritos verían algún día la luz. En aquellos momentos, debido a la censura franquista (1972) no podrían editarse en España. «Pero eso —pensaba— no es más que una cuestión de tiempo. Y en todo caso, que me censuren “ellos”. Yo no me autocensuro».

Mi pecho estallaba por hablar de la explotación, de la miseria, de la tortura, de la justicia clasista, del pelotón de ejecución que eran entonces los tribunales militares, y de lo vendida que estaba la prensa (o de su cobardía). Quería combatir, con mis débiles fuerzas, la opresión, la emponzoñada publicidad, la mentirosa verdad oficial. Pero sobre todo deseaba desmitificar mi persona en la medida de mis posibilidades.