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Marcus Sidereo - PILOTO DE LA IV GALAXIA

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Marcus Sidereo PILOTO DE LA IV GALAXIA
  • Libro:
    PILOTO DE LA IV GALAXIA
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    Editorial Bruguera, S.A.
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PILOTO DE LA IV GALAXIA: resumen, descripción y anotación

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MARCUS SIDÉREO PILOTO DE LA IV GALAXIA Colección LA CONQUISTA DEL - photo 1


PILOTO DE LA IV GALAXIA - image 2


MARCUS SIDÉREO

PILOTO DE LA

IV GALAXIA

Colección

LA CONQUISTA DEL ESPACIO n. º 7

Publicación quincenal

Aparece los VIERNES

PILOTO DE LA IV GALAXIA - image 3

EDITORIAL BRUGUERA, S. A.

BARCELONA – BOGOTÁ – BUENOS AIRES

CARACAS – MÉXICO – RIO DE JANEIRO


Depósito Legal: B 21.180 – 1970

Impreso en España – Printed in Spain

1. ª edición: julio, 1970

© MARCUS SIDÉREO – 1970

sobre la parte literaria

© ÁNGEL BADÍA – 1970

sobre la cubierta

Concedidos derechos exclusivos a favor

de EDITORIAL BRUGUERA, S. A.

Mora la Nueva, 2. Barcelona (España)

Impreso en los Talleres Gráficos de Editorial Bruguera, S. A.

Mora la Nueva, – Barcelona – 1970


Todos los personajes y entidades privadas que aparecen en esta novela, así como las situaciones de la misma, son fruto exclusivamente de la imaginación del autor, por lo que cualquier semejanza con personajes, entidades o hechos pasados o actuales, será simple coincidencia.


Ú LTIMAS OBRAS PUBLICADAS

EN ESTA COLECCIÓN

  1. — Hombre o robot , Glenn Parrish .
  2. — Supervivencia , Ralph Barby .
  3. — Habitáculo prohibido , Marcus Sidéreo .
  4. — Traficantes de las estrellas , Glenn Parrish .
  5. — Planeta rebelde , Ralph Barby .

CAPÍTULO PRIMERO

—¡Aquí Breno-47! ¡Aquí Breno-47 llamando a central!

A través del fono-receptor de la radio de la nave espacial, el piloto captó la respuesta:

—Central a la escucha.

El piloto siguió:

—Breno-47, patrullando por demarcación K-II. Todo en orden.

—Bien, Breno-47. Informe captado.

— ¿Puedo regresar a la base?

—Espera, Breno-47. Hay una misión para ti.

—Escucho, central.

—Dirígete a Filmor, para recoger a dos pasajeros. Es un caso de emergencia. En cuanto hayan subido, tráelos inmediatamente a la base.

—¿Eso es todo?

—Sí; es todo, Breno-47.

El piloto Breno-47 cerró el conmutador y puso inmediatamente el rumbo apropiado para dirigirse al destino que le habían ordenado.

Una vez la nave tomó el nuevo rumbo, en medio del espacio iluminado por las radiaciones de la luz solar.

Breno-47 colocó el piloto automático y se volvió hacia su compañero y ayudante, Tasso.

—Ya lo has oído. Ahora hacemos ya hasta de pilotos de servicio público. ¡Un caso de emergencia! Apostaría que son amigos de uno de los jefazos.

No había rencor ni desdén, ni siquiera mal humor en el comentario de Breno-47. Era, simplemente, la expresión agria de quien, como jefe de patrulla de vigilancia, es rebajado automáticamente a piloto de servicio público, que en el sistema de la IV galaxia de Andros equivalía a un rango muy inferior.

Tasso, como ayudante, ni pinchaba ni cortaba demasiado. El recibía las órdenes directas de Breno-47, y ambos, desde que el propio Breno-47 le solicitó como ayudante, se habían llevado a las mil maravillas.

—Es divertido navegar en este mar de estrellas —dijo Tasso.

—Cuando lleves el mismo tiempo que yo manejando un trasto de éstos, ya estarás cansado. Siempre es lo mismo. Uno acaba por aburrirse.

—¿Y qué se puede ser, después de piloto de patrulla?

—¿No conoces el escalafón? —murmuró, extrañado, Breno-47.

Tasso sonrió, como disculpándose.

—Bueno —explicó Breno-47—. Uno se pudre conduciendo el trasto hasta que le nombran candidato a jefe de escuadra, pero ahora ya nadie se preocupa de esto. Los jefes de escuadra sólo entran en funciones para casos de guerra, y desde hace tres generaciones que todos se han olvidado de lo que esta palabra significa.

—¡Que dure! —exclamó Tasso.

—¡Oh, claro! Pero yo pienso que el mando está cometiendo un error, descuidando la defensa. Vivimos como hace tres generaciones, y la mayoría de nuestras armas y de nuestros sistemas son anticuados.

—Pero, ¿de qué serviría renovarlos? Nadie quiere luchar. Dentro de otra generación, volverían a estar anticuados, y se habría hecho un gasto y un trabajo inútil.

—Yo opino que los jefes se están durmiendo sobre los laureles de sus antepasados.

Entonces, el fono-receptor automático emitió una voz:

—Tendremos en cuenta su valiosísima opinión, piloto-patrulla Breno-47.

—¡Atiza! ¡Estaba abierta! —exclamó por lo bajo Breno-47.

Iba a decir algo, aunque no sabía exactamente qué excusa dar, cuando la voz volvió a oírse:

—Aparte de sus ideas sobre los jefes, procure ir lo más rápidamente posible. Es muy importante que esos señores que tiene que recoger en Filmor lleguen de prisa. Es un asunto muy urgente.

—¡A la orden, señor! —replicó Breno-47, al reconocer la voz grave y fría del jefe de escuadra Trudok-B.

Cerró la conexión y murmuró:

—Nada menos que Trudok-B. Está visto que ni siquiera en el espacio uno puede estar solo. Hay oídos por todas partes.

Volvióse hacia el visor delantero de la pequeña nave de seis plazas, y observó el impresionante panorama, que, por demasiado visto, ya no hacía el menor efecto en el joven, pero ya veterano piloto de patrulla.

Pienso que algún día nos van a dar el retiro. La policía del espacio ya no es necesaria. Todo está en calma. Puede verlo cualquiera.

—¿Has dicho en calma? —murmuró Tasso, que había puesto los ojos en la pantalla reproductora de imágenes a distancia, instalada sobre el cuadro de mandos de la nave.

—¿Qué pasa?

—Mira esto.

En aquellos momentos, la pantalla reproducía una sucesión de estallidos y un fuego devastador, envolviendo toda la imagen.

En algún lugar de la galaxia bajo control Andros se estaba produciendo una catástrofe de gigantescas proporciones.

—¿Qué sitio es éste?

Junto a la pantalla había un número. Era el que correspondía al lugar donde estaba ocurriendo el desastre.

—Es el 2-4-1 —deletreó Tasso.

Rápidamente, Breno-47 accionó un botón del pequeño cerebro electrónico, para que en la pantalla de las equivalencias descifrara qué planeta respondía a la clave 2-4-1.

Casi instantáneamente, en la pantalla del cerebro se reprodujo el nombre: Jun-Gan.

—¡Planeta Jun-Gan! —exclamó Breno-47, asombrado.

—¡No puede ser! —arguyó Tasso, con mirada incrédula.

El piloto pulsó un botón, y maniobró en una manivela. En la pantalla se formuló la pregunta: «Posible error. Insisto. Clave 2-4-1.»

La respuesta volvió en el acto.

«Planeta Jun-Gan», y a continuación, una aclaración del «cerebro»: «No hay error».

Breno-47 cortó la frecuencia del «cerebro» y murmuró:

—No es posible. Jun-Gan es el planeta más pequeño, pero el más importante de todos.

Tasso estaba igualmente consternado.

—Debo informar a la central —añadió Breno-47.

Pensaba en la importancia de Jun-Gan. Destinado únicamente a investigación. Allí estaba centralizado el más gigantesco de los laboratorios. Todo el pequeño planeta era un campo experimental, y los científicos, doctores y técnicos vivían allí con sus familias.

Algo tenía que haber fallado.

La pantalla reproductora quedó a oscuras. Era como el anuncio de que en Jun-Gan no quedaba absolutamente nada.


CAPÍTULO II

—Aquí Breno-47, llamando a central.

Breno-47 insistió tres veces, sin recibir la señal de recepción.

—¿Qué diablos ocurre? —exclamó Tasso.

Breno-47 dejó de llamar.

—Está bien claro, Tasso.

Su ayudante pestañeó.

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