«David le contestó: Tú vienes contra mí con espada, lanza y jabalina, pero yo vengo a ti en el nombre del Señor Todopoderoso, el Dios de los ejércitos de Israel, a quien has desafiado».
Este es el relato de una experiencia. De nuestra experiencia. De nuestra vida como padres que creíamos estar haciendo las cosas bien y que teníamos una familia unida, hasta que sucedió lo inesperado.
Perder a nuestra amada hija Katy, quien había llenado nuestros días con su personalidad radiante y sus dotes artísticas, nos hizo dar un giro a nuestra existencia, reorganizando prioridades, estableciendo nuevos principios y fortaleciendo creencias.
Por medio de este libro queremos mostrar una realidad presente a partir de nuestra experiencia y aprendizaje. Una aventura reflexiva en la que nos embarcamos en la búsqueda de las habilidades para actuar de manera efectiva ante el impacto de enfrentarse a lo desconocido, a aquello que es silenciado por la sociedad tras la apariencia de que nada sucede y que todo está bien.
#YoElijoSalvar es un compromiso por la vida y por la unión familiar y que quiere transmitir un mensaje de resiliencia, solidaridad y empatía.
Prólogo
Nadie podría negar que la vida en sí misma es un gran misterio que estamos invitados todos los días a resolver. Pero mucho más indescifrable es el proceso de la muerte. Sabemos tan poco de ella y, sin embargo, es nuestra única certeza. De la muerte nunca se habla y menos se enfrenta como algo que algún día nos ocurrirá.
Personalmente, no creo en morir como un proceso definitivo. Creo que es una transmutación hacia otro estado en el que también hay una evolución y un crecimiento. Desde esa dimensión seguimos creciendo y sanando para ser almas más plenas y livianas. Somos seres espirituales viviendo experiencias humanas y no al revés, como muchas veces se piensa.
Ahora, ¿qué pasa cuando esa muerte se activa por un mecanismo parecido a la voluntad? ¿Cuándo decido —y parece que así fuera— terminar con mi vida?
En mi opinión, el suicidio se produce para acabar con un dolor que se ha hecho tan grande que simplemente no es posible soportar, y en esa decisión se lleva puesto el proceso de la vida estigmatizando a quien se va y también a quien se queda. Creo que si ese dolor no fuera tan grande, ni tan profundo, nadie se quitaría la vida. En esas circunstancias se produce un encierro mental, donde la única solución posible para escapar de aquel infierno es terminar con la existencia.
En este estremecedor libro encontrarán el camino que lleva a tomar contacto con ese dolor, con ese enclaustramiento. Ese dolor y esa ausencia de una sociedad que no sabe leer mensajes, que no escucha y, donde parece estar tan volcada a lo propio, mirar hacia el lado resulta una osadía.
El dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional. Eso se respira en cada página de este libro, ya que no solo relata el camino de Katy hacia el fin de su vida, sino que también nos muestra cómo sus padres caminaron desde ese dolor profundo e irreparable hacia su propia transmutación para sanar a otros. También para enseñar a tantos a salvar y comunicar sus dolores, y desde ahí poder evitar en otros lo que no pudieron hacer con su hija.
Este libro es más que una experiencia traumática, dolorosa e irreparable. Es encontrar un camino de sanación, de asumir responsabilidades, de hacernos cargo. De, como ellos dicen: «Elegir salvar». Una oportunidad para conectarse con la vida y no con la muerte, con la oportunidad de ayudar y acompañar, y no con la soledad del suicidio. Es una invitación metodológica a colegios, padres y madres, hermanos y a la sociedad en general a estar despiertos, a no ser cómplices de los chismes y de los juicios, a la prudencia y a estar alerta a cualquier ser humano que esté sufriendo.
He tenido el privilegio de acompañar a esta madre y a este padre en su camino, y no puedo sentirme más orgullosa de ambos por lo realizado.
Estas páginas debieran ser leídas por todo el mundo, ser material obligatorio en los colegios y en cualquier lugar donde la vida importe en serio.
Gracias por permitirme acompañarlos. Yo también me honro en formar parte del grupo de personas que elige salvar.
P ILAR S ORDO
Psicóloga y escritora
Diciembre de 2020
UN SIMPLE MARTES 22 DE MAYO DE 2018
Capítulo 1
QUIERO QUE ESTE SEA UN DÍA ALEGRE
El aprendizaje genera nuevas conexiones, pero la experiencia genera emociones que te hacen sentir amor por la vida.
¿Cuántos momentos al día estamos conscientes de nuestra mortalidad?
Quizá hay días en que nos sentimos inmortales. O simplemente se nos olvida que no lo somos.
Mi nombre es Evanyely Zamorano y perdí a Katy, mi hija de dieciséis años, un martes 22 de mayo de 2018. Cuando te sucede algo así en la vida pasan cosas como estas: sientes que te arde el pecho y dejas de sentir las piernas. No sabes si valdrá la pena despertarse en la mañana. Cuestionas todo tu ser: si hiciste o no hiciste todo lo que podías por ella. También cuestionas todos los instantes vividos, y no sabes cuántos minutos más vas a poder resistir con ese ardor que duele al respirar.
Y si respiras profundo, duele más.
* * *
Ese martes nos levantamos muy temprano, como siempre. A las cinco y media de la mañana comenzaban habitualmente en nuestra casa todos los preparativos de un día normal: duchas, colaciones, desayunos. Esa mañana no fue la excepción.
Veníamos saliendo de un fin de semana largo en el que habíamos estado todos compartiendo en casa. Pasé los tres días junto a Emanuel, mi marido, y nuestros tres hijos: Alan y Katy —de mi primer matrimonio— y Máximo, de tres años, a quien estábamos sacándole los pañales. El sábado Katy asistió a una fiesta y al día siguiente, a la hora de almuerzo, le preguntamos cómo lo había pasado. Ella nos respondió que había estado todo bien, y que incluso uno de los asistentes la seguía en Instagram y la había reconocido por su trabajo musical que allí publicaba.
Durante la tarde de ese domingo y todo el lunes, Katy se dedicó por completo a componer y cantar, su gran pasión; en varias oportunidades nos llamó la atención porque estábamos haciendo ruido mientras ella grababa su trabajo. Cuando se sumergía en sus procesos creativos, hasta el timbre de la casa era una interrupción para ella.
Katy, quien asistía a clases de canto en la Academia Alicia Puccio desde los cinco años, se había reincorporado muy entusiasmada la semana anterior para retomar su formación como cantante, una carrera que se había convertido en su gran motivación de vida. Había grabado ya varias canciones de su autoría, el 25 de mayo haría una presentación en su colegio y tenía planificado, desde hacía un año, viajar en agosto a Nashville, en Estados Unidos, para grabar sus nuevas creaciones. Por eso, estaba feliz con su vuelta a la academia y también por la coach que le habían asignado.
Para llegar a Nashville —la tierra de la cantante Taylor Swift, su ídola— había invertido mucha energía y parte de sus posesiones materiales. Para financiar ese proyecto incluso vendimos prendas de su ropa. El sueño estaba a un paso.
* * *
—Gordita, despierta. Te quedaste dormida.