Dolores Cannon
Un alma recuerda Hiroshima
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Ediciones Luciérnaga
© 1993 por Dolores Ca n non
Primera edición: noviembre de 1999 con Ediciones Luciérnaga
Primera edición in USA: 2020 with Ozark Mountain Publishing, Inc.
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Library of Congress Cataloging-in-Publication Data
Cannon, Do lores, -2014
Un alma recuerda Hiroshima (A Soul Remembers Hiroshima) por Dolores Ca nnon
Un caso de reencarnación, donde una joven estadounidense revive la vida y la muerte de un hombre japonés a través de la hipnosis regresiva.
Hipnosis Reencarnación Terapia de vidas pasadas
Bomba Atómica Segunda Guerra Mundial . Hiros h ima
J apona
I. Ca n non, Dolores, 1931 -2014 II. Bomba Atóm ica III. Segunda Guerra Mundial IV. Título
Library of Congress Catalog Card Numb er: 2020941740
ISBN 978-1-950608-00-3
Ilustración de la cubierta: Victoria Cooper Art
Book set in Adobe Times New Roman Script
Book Design: Nancy Vernon
Traducción: Victoria Morera
Published by:
P.O. Box
Huntsville, AR 72740-0754
Impreso en United States of America
Ahora soy La Muerte,
el destructor de mundos.
Bhagavad Gita*
* Citado por J. Robert Oppenheimer al recordar la primera explosión atómica cerca de Alamogordo, Nuevo México, el de julio de 1945.
Prefacio
Durante la Segunda Guerra Mundial, yo era pequeña, de modo que recuerdo aquel suceso desde la perspectiva de una niña. Recuerdo que la reacción de los norteamericanos al traicionero ataque de Pearl Harbor fue considerar que los japoneses eran unos monstruos sin alma. Recuerdo, también, los festejos del día de la victoria que siguieron a los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki.
Nogorigatu Suragami era un anciano que estaba en Hiroshima aquel fatídico día de 1945. en que el Enola Gay dejó caer su carga atómica sobre la ciudad japonesa. Nos hemos «conocido» hace poco, más de años después de su muerte.
Nogorigatu es una de las numerosas personalidades que descubrí durante la regresión hipnótica de una joven que conocí en una fiesta. Como investigadora de vidas pasadas, he guiado cientos de sesiones hipnóticas, las suficientes para convencerme de la veracidad de la reencarnación y de la multiplicidad de vidas que la mayoría de las personas hemos experimentado. Sin embargo, nunca antes me había enfrentado a un reto como el que supuso para mí el espíritu de Nogorigatu.
Como investigadora, mi objetivo primordial es permanecer siempre objetiva y contar los hechos conforme ocurren sin mostrar mis emociones. La narración de Nogorigatu, incluso antes de alcanzar su trágico final, puso a prueba ese objetivo además de hacer tambalear varias de mis creencias más antiguas.
Las palabras de Nogorigatu, pronunciadas por una mujer joven y menuda, revelaron a un hombre amable, atento, inteligente, ingenioso y entrañable. Llegué a considerarle mi amigo y, según pude apreciar, él sintió lo mismo por mí. Escucharle mientras relataba su propia muerte entre gritos de horror y confusión no resultó fácil y me afectó profundamente.
Numero sos supervivientes del bombardeo de Hiroshima han expresado sus testimonios de dolor, muerte y des trucción. Éste es el testimonio de alguien que no sobre- vivió.
DOLORES CANNON
1 El inicio de la Aventura
«Nos conocemos de antes, ¿verdad?», dije a la bonita mu- chacha que me acababan de presentar. «¿Dónde nos hemos visto?»
Mientras nos mirábamos a los ojos, ella tuvo la misma impresión. Fue un reconocimiento al instante, un «saber» inmediato. Pero a medida que íbamos hablando, nos dimos cuenta de que era imposible que nos conociéramos de antes ya que ella acababa de trasladarse a aquella zona des- de Texas.
Era el año 1983. Yo asistía a la fiesta de unos amigos interesados en metafísica y fenómenos psíquicos, y Kathryn Harris había ido con una amiga suya. Tras devanarme los sesos, prevaleció el sentido común y tuve que admitir que era la primera vez que coincidíamos. Aun así, mientras la veía moverse por la habitación contagiando a los demás con su atractiva personalidad, no pude librarme de la sensación de que la conocía. ¡Me resultaba tan familiar!
Nunca sabré si aquella impresión se debió a recuerdos de alguna vida pasada en la que nos conocimos o a una premonición de nuestra futura colaboración. Sólo sé que nuestro encuentro en aquella fiesta debía estar predeterminado, ya que fue el inicio de una increíble aventura conjunta.
Ninguna de nosotras tenía modo alguno de saber lo que iba a ocurrir durante el año siguiente. Ahora sé que estábamos destinadas a trabajar juntas y que nuestro encuentro en la fiesta fue el primer paso en el camino a lo desconocido; un camino en el que no había vuelta atrás.
Empecé a investigar vidas pasadas con la hipnosis regresiva el año 1979. Desde entonces, había trabajado con cientos de personas entusiastas y bien dispuestas, pero nunca imaginé que encontraría a alguien como Kathryn. Ella, por su extraordinaria capacidad para proporcionar detalles, resultó ser el ideal de cualquier investigador.
Cuando en la fiesta se mencionó el trabajo que yo estaba realizando, mucha gente mostró curiosidad y pidió hora para explorar sus vidas pasadas. Kathryn fue una de esas personas y, cuando fijamos la fecha de la cita, yo no tenía ni idea de que iba a ser distinta a todas las personas con las que había trabajado hasta entonces.
Kathryn, o Katie, como la llaman sus amigos, sólo tenía veintidós años en aquella época. Para su edad, era bajita y algo rolliza, con el pelo corto y rubio y unos ojos azules y chispeantes que parecían llegar a lo más hondo. Irradiaba carisma por todos los poros de la piel, parecía muy feliz y vivaracha y mostraba gran interés por la gente. Más tarde, a través de nuestra colaboración, descubrí que esto era, a menudo, una fachada para esconder su timidez e inseguridad. Ella era Cáncer, y las personas nacidas bajo este signo astrológico no suelen ser tan sociables.
No obstante, había en Katie una sinceridad, una sabiduría innata que contrastaban con su edad. Cualquier signo de inmadurez, como los que mostraba a veces, desentonaba con su persona. Y o tenía que acordarme de que sólo tenía veintidós años, la misma edad que mi hijo, aunque los dos fueran tan distintos. Parecía un alma muy vieja en un cuerpo engañosamente joven. Me preguntaba si los demás también tenían esa impresión.
Katie nació en Los Angeles el año 1960. El trabajo de sus padres exigía muchos viajes y frecuentes traslados. Ellos eran miembros de una de las iglesias pentecostales, de modo que la educación religiosa de Katie no inducía a creer en la reencarnación ni en la hipnosis. Me contó que siempre se había sentido fuera de lugar en su familia, y que sus padres no podían entender que no quisiera seguir sus pasos.
Si pidió permanecer en el anonimato con respecto a este libro fue, sobre todo, en consideración a los sentimientos de sus padres. Creía que nunca entenderían el concepto de múltiples vidas, aunque a ella le resultaba sencillo comprenderlo. Tampoco quería correr el riesgo de que su vida privada se viera alterada. Yo he respetado sus deseos y mantengo en secreto su identidad.
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