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Misstrillis: la aventura de ser madre... ¡y además por triplicado!
«Tres pequeños corazones latían como tres pequeñas locomotoras. La sensación de saber, de sentir, que dentro de mi cuerpo latían cuatro corazones es algo emocionante y muy difícil de describir con palabras. Mi vida iba a cambiar. Mejor dicho, mi vida ya había cambiado.»
Esta es la historia de Noelia, @Misstrillis en redes, y la de todas las madres que quieren aprender a gestionar y compartir esta experiencia de vida.
Un libro para celebrar la maternidad, con sus alegrías y sus desafíos, sus luces y sus sombras.
Edición en formato digital: abril de 2021
© 2021, Noelia Valls (@misstrillis)
© 2021, Penguin Random House Grupo Editorial, S. A. U.
Travessera de Gràcia, 47-49. 08021 Barcelona
© 2021, Yolanda Paños, por las ilustraciones
Diseño de portada: Penguin Random House Grupo Editorial / Meritxell Mateu
Ilustración de portada: Yolanda Paños
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ISBN: 978-84-18054-14-3
Composición digital: M.I. Maquetación, S.L.
Facebook: @penguinkidsES
Twitter: @penguinkidsES
Instagram: @penguinkidsES
Noelia es mamá de trillizos y educadora social. Sus pasiones se han unido en el proyecto MISSTRILLIS, donde comparte consejos de crianza, maternidad y educación. Cuenta con una comunidad de 116K seguidores en Instagram y más de 30K en YouTube.
A mis hijos: Paula, Andrés y Martina.
Gracias por dar sentido a nuestra vida,
por hacernos descubrir lo que es el auténtico amor
y por transformar nuestra vida en la locura más
maravillosa que jamás hubiéramos imaginando.
Os queremos.
Como todo en esta vida, mi historia tiene un principio: papá y mamá. Podría contaros que Andrés y yo nos conocimos un día de forma casual, cuando yo caminaba por la calle y se me rompió el paraguas, entonces él me prestó el suyo y, bajo aquel paraguas amarillo, charlamos por primera vez…, pero no. Lo cierto es que Andrés y yo nos conocemos de toda la vida, literalmente. No tenemos una historia romántica ni inspiradora. Nos llevamos unos dos meses, él es de finales del 88 y yo de principios del 89. Cuentan por ahí que cuando mi suegra, embarazada de él, se cruzó con mi madre, embarazada de mí, Andrés dio una fuerte patada que mi suegra interpretó como un «Kika debe de llevar una nena». Curiosidades de la vida, mi madre no recuerda ese encuentro fortuito por la calle.
Andrés apareció en mi vida durante mi adolescencia. Me gustaba.
PARA MÍ ERA «EL PRIMO DE MI AMIGA» Y, BAJO MI PUNTO DE VISTA, «EL PRIMO DE YULI» ERA ABSOLUTAMENTE INALCANZABLE: ALTO, GUAPO, FUERTE, DIVERTIDO, INTELIGENTE...
Yo en aquella época era una adolescente bastante introvertida y con poco amor propio (ser durante unos años una «Betty, la fea» con gafas y ortodoncia no fue fácil, creedme). ¿Y quién dio el primer paso? Él, por supuesto. Aún me acuerdo de cuando intercambiábamos SMS. Recuerdo como abreviábamos las palabras al máximo porque cada SMS costaba como quince céntimos; a veces nuestros mensajes eran auténticos jeroglíficos egipcios. ¡Ay, juventud! ¡No había WhatsApp ni Facebook ni nada de nada! Si quería hablar con Andrés, tenía que llamar al teléfono fijo, con el riesgo de que cogieran el teléfono sus padres y tener que decir con voz chillona y temblorosa: «Ejem, hola, ¿está Andrés?».
Durante un tiempo nos separamos, pero, por suerte, la vida quiso unirnos de nuevo cuando rozábamos la mayoría de edad. Aunque a los dieciocho lo más habitual es no buscar compromisos, en nuestro caso, a los veintiuno nos casamos.
QUE SÍ, QUE YA SÉ QUE SUENA MUY RARO ESO DE CASARSE TAN JOVEN, PERO OYE… ¿Y POR QUÉ NO? TENÍAMOS LAS COSAS CLARAS Y, AQUÍ ESTAMOS, TRAS CASI ONCE AÑOS Y TRES HIJOS. MAL MAL NO NOS HA SALIDO LA JUGADA. PERO NO NOS ADELANTEMOS.
Quizá os preguntáis quién es Misstrillis. Misstrillis soy yo, Noelia. Tuve una infancia feliz y sencilla, de llena de momentos mágicos. Os confesaré que de pequeña me traumatizaron un poco, porque continuamente me cantaban la canción «Noelia» de Nino Bravo. Preciosa canción y preciosa voz, pero os aseguro que era desesperante cuando, cada vez que me presentaban, alguien decía: «Ah, sí, como la canción, ¡qué bonita canción!». Lo cierto es que cada vez me pasa menos, los clásicos de Nino Bravo caen en el olvido y las nuevas generaciones no conocen esos temas.
De pequeña me fascinaba El lago de los cisnes. Sí, tal cual: loca por la obra de Tchaikovsky. Fui a ver un ballet y me encantó, pero lo que realmente me gustaba era leer. Sin duda, creo que el ejemplo es lo más importante. Recuerdo a mi madre leer. Y recuerdo que leía un clásico de Jane Austen. No estoy muy segura de si lo leyó muchas veces o simplemente mi mente caprichosa quiso quedarse con ese recuerdo. Como una curiosidad más os contaré una anécdota y, a partir de aquí, ya me podéis llamar «rata de biblioteca», si queréis. Tendría yo once años cuando fuimos de visita familiar a la antigua Biblioteca Ramon Llull en el centro histórico de mi ciudad. Fui directa a la sala infantil (aún recuerdo ese olor a libros viejos, ese silencio, esa calma, esa paz) y pregunté cuál era el máximo de libros que me podía llevar, así que regresé feliz a casa con quince libros, entre ellos ElQuijote, con lo que el bibliotecario me aseguró: «Quizá tengas que renovar alguno, porque en catorce días no sé si te dará tiempo a leerlo todo». Por supuesto, tenía razón y de El Quijote solo leí un par de páginas. Resultó ser una lectura demasiado densa para una niña de once años, o al menos para mí. Y tal afán por leer no pudo llevarme a otra que querer escribir. Escribía cuentos e historietas varias que envié a varios certámenes y concursos. Nunca gané nada.
DE PEQUEÑA ERA CONSIDERADA UNA DE LAS EMPOLLONAS DE LA CLASE (EN CAMBIO, CUANDO PASÉ AL INSTITUTO, FUI LA DE APROBAR Y YA ESTÁ).
Cuando iba al colegio, mi madre me decía que era el ojito derecho de mi maestra, la señorita Catalina, gran maestra, firme y cariñosa. La recuerdo con mucho cariño. En una ocasión me dejó corregir un examen de multiplicaciones de otros compañeros. Tal cual.