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Rudyard Kipling - Algo de mi mismo

Aquí puedes leer online Rudyard Kipling - Algo de mi mismo texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 1936, Editor: ePubLibre, Género: Niños. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

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Rudyard Kipling Algo de mi mismo
  • Libro:
    Algo de mi mismo
  • Autor:
  • Editor:
    ePubLibre
  • Genre:
  • Año:
    1936
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Después de contar tanto el escritor Rudyard Kipling Bombay 1865-Londres - photo 1

Después de contar tanto, el escritor Rudyard Kipling (Bombay, 1865-Londres, 1936) cuenta algo de sí mismo. Algo de mí mismo (1936) es el último libro escrito por el autor de Puck, El libro de la selva, Kim y Capitanes intrépidos, entre otras historias que aquí confiesa destinadas a niños que no supiesen que eran para mayores. Estas memorias póstumas sorprendieron porque Kipling, tan del imperio británico, vino a demostrar una irónica y reconfortante capacidad de autocrítica personal y nacional, que en ningún caso impiden considerar su vida y su obra un ensueño de civilización más que un atajo civilizador o político. Desde la infancia en la India, cuyo ritmo se funde con el de las estaciones del año, plenas a los sentidos y a la emoción de las cosas, hasta el Londres familiar y prerrafaelita y literario; los viajes y estancias por cinco continentes y la recepción del premio Nobel con 41 años, en una Suecia nevada y silenciosa. Algo de mí mismo es el relato de una vocación en que lo imaginado es siempre un más allá de pureza que brinda lo real. Memorias de un escritor y con más de un guiño al oficio -revelan, entre otros secretos, la verdadera naturaleza del poema «Si…», traducido a todos los idiomas del ideal humano-, siempre lejos del coágulo del yo, Algo de mí mismo es algo de nosotros mismos: el mayor libro de aventuras de un escritor de aventuras.

Rudyard Kipling Algo de mi mismo ePub r10 FLeCos 14082015 Título original - photo 2

Rudyard Kipling

Algo de mi mismo

ePub r1.0

FLeCos 14.08.2015

Título original: Something of myself

Rudyard Kipling, 1936

Traducción: Álvaro García

Editor digital: FLeCos

ePub base r1.2

PARA MIS AMIGOS CONOCIDOS Y DESCONOCIDOS JOSEPH RUDYARD KIPLING Bombay - photo 3

PARA MIS AMIGOS CONOCIDOS Y DESCONOCIDOS

JOSEPH RUDYARD KIPLING Bombay 30 de diciembre de 1865 Londres 18 de enero - photo 4

JOSEPH RUDYARD KIPLING (Bombay, 30 de diciembre de 1865 – Londres, 18 de enero de 1936) fue un escritor y poeta británico nacido en la India. Autor de relatos, cuentos infantiles, novelista y poeta, se le recuerda por sus relatos y poemas sobre los soldados británicos en la India y la defensa del imperialismo occidental, así como por sus cuentos infantiles.

Algunas de sus obras más populares son la colección de relatos The Jungle Book (El libro de la selva, 1894), la novela de espionaje Kim (1901), el relato corto The Man Who Would Be King (El hombre que pudo ser rey, 1888), publicado originalmente en el volumen The Phantom Rickshaw, o los poemas Gunga Din (1892) e If —(1895). Además varias de sus obras han sido llevadas al cine. Fue iniciado en la masonería a los veinte años, en la logia «Esperanza y Perseverancia N.º 782» de Lahore, Punjab, India. En su época fue respetado como poeta y se le ofreció el premio nacional de poesía Poet Laureat en 1895 (poeta laureado) la Order of Merit y el título de Sir de la Order of the British Empire (Caballero de la Orden del Imperio Británico) en tres ocasiones, honores que rechazó. Sin embargo aceptó el Premio Nobel de Literatura de 1907 y fue el ganador del premio Nobel de Literatura más joven hasta la fecha, y el primer escritor británico en recibir este galardón.

Capítulo 1

UNA INFANCIA

1865-1878

Dadme los seis primeros años de la vida

de un niño y tendréis el resto

Al mirar atrás desde éstos mis setenta años, tengo la impresión de que, en mi vida de escritor, todas las cartas me han tocado de tal modo que no he tenido más remedio que jugarlas como venían. Así pues, atribuyendo cualquier buena fortuna a Alá, de quien todo viene, doy comienzo:

Mi primer recuerdo es el de un amanecer, su luz y su color y el dorado y rojo de unas frutas a la altura de mi hombro. Debe de ser la memoria de los paseos matutinos por el mercado de frutas de Bombay, con mi aya y después con mi hermana en su cochecito, y de nuestros regresos con todas las compras apiladas en éste. Nuestra aya era portuguesa, católica romana que le rezaba —conmigo al lado— a una Cruz del camino. Meeta, el criado hindú, entraba a veces en pequeños templos hindúes en los que a mí, que no tenía aún edad para entender de castas, me cogía de la mano mientras me quedaba mirando a los dioses amigos, entrevistos en la penumbra.

A la caída de la tarde paseábamos junto al mar a la sombra de unos palmerales que se llamaban, creo, los Bosques de Mhim. Cuando hacía viento, se caían los grandes cocos y corríamos —mi aya con el cochecito de mi hermana y yo— a la seguridad de lo despejado. Siempre he sentido la amenaza de la oscuridad en los anocheceres tropicales, lo mismo que he amado el rumor de los vientos nocturnos entre las palmas o las hojas de los plátanos, y la canción de las ranas de árbol.

Había barcos árabes que se iban muy lejos por las aguas color perla, y parsis ataviados alegremente, que desembarcaban a adorar la puesta de sol. Nunca supe nada de sus creencias, ni que cerca de nuestra pequeña casa de la Explanada estaban las Torres del Silencio, donde los muertos son expuestos a los buitres que esperan en los aleros de las torres; buitres que empezaban a andar y a desplegar las alas nada más ver abajo a los portadores del muerto. No entendí la pena de mi madre cuando encontró «una mano de niño» en el jardín de casa y me dijo que no hiciera preguntas sobre aquello. Yo quería ver aquella mano de niño. Pero el aya me lo contó.

En el calor de las tardes, antes de la siesta, o ella o Meeta nos contaban historias y canciones infantiles indias que nunca he olvidado, y nos mandaban al comedor una vez que nos habían vestido con la advertencia de «Ahora, a papá y a mamá, en inglés». Así que uno hablaba «inglés» traducido con titubeos del idioma vernáculo en que uno pensaba y soñaba. Mi madre cantaba maravillosas canciones al piano, un piano negro, y después salía a Grandes Cenas. Una vez volvió muy pronto, estaba yo aún despierto, y me dijo que «al gran Lord Sahib» lo habían asesinado y ya esa noche no iba a haber Gran Cena. Se trataba de Lord Mayo, asesinado por un indígena. Meeta nos explicó después que le habían «clavado un cuchillo». Meeta me salvaba, sin saberlo él, de cualquier temor nocturno o del miedo a la oscuridad. El aya, por una curiosa y servicial mezcla de cariño de verdad y estrategia burda, me había contado que la cabeza disecada de leopardo que había en el cuarto de los niños estaba allí para asegurarse de que me iba a la cama. Pero Meeta le quitó importancia a aquella «cabeza de animal», de la que yo me olvidé como fetiche, bueno o malo, porque no era más que un «animal» sin especificar.

Fuera de la casa y de los espacios verdes que la rodeaban había un sitio estupendo, que olía mucho a pintura y óleo y con pegotes de barro con los que jugar. Era el taller de la Escuela de Arte de mi padre. Y un ayudante suyo, el señor «Terry Sahib», a quien mi hermana adoraba, era muy amigo nuestro. Una vez, al ir solo hacia allá, pasé por el borde de un enorme barranco de dos palmos, en donde me atacó un monstruo alado igual de grande que yo, y eché a correr llorando. Mi padre me hizo un dibujo de la tragedia, con unos versos debajo:

Un niño de Bombay

huyó de una gallina.

Le dijeron mocoso.

Y dijo: bueno, sí,

pero es que no me gustan.

Me consolé con eso y, desde entonces, siempre me han caído bien las gallinas.

Después pasaron aquellos días de luz clara y de oscuridad, y hubo un tiempo en un barco con grandes semicírculos que tapaban la vista a los dos lados. (Debió de ser el viejo vapor

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