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Óscar García Blesa - Alejandro Sanz. #Vive

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Óscar García Blesa Alejandro Sanz. #Vive

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«Vida, vida hasta la muerte, vida» me dijo mi hijo Dylan un día jugando… El tío…, ¡jugando! Porque la vida es un juego (de llaves y cerrojos). Me dan ganas de besaros las palabras y las voces, y de abrazar los lugares que mencionáis…, cada lágrima.

Y este libro cuenta no solo mi historia, sino la historia de todos los que estuvieron a mi lado de un modo u otro. Las versiones de cada uno a veces se contradicen, pero ¿no es eso vivir…, la versión de cada uno?

Gracias Óscar por tus ganas de saber, por tu entrega constante, por tu amor a la música, por hacer de este libro tu proyecto, gracias a tu familia por «aguantarnos» y por ser tu inspiración. Gracias a tod@s l@s que nos prestaron su voz, su memoria y su tiempo para estar en estas páginas. Gracias también a l@s que no quisieron estar, porque su silencio también cuenta una historia. Gracias a la música que va entrelazada con todas mis memorias, con todas mis esperanzas y mis sueños. Gracias a los relojes y a los relojeros y a las dudas y al envalentonamiento. A los tropiezos, a los manotazos, a los gigantes y a los molinos de viento. Gracias a las esquinas y a los espacios abiertos, a los espejos, a lo que quiero, quise… y a lo que terminaré queriendo. Gracias a ti que lees porque leyendo ejercitas el silencio, y la comprensión, y la empatía, y viajas a otras vidas y pones en orden el trastero donde guardas emociones y polvos y muebles y trapos viejos. Gracias a la vida porque a vivir se aprende viviendo.

ALEJANDRO SANZ

AGRADECIMIENTOS DEL AUTOR

Gracias a todos los que han participado en este libro. A Gonzalo Albert, mi editor sereno. A Jesús Sánchez Pizarro, mi brújula. A Kiko Fuentes, mi mitad. A mis hijos, mi mayor regalo. A Amaya, copiloto de un insensato, puntal de mi vida. Alejandro, amigo mío, gracias por dejarme sumergir en tu océano y compartir el viaje contigo.

ÓSCAR GARCÍA BLESA

1
Alejandro Sánchez Pizarro

«No voy buscando un techo ni un límite, nunca he buscado la cima de nada. Yo camino, y si hay una cima llegaré, o no… caminando. Pero no me voy a inventar montañas que no existen».

Música: Paco de Lucía, Reflejo de luna

A LEJANDRO SÁNCHEZ PIZARRO: Mi nombre es Alejandro Sánchez Pizarro, nací en Madrid y Cádiz, y crecí en medio mundo. No se me ocurre mejor plan para los próximos veinte años que seguir cantándoles.

No empecé a hacer música para vender discos. Cuando me preguntan qué hay que hacer para ser artista, respondo que lo primero es saber si se tienen el hambre y la capacidad de sacrificio suficientes. Esto exige mucho tanto a nivel físico como emocional. Te tienes que abrir en canal, mostrar lo que llevas dentro, y eso te vuelve vulnerable, porque todo el mundo puede opinar sobre ti. De modo que a la vez que te abres en canal tienes que ponerte una coraza. Es muy difícil. Tienes que ser permeable e impermeable al mismo tiempo, tratar de encontrar el equilibrio sin dejar cadáveres por el camino, porque en esa búsqueda a veces te equivocas y la pagas con quien no debes. Por otro lado, tienes que moverte con el mundo y mostrarte a la vez que te proteges. Es como un triple salto mortal.

Mi mundo interior es mi refugio y mi infierno. Ahí es donde libro mis batallas y gano y pierdo. Como todo el mundo, intento buscar el equilibrio sin hacer demasiados aspavientos y sin dejarme arrastrar por picos emocionales. Tengo mi hogar, mis amigos y mi familia, pero mi mundo interior es un paisaje que solo yo conozco. Tiene desiertos, aunque también orillas. No se parece a lo que vivimos fuera.

Creo en lo que vivo, creo que todo se va acumulando y que la única certeza que tenemos es la decisión que tomamos a cada segundo. Sé que estoy condenado a la música y, asimismo, la música lo está a mí: estamos condenados a entendernos para siempre y esa va a ser nuestra casa.

Siempre que compongo actúo para una sola persona, que soy yo mismo, uno de los públicos más críticos y más voraces que pueden existir. No me da miedo que no me aplaudan, pienso que en el escenario siempre lo voy a dar todo. Alguien me dijo que el mayor espectáculo del mundo es ver a alguien haciendo de sí mismo…, y, dándolo todo, siempre habrá alguien que te entregue su aplauso. La música siempre es búsqueda, como en la vida. Siempre voy y nunca vengo.

La vida no debería ser una terapia, sino una experiencia: no es posible arreglarlo todo. Parece que tenemos que aprender a hacerlo todo mejor, y a mí a veces las cosas me gustan tal como salen. Este pensamiento me ayudó mucho a la hora de cantar. Ahora ya no llego a notas tan altas como antes, y, sin embargo, canto mucho mejor porque descubrí que no tenía por qué hacerlo todo como se supone que debe hacerse. Al principio fui muy ortodoxo en la forma de hacer las cosas, pero con el tiempo empecé a ser abstracto.

La certeza no lleva a ningún lado, es mala consejera. Suele ser arrogante y te quita la razón simplemente porque crees que la llevas. La duda es mejor compañera, es la única que siempre te va a exigir un poco más y la que te va a hacer mejorar. Si no tienes dudas, es que ni siquiera te pareces al resto de los seres humanos.

Los músicos tenemos un papel en la sociedad, no solo para dar visibilidad o poder poner el foco ahí donde haya injusticias, sino porque para mí la madre de todos los problemas, el rostro que le pondría al demonio, es ese justamente, el de la injusticia. El hambre, la guerra, las enfermedades, los prejuicios, las desigualdades son hijos de la injusticia. De alguien que se cree superior a los demás, o es un avaro, o no quiere invertir en investigación médica porque prefiere ganar más dinero.

Creo sinceramente que existen dos bandos; uno de gente que se dedica a hacer el mal. Ellos no piensan que son malos, pero solo buscan su propio beneficio y no les interesa absolutamente nada lo que le ocurra al resto del mundo, no piensan más allá de lo que suceda mañana por la tarde. Y hay otro bando que no está compuesto por superhéroes, sino por gente que con su trabajo y su día a día demuestra que hace el bien. Los que nos dedicamos a una disciplina artística, cada uno con sus convicciones y diferentes ideologías, estamos del lado de la luz.

Jesús Quintero me preguntó una vez: «¿Qué hace usted por los demás?», y le respondí: «Pues, hombre, no jodo mucho». Creo que si nos molestásemos en no joder al prójimo, el mundo sería un lugar bastante mejor.

No voy buscando un techo ni un límite, nunca voy tras la cima de nada. Yo camino, y si hay una cima llegaré, o no… y lo haré caminando. Pero no me voy a inventar montañas que no existen.

No guardo lo negativo en la mochila, no tengo la suficiente memoria y, además, tengo la sensación de que, si me quejo, me caerá un rayo y me partirá en dos. No recuerdo nada especialmente malo en este viaje; me he perdido cosas, seguro, pero ha merecido la pena. Y ese es mi tesoro, no guardar malos recuerdos de nadie. El rencor y el arrepentimiento no me aportan nada. Prefiero olvidar.

Se cumplen veinte años desde que lancé «Más». Estos veinte años han pasado volando, con trabajo parece que el tiempo corra más deprisa aún. Pero no cambiaría por nada ni uno solo de los segundos de estos veinte años. Bueno, ahora veo vídeos de más jovencito y me veo muy roneante. Si pudiera viajar en el tiempo, me diría: «Déjate de pamplinas, ¿tú te has visto la camisa que llevas? ¿Y los pantalones que te quedan grandes?».

Vamos a por otros veinte años.

2
Barrio

«Viaja a los rincones que significan algo para ti, allí donde ocurrieron las cosas importantes de tu vida».

Música: Romero San Juan, Pasa la vida

V oy andando por la calle de Alcalá y hoy hace frío. Hasta llegar a la plaza de toros de Las Ventas, que en este punto exacto se levanta majestuosa a mi izquierda, el camino ha sido una amable y prolongada cuesta abajo. Atravieso el puente que cruza la M-30 y la calle ahora mira hacia arriba, cada edificio cambia de color y los comercios huelen a barrio. Dejando atrás el metro del Carmen y después Quintana, empieza esa otra ciudad de pequeñas tiendas y edificios de colores cambiantes. Al llegar a Pueblo Nuevo, una callecita con nombre de músico te da la bienvenida a tu derecha. Vicente Espinel, sacerdote, músico y escritor malagueño del Siglo de Oro que a partir de sus diversas rimas de 1591 transformó la estructura de la décima estrofa, conocida también como espinela. Espinel se hizo famoso porque dio a la guitarra su quinta cuerda, añadiendo una más aguda a las cuatro existentes en aquel momento.

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