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JOSÉ ANDRÉS
CON RICHARD WOLFFE
ALIMENTAMOS
UNA
ISLA
JOSÉ ANDRÉS es el fundador y presidente de World Central Kitchen, la ONG detrás de #ChefsForPuertoRico, y cofundador de ThinkFoodGroup, su grupo de más de treinta restaurantes alrededor del mundo. Como chef, Andrés ha sido galardonado con el James Beard Award y con una estrella Michelin, y fue nombrado entre las “100 personas más influyentes” de la revista Time. Es también autor de varios libros de cocina.
RICHARD WOLFFE es el coautor de los libros de cocina de Andrés y de sus dos series de PBS sobre la cocina regional de España. Wolffe es también columnista de The Guardian y autor de tres libros bestsellers sobre Barack Obama. Anteriormente, trabajó en el Financial Times, Newsweek y NBC News.
PRIMERA EDICIÓN VINTAGE ESPAÑOL, SEPTIEMBRE 2018
Copyright de la traducción © 2018 por Penguin Random House LLC
Prólogo copyright © 2018 por Lin-Manuel Miranda y Luis A. Miranda, Jr.
Todos los derechos reservados. Publicado en Estados Unidos de América por Vintage Español, una división de Penguin Random House LLC, Nueva York, y distribuido en Canadá por Random House of Canada, una división de Penguin Random House Canada Limited, Toronto. Originalmente publicado en inglés como We Fed an Island por HarperCollins Publishers, Nueva York, en 2018. Copyright © 2018 por José Andrés.
Vintage es una marca registrada y Vintage Español y su colofón son marcas de Penguin Random House LLC.
Información de catalogación de publicaciones disponible en la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos.
Vintage Español en tapa blanda ISBN 9780525565628
Ebook ISBN 9780525565635
Fotografía en por Felix Lipov/shutterstock
Fotografía en por MaxyM/shutterstock
Diseño de la cubierta: Sara Wood
Fotografías de la cubierta: Cortesía de la Chef Wold Central Kitchen (foto de José Andrés en Puerto Rico); © Mario Tama/Getty Images (foto de casa destruidas por el Huracán Maria); textura ©Josef Hanus/ shutterstock
www.vintageespanol.com
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A los héroes desconocidos: chefs, voluntarios, militares, personal de primeros auxilios y a toda la gente olvidada alrededor del mundo, quienes dejan a un lado su vida para alimentar a los necesitados.
ÍNDICE
PRÓLOGO
Tres días. Ese fue el tiempo que pasó desde que el huracán María golpeó Puerto Rico hasta que supimos que nuestra familia seguía viva, gracias a la foto que un primo colgó en Facebook. Cinco días hasta saber si nuestra familia estaba bien (sí, lo estaba) y si la casa que nuestra familia había construido hacía años había sobrevivido (no, no sobrevivió).
Es una sensación horrible estar esperando y no saber. Te sientes inútil. Estás preocupado. Imaginas lo peor. Sientes que no tienes ninguna capacidad para ayudar a tus seres queridos que están tan lejos. Nosotros superamos esa preocupación en sólo cinco días. Fuimos afortunados. Para otras personas, pasó mucho más tiempo.
Ahora imagina otra clase de espera, y de no saber. Esperar sin electricidad. Esperar a que llegue comida. Esperar a que haya agua corriente. No saber si tu familia, a un pueblo de distancia, está viva. No saber si los caminos están despejados o si es seguro ir en busca de provisiones. No saber si los hospitales siguen funcionando. No saber si alguien del continente viene en camino con ayuda o si ya existe una estrategia en marcha para ayudarte. No saber si ya olvidaron tu isla.
Lo que está a punto de leer es la historia de alguien que ayudó a la gente en tiempo de crisis. Alguien que no se detuvo en trámites ni permisos mientras la gente pasaba hambre. Alguien que vio que, sin alimento, nadie puede sacar las fuerzas para recuperarse y reconstruir en los largos días, meses y años por venir.
El chef José Andrés fue una de las primeras personas en llegar a la isla con un propósito humanitario después de que María tocó tierra. Enfrentó obstáculo tras obstáculo en su intento —y su éxito— de establecer lo que se convertiría, en los dos meses posteriores a la tormenta, en la cocina más grande de alimentos “reales” para los puertorriqueños. En su primer día de operaciones, el chef José Andrés y los Chefs For Puerto Rico, una comunidad de chefs voluntarios en la isla, prepararon mil comidas para alimentar a la gente. En su segundo día, duplicaron su producción. Tres meses después, estaban preparando y repartiendo 3 millones de comidas por toda la isla.
La misión de José Andrés en Puerto Rico parecía simple: desarrollar un programa de alimentación para los puertorriqueños necesitados con alimentos deliciosos, preparados y entregados el mismo día, usando productos locales para impulsar la economía de la isla. La claridad de su propósito lo enfrentó a casi todas las instituciones involucradas en los esfuerzos de asistencia en Puerto Rico. Él no quería escuchar de licitaciones, reuniones ni excusas de por qué no podían crecer más. Y no aceptó un no por respuesta. Estábamos sorprendidos por lo que había logrado después de la tormenta y estábamos deseando ir para echarle una mano.
Al llegar a Puerto Rico, lo primero que notamos fue que ese país, antes de una inmensa espesura verde, parecía como si hubiera pasado por un incendio: toda la vegetación había desaparecido o estaba muerta. Podíamos ver la devastación, las lonas azules de FEMA como techos improvisados por todas partes, la oscuridad que descendía con la puesta del sol. La alcaldesa de San Juan resumió perfectamente ese mar de desesperación y necesidad cuando dijo: “Nos estamos muriendo”, suplicando al gobierno federal. En medio de todo esto, el chef José Andrés había creado un faro de asistencia, un oasis en cada lugar donde cocinaban, incluyendo el Choliseo.
Cuando llegamos a Puerto Rico, nuestra primera parada fue para unirnos a la línea de ensamblado en la cocina del chef José Andrés. Cuando entramos, nos conmovió la alegría de los voluntarios, el aroma de la gastronomía puertorriqueña, la enormidad del esfuerzo. Como principiantes en la preparación de sándwiches, las instrucciones que recibimos fueron simples: mucha mayonesa, queso y jamón. Aunque esos sándwiches les parecieron sencillos a muchos, para el chef José Andrés eran mágicos: “Había creado muchos platillos avant-garde como chef, pero había pocas comidas de las que me sentía tan orgulloso como los cientos de miles de sándwiches que preparamos en Puerto Rico”.
Para los más experimentados, el menú se había ampliado más allá de los sándwiches e incluía sancocho, un cocido que se prepara con una variedad de carnes, maíz y verduras. Era difícil superar al sancocho como alimento para llevar grandes cantidades de calorías, nutrientes y consuelo a tantos sobrevivientes al mismo tiempo. Como dice José, “Cuando comes sancocho, piensas en tu abuela y eso deja una sonrisa en tu rostro”. Y por supuesto, el arroz con habichuelas, el arroz con pollo y la paella se unían a ese menú que, a pesar de haberse creado en tiempos de crisis, sabía y se veía como si hubiera salido de la cocina de tu madre.