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Copyright © 2016 por Joyce Meyer
Traducción al español copyright © 2016 por Casa Creación/Hachette Book Group, Inc.
Traducido por: Madeline Díaz
Diseño de la portada por: Amy Roff
Foto de la portada por: David Dobson
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Primera ebook edición: Septiembre 2016
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ISBN 978-1-4555-6926-7
E3-20160726-JV-NF
Recientemente me percaté de que ya he vivido una porción de mi vida mayor que la que me queda por vivir, y de alguna forma eso hizo que me sintiera más determinada que nunca a aprovechar mi tiempo al máximo. Creo que cuando rebasamos la edad de los cincuenta o los sesenta, comenzamos a pensar sobre nuestra vida y lo que queremos hacer con nuestro tiempo de un modo bastante diferente a como quizás lo hicimos cuando teníamos veinte, treinta e incluso cuarenta. Percibimos con más claridad cuán precioso es nuestro tiempo, y en mi caso y espero que en el suyo también, queremos asegurarnos de no desperdiciar ni un segundo de este.
¿Ha hecho planes para el día y luego llega el final de la jornada y se siente frustrado y tal vez hasta un poco molesto consigo mismo? Usted tenía un plan que parecía bueno, pero no hizo mucho de lo que pensaba hacer, y para ser honestos, no está realmente seguro de que siquiera lo haya intentado. Se mantuvo ocupado todo el día, pero solo se acordó de hacer pequeñas cosas en dependencia de lo que pareciera ser más urgente en el momento. En realidad, cuando reflexiona en ello, debe admitir que no recuerda haber terminado nada importante.
Su plan consistía en pagar las cuentas, ir al supermercado, cambiarle el aceite al auto y cocinar una comida sabrosa para su familia. En realidad, deseaba preparar una cena porque justo la semana anterior uno de sus hijos adolescentes dijo: «¿Por qué ya no nos sentamos todos juntos a cenar como cuando yo era pequeño?». Usted no pudo darle una respuesta, ya que no estaba segura de cuál es la razón. ¡Solo parece que la vida transcurre tan ocupada, que cenar en familia nunca es posible!
¿Resulta difícil para usted enfocarse en lo que realmente quiere y necesita hacer debido a todas las interrupciones que experimenta a lo largo del día? ¿Acaso sus correos electrónicos o su cuenta de Facebook y Twitter han hecho su vida más fácil? Por supuesto que todas las ventajas modernas pueden ser muy buenas, pero solo si sabemos manejarlas y evitamos permitir que los timbrazos, sonidos y pitidos que ellas producen nos controlen.
¿Está convirtiéndose de una manera continua en la persona que en realidad quiere ser? ¿Está logrando las cosas que desea alcanzar en la vida? ¿Es usted una persona que vive «a propósito» e intencionalmente, o deambula a través de los días, semanas, meses y años esperando ver a dónde la vida lo conduce? ¿Necesita hacerse cargo de su vida? ¿Es tiempo para un cambio? ¿Necesita aprovechar el día de hoy y todos los días?
Por lo general soy una persona muy orientada a los logros y me siento motivada a cumplir mis objetivos, pero durante el año pasado me encontré observando la pila de cosas que necesitaba y quería hacer y sintiéndome tan indecisa con respecto a cual realizar primero, que a menudo terminaba sin hacer nada, o a lo sumo realizando solo una pequeña parte de varias tareas, ninguna de las cuales quedaba terminada. Sí, acababa aquello que absolutamente tenía que hacer, pero para ser honesta, desperdiciaba una gran cantidad de un tiempo precioso y me sentía irritada conmigo misma, porque me parecía que pasaba más tiempo tratando de imaginar qué hacer en lugar de hacer algo en realidad. Me sentía realmente abrumada y eso es algo inusual para mí, así que en verdad empecé a orar con respecto a esto, queriendo escuchar lo que Dios tenía que decirme sobre la situación. Pensaba que la vida me estaba dirigiendo a mí, en lugar de ser yo la que dirigiera mi vida, y sabía que algo andaba mal.
Mientras oraba acerca de esto, Dios comenzó a mostrarme la importancia de vivir la vida «a propósito»… algo que había hecho la mayor parte de mi vida, aunque de alguna forma me desvié del camino. Pienso que en parte la razón por la que me hallé en esta temporada de pasividad e indecisión fue con el propósito de que sintiera la urgencia de escribir este libro. Mientras comencé a escuchar a las personas, descubrí que un gran porcentaje de individuos vive sus vidas día a día sin cumplir mucho de lo que tienen la intención de hacer. Se encuentran ocupados, pero no seguros de a qué se están dedicando. «Estoy muy ocupado» se ha convertido en la excusa habitual para todas las cosas que debemos hacer y no hacemos. Si se encuentra con un amigo con el que solía hablar con regularidad, pero ahora no puede devolverle sus llamadas, seguramente él o ella le dirá: «Lo siento, no he podido llamarte, ya que he estado muy ocupado». Recientemente esperamos casi tres semanas para confirmar una cita a fin de comprar una alfombra. Cuando llamamos al vendedor por tercera vez, él nos dijo: «Discúlpenme que me haya tardado tanto tiempo en contactarme con ustedes. ¡Hemos estado muy ocupados!». ¿Qué tal si Dios nunca contestara nuestras oraciones y nos diera la excusa de que está muy ocupado?