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Copyright © 2016 por Joyce Meyer
Traducción al español copyright © 2016 por
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Traducido por: Marina Lorenzín
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A menos que se indique lo contrario, el texto bíblico ha sido tomado de la versión Reina-Valera © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina; © renovado 1988 Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizado con permiso. Reina-Valera 1960® es una marca registrada de la American Bible Society, y puede ser usada solamente bajo licencia.
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Primera edición: Junio 2016
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ISBN 978-1-4555-3813-3
E3-20191116-JV-PC-DPU
¿ A lguna vez se ha preocupado por cosas—o por una situación específica—de modo tal que haya perdido su capacidad de disfrutar de su vida cotidiana? ¿Alguna vez se ha sentido tan ansioso o nervioso por lo cual olvidara completamente cómo se siente vivir en paz? En caso de responder de manera afirmativa a alguna de estas preguntas, no se encuentra solo. Muchas personas luchan contra la preocupación y la ansiedad, ¡pero no tienen que hacerlo! Dios quiere que disfrutemos nuestras vidas y que vivamos en paz y reposo, echando toda nuestra ansiedad y preocupaciones sobre Él. He escrito este libro con el objetivo de ayudarle a que pueda hacerlo y que encuentre su camino hacia una vida libre de preocupaciones.
Para comenzar, veamos dos escrituras claves las cuales son de vital importancia para que comprendamos y vivamos de acuerdo con las mismas si deseamos tener una vida pacífica y tranquila:
Por nada estéis afanosos; antes bien, en todo, mediante oración y súplica con acción de gracias, sean dadas a conocer vuestras peticiones delante de Dios. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestras mentes en Cristo Jesús.
Filipenses 4:6–7
Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que Él os exalte a su debido tiempo, echando toda vuestra ansiedad sobre Él, porque Él tiene cuidado de vosotros.
1 Pedro 5:6–7
Estos versículos nos garantizan que, para los cristianos, es posible tener paz y vivir sin preocupaciones está a nuestro alcance. De hecho, para los que creen en Jesucristo, tener paz debería ser la condición normal en la cual vivimos nuestras vidas diarias. No obstante, en la medida en que conozco y hablo con las personas, me doy cuenta de que este no es siempre el caso, por lo que espero que las siguientes páginas lo ayuden a comprender y experimentar la paz que Dios ha provisto para nosotros, la paz en la cual Él desea que vivamos cada día.
Podemos ver en Filipenses 4:6–7 y en 1 Pedro 5:6–7 que Dios nos dice en su Palabra que “por nada estéis afanosos” y que echemos toda nuestra ansiedad sobre Él. Si bien las palabras de estas escrituras pueden sonarnos familiares, no siempre sabemos cómo aplicarlas en nuestras vidas de forma práctica. A menudo, especialmente cuando una situación se vuelve muy agobiante, solemos responder ante la misma como lo haría el mundo, con ansiedad y temor, en vez de responder conforme a la Palabra de Dios. Cuando esto sucede, terminamos dando tumbos en nuestras circunstancias, preocupados y nerviosos, cuando podríamos estar gozando de la vida abundante y la paz que Dios tiene para nosotros.
Sé por experiencia propia cómo es vivir en un estado de ansiedad y de confusión interior porque viví de esa forma por muchos años. ¡Hubo muchos días y semanas en los que no tenía paz en absoluto! Solo cuando comencé a estudiar la Palabra de Dios y a ponerla en práctica en mi vida fue cuando empecé a experimentar la paz, el gozo y el reposo de Dios. Aprendí que Dios no quiere que sus hijos vivan en frustración, perturbación, preocupación, ansiedad, temor ni confusión. Cuando permitimos que estas emociones nos atrapen, nos estamos perdiendo uno de los mayores dones que Dios tiene para ofrecernos, el don de su paz.
Antes de continuar, quisiera compartir con usted algo sobre mi transformación de ser una persona ansiosa y preocupada hasta alcanzar la paz y el reposo de Dios, ya que puede ayudarle a encontrar su camino hacia un nuevo nivel de paz. Cuando por primera vez comencé a vivir en la paz de Dios, aunque pudiera parecerle extraño, ¡estaba aburrida! Estaba tan acostumbrada a estar siempre involucrada en alguna clase de conmoción interior o confusión que no sabía qué hacer con la sensación de tranquilidad que vino a mi vida una vez que entré en la paz de Dios. Desde ya, puedo asegurarle que el aburrimiento fue temporario. Simplemente fue un ajuste que tuve que atravesar mientras dejaba atrás una vida de luchas, preocupaciones y conflictos y comenzaba a experimentar la paz que Dios tenía para mí. Ahora, no puedo soportar estar afanosa o ansiosa por algo. Amo, disfruto y aprecio de tal manera la paz de Dios la cual ha llenado cada área de mi vida. Diariamente, trabajo con el Espíritu Santo para mantener su paz en mi mente, en mis emociones, sobre mi familia, sobre mi ministerio y sobre todas las cosas.
Tengo días difíciles al igual que todos los demás, pero gracias a Dios ya no permito que me controlen. La paz que Dios me ha revelado está disponible para usted también.
Todos los días del afligido son difíciles; Mas el de corazón contento tiene un banquete continuo.
Proverbios 15:15, énfasis añadido
U na de las definiciones que el diccionario brinda para el término afán es: “estado de agitación: preocupación… temor anormal sin una causa específica” (Webster’s II New Riverside Desk Dictionary [Boston: Houghton Mifflin Company, 1988], s.v. “anxiety” [afán]). Este sentimiento de agitación, conocido como afán, carece de precisión y su raíz no puede identificarse con facilidad. Es una sensación general de temor o miedo cuyo origen no podemos nombrar de manera específica. Solía con frecuencia sentirme de este modo. Sabía que tenía un problema, pero desconocía que tenía un nombre: afán.