Véronique Decarpentrie, 2017
Traducción: Laura Bernal Martín
Editor digital: Titivillus
ePub base r2.1
Aprender a comer de manera equilibrada no es solo posible, sino necesario para recuperar tu vitalidad. Todo lo que comemos tiene repercusiones en nuestro cuerpo y en nuestro estado de ánimo que no podemos pasar por alto, así que hazte con buenos hábitos y dale la bienvenida a una alimentación saludable que te haga sentir mejor contigo mismo.
Si quieres saber de dónde proceden los productos que comes a diario, cuáles son los que más cuidan tu salud y cuáles tienes que evitar a toda costa, ¡esta guía es para ti!
Te ofrecemos las claves para:
- descubrir cómo los alimentos de las grandes superficies llegan hasta nuestros platos;
- entender por qué la agricultura ecológica se perfila como una excelente opción para nuestra salud;
- conocer las repercusiones que tiene el tipo de alimentación en nuestro cuerpo y en nuestro humor, además del importante papel que desempeña la flora intestinal en nuestro organismo;
- dejar atrás los malos hábitos y sumergirte en el mundo de la alimentación saludable a través la eliminación paulatina de todo lo que es perjudicial para ti;
- etc.
Véronique Decarpentrie
Aprende a comer de manera equilibrada
Las claves para cuidarte por dentro
y por fuera
En 50 minutos
Salud y bienestar - 0
ePub r1.0
Titivillus 28.07.2020
APRENDE A COMER DE MANERA EQUILIBRADA
Come sano para tener un cuerpo saludable
- ¿Problemática? La comida industrializada, sumada al estilo de vida moderno, nos ha alejado de nuestras necesidades nutricionales básicas, que son indispensables para nuestro bienestar físico y mental.
- ¿Metas? Identificar las trampas de la malnutrición y recuperar los buenos reflejos alimentarios necesarios para sentirnos bien tanto física como psicológicamente.
- ¿Preguntas frecuentes?
- Muchas veces no tengo tiempo para cocinar. ¿Qué puedo hacer para llevar una alimentación sana?
- ¿Es bueno privilegiar los productos bajos en calorías o «light»?
- Cuando estoy estresado o triste, no como bien. ¿Cómo domino estos impulsos alimentarios?
- ¿Comer sano es mucho más caro que no hacerlo?
- Como de manera equilibrada pero no adelgazo. ¿Qué tengo que hacer?
- ¿Tengo que acabar con todos mis malos hábitos alimentarios?
- ¿Para llevar un régimen saludable hay que ser vegetariano?
- Tengo el síndrome del intestino irritable. ¿Tengo que evitar comer frutas y verduras?
Falta de energía, piel apagada, hinchazón abdominal, dolores crónicos, sobrepeso… Estas son algunas señales que indican que nuestro cuerpo no va bien. ¿Por qué comemos este o aquel alimento, a veces sin tener en cuenta nuestra salud? ¿Qué hay realmente en nuestro plato? ¿A qué fenómeno se debe el que hayamos perdido el sentido de nuestras necesidades fundamentales, que son las que mantienen el equilibro de nuestro cuerpo? ¿Qué medidas hay que tomar para recuperar un bienestar alimentario?
Los alimentos que comemos guían nuestros deseos, influyen en nuestros hábitos e incluso pueden tener influencia en nuestras emociones. Aprende a reconocer lo que dirige nuestras elecciones nutricionales sin que seamos conscientes de ello y cómo evitar caer en las trampas de la malnutrición. En esta guía descubrirás los buenos reflejos que te llevarán a nuevos placeres gustativos saludables. Recupera tu vitalidad, flexibilidad y ligereza. ¡El bienestar del cuerpo y también de la mente forman parte del menú de esta guía!
LA SOCIEDAD DE CONSUMO
«Tengo tres hijos y me gustaría cocinar platos más equilibrados. Sin embargo, a la hora de la cena no puedo pensar más, estoy cansada y no soy capaz de ver más allá de la pasta con salsa de tomate» (Martine, 42 años).
«Sé que como muy mal, pero incluso a sabiendas no logro cambiar mis hábitos» (Julien, 22 años).
«Me gustaría sentirme bien con mi cuerpo, pero entre el régimen hiperproteico, el crudivegano, las monodietas, el sin esto o sin lo otro… me siento perdida y ya no sé a qué santo encomendarme» (Carole, 26 años).
El poder de la malnutrición
A pesar de que vivimos en una época en la que existe una abundancia alimentaria en nuestros países occidentales, la cuestión del «cómo comer» nunca ha suscitado tanto debate. La falta de tiempo, el antojo (a veces compulsivo), el estrés, las innumerables súplicas y los adi(c)tivos nos llevan a tomar decisiones que en ocasiones son difíciles de hacer o deshacer. Al mismo tiempo, nuestra salud se ve cada vez más afectada por enfermedades relacionadas directamente con el estilo de vida alimentario, como la obesidad, la diabetes o la hipertensión. Hipócrates, con su célebre frase «Que tu alimento sea tu medicina» (Vilanova 2015), se revolvería en su tumba si nos viera.
Se nos repite incesantemente que hay que comer al menos cinco raciones de frutas y verduras al día. Todos tienen consejos, opiniones o recomendaciones acerca de la actitud que hay que adoptar: la televisión, las revistas, internet, la publicidad… ¡y eso sin hablar de todas las nuevas dietas que aparecen y te prometen maravillas! Los empresarios también participan en el juego con sus «bajo en…», «fuente de…», etc., que nos atormentan con sus eslóganes publicitarios y se jactan de proponer productos con múltiples beneficios. Pero ¿podemos fiarnos realmente de esto?
Probablemente te sientas perdido/a en esta maraña de mensajes contradictorios, y con razón. Detengámonos un segundo para observar los mecanismos que nos han convertido en desconocidos ante nuestras necesidades alimentarias básicas. De hecho, es evidente que, a pesar del sentido común, la comida basura se ha hecho con el poder en nosotros. Entonces, ¿qué sucede exactamente en los bastidores de nuestro medio ambiente y de nuestro cuerpo?
¡Obsérvate!
¿Qué te atrae y te lleva a elegir uno u otro producto? ¿El envase? ¿La etiqueta? ¿La publicidad que elogia sus méritos? ¿El eslogan asociado al producto? ¿La facilidad? ¿O simplemente su sabor, su olor y el que sea «saludable»? Dedica un momento a observar con atención tu compra y a intentar comprenderla. ¿Qué te dice y qué la ha dictado?
Los bastidores de nuestro medio ambiente
En un mundo globalizado, todos los intercambios comerciales tienen lugar a escala planetaria. Lejos queda la época en la que nuestro huerto y el pequeño productor de la esquina nos proporcionaban nuestros alimentos básicos (aunque una nueva tendencia, aún minoritaria, surge en este sentido). Es cierto que dependíamos de las estaciones y que nuestros menús podían resultar muy repetitivos: «¡Genial, patatas otra vez!», podíamos exclamar irónicamente.
Los pasillos kilométricos llenos de productos de colores tal y como los conocemos hoy en día no existían antes de 1960. La globalización nos facilita mucho el día a día, ya que permite la abundancia alimentaria. Sin embargo, esta sobreabundancia de alimentos (además del despilfarro alimentario) provoca un gran número de daños, especialmente en nuestra salud y en nuestra flora intestinal.
¿QUIÉN MANDA EN NUESTRO CUERPO?
El cerebro, un órgano dependiente
Nuestro organismo está programado de forma natural para privilegiar el azúcar y las grasas. Los lactantes, de hecho, se ven atraídos de forma innata por todo lo que tiene grasa y es azucarado, algo que la leche materna les ofrece en grandes cantidades. Estos dos nutrientes son indispensables para nuestro funcionamiento. La glucosa, que es un tipo de azúcar, es prácticamente el único carburante de nuestro cerebro, que consume una media de 120 gr de la misma al día (prácticamente la mitad de los azúcares que ingerimos). Además, ¿sabes que cada una de tus células cuenta con una pared hecha de grasa?