Irène Guittin, 2017
Traducción: Laura Soler Pinson
Editor digital: Titivillus
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Los complejos son invitados incómodos que se alojan en nuestro interior y a los que resulta muy difícil echar. Tanto es así que pueden resultar incapacitantes si no sabemos dominarlos y aceptarlos. En realidad, lo ideal es apreciarlos, ya que forman parte de ti y de la visión ligeramente deformada que tienes de ti mismo.
¿Estás harto de sentirte acomplejado y quieres empezar a vivir como siempre has querido? ¿No sabes cómo olvidarte de un complejo que no consigues dominar? En esta guía encontrarás todo lo que necesitas saber para transformar tus complejos en ventajas que te ayuden a sentirte bien contigo mismo.
Te ofrecemos las claves para:
- saber más acerca de las visiones deformadas físicas o psicológicas que tenemos de la realidad y que conforman los complejos;
- descubrir qué motiva este fenómeno;
- aprender a lidiar con tus complejos mediante una serie de pasos sencillos, que te permitirán encajar mejor ciertos comentarios de tu entorno;
- desarrollar un mayor nivel de autoaceptación y una mejor autoestima con ejercicios simples;
- etc.
Irène Guittin
Supera tus complejos
Las claves para mejorar tu autoestima
En 50 minutos
Salud y bienestar - 0
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Titivillus 14.08.2020
CÓMO DESHACERSE DE LOS COMPLEJOS
- ¿Problemática? ¿Quién no ha tenido alguna vez complejos? Una nariz chata, orejas de soplillo, un sentimiento de inferioridad o, incluso, un apellido que nos incomoda son algunos de los muchos complejos insidiosos que pueden llevar rápidamente a un deterioro de la vida social, personal y profesional de quien no logra superarlos.
- ¿Meta? Transformar tus complejos en ventajas para sentirte bien contigo mismo.
- ¿Preguntas frecuentes?
- ¿Todos reaccionamos igual ante los complejos?
- ¿Los medios de comunicación generan los complejos?
- Aunque hace tiempo que soy adulto, sigo sufriendo por las críticas de mi madre. ¿Es normal?
- ¿Es necesario que me psicoanalice para superar mis complejos?
- Lo he intentado todo para vivir con mi cuerpo, pero me desagrada. ¿La cirugía estética es la única solución?
- Me falta cultura. ¿Cómo disimulo mis carencias ante los demás?
- Mis compañeros de trabajo se burlan de mi falta de carácter. ¿Cómo me impongo?
- Mi entorno se burla de mi ceceo. ¿Cómo les digo que me duelen sus bromas?
El complejo es algo muy representativo de la ambivalencia y de las contradicciones del ser humano y, tal y como su propio nombre indica, es difícil de entender, de comprender y de dominar. Es a la vez algo universal y tabú, social e íntimo, manifiesto y escondido, inherente al proceso de construcción del hombre y un freno para su evolución, y afecta a todas las capas de la población. Pero si bien es cierto que todos nos hemos enfrentado alguna vez a un complejo, la diferencia está en la importancia que le otorgamos y en la manera de abordarlo.
Por lo general, el complejo se considera un enemigo. De hecho, el vocabulario bélico con el que está asociado es muy significativo: se habla de superar, de luchar, de vencer los complejos, como si se tratase de un duelo sin cuartel en el que solo puede quedar uno.
A menudo, creemos que el complejo es como un ente externo a nosotros que podemos destruir, pero lo cierto es que es parte integrante de nosotros y ayuda tanto a la construcción del ser humano como a su evolución. Es un fenómeno normal e inevitable de la psicología humana. Por lo tanto, no se trata de erradicarlo por completo, sino de dominarlo, aceptarlo e, incluso —por qué no—, apreciarlo. Sea como fuere, es fundamental evitar que se convierta en una obsesión, ya que corres el riesgo de que tenga un impacto negativo en tu día a día y en tus relaciones. Por lo tanto, con quien tienes que enfrentarte ante todo es contigo mismo. El recorrido suele ser largo y difícil, pero el camino hacia el bienestar pasa primeramente por la autoaceptación.
EL COMPLEJO, ESE ENEMIGO QUE LLEVAMOS DENTRO
¿De dónde salen nuestros complejos?
Regreso al pasado
Todos los psicólogos están de acuerdo en que los orígenes del complejo son muchos, pero suelen estar dentro de la persona (su vivencia, su personalidad) y en el ambiente en el que ha evolucionado (educación, entorno educativo). Así, será mayoritariamente en tu pasado donde descubrirás la explicación a tu malestar actual.
Las etapas de la vida
La tendencia a centrarse únicamente en una imperfección física o intelectual, real o ficticia, suele surgir durante fases de transición de nuestra existencia, como la adolescencia, el paso a la edad adulta o, también, durante la crisis de los 40. Esto es así porque estos periodos constituyen momentos importantes en el desarrollo de uno mismo y en la búsqueda de identidad. No obstante, también pueden generarse complejos tras un acontecimiento particular que, por una razón lógica o no, provoca que broten en nosotros sentimientos de duda y de inseguridad. Así, no es extraño ver cómo individuos con mucha confianza se derrumban tras un despido («Me han despedido porque no sé llevar una conversación, no sirvo para nada») o se acomplejan tras una ruptura («Me ha dejado porque no soy interesante», «Ha roto conmigo porque he engordado»).
La presión del entorno
Además de las situaciones de la vida que influyen en la aparición de complejos, las personas de nuestro entorno también desempeñan un papel en esto. Así, con frecuencia, los padres, que representan el primer modelo del niño y que contribuyen a su construcción como individuo, están en la raíz del malestar, aunque por lo general no son conscientes de ello. Muchos padres quieren lo mejor para sus hijos y se muestran muy exigentes; les parece que están llevando al muchacho hacia la perfección, pero no siempre se dan cuenta de que este puede sentirse menospreciado y pensar que jamás corresponderá al ideal que sus padres han imaginado.
La frase de más
Todos hemos escuchado o pronunciado frases, llevados por la frustración, que en apariencia son inofensivas, pero que pueden tener un impacto considerable en el destinatario: «Pues no es difícil entenderlo, ¿de verdad eres tonto o lo estás haciendo aposta?», «Ningún hombre querrá estar contigo, no sabes hacer nada», «Va siendo hora de que hagas deporte», «¿Qué voy a hacer contigo?», etc. Por muy inocuas que parezcan para aquellos que las pronuncian, este tipo de mensajes puede causar muchos estragos en la estima de las personas vulnerables. Los compañeros de clase no se quedan atrás y, de hecho, con mucha frecuencia son la fuente de futuros complejos. Las burlas y las mofas de las que hayamos sido víctimas en el patio del colegio a veces dejan huellas imborrables. Los niños son crueles entre ellos y en seguida se ríen de un apellido que se sale de lo común, de un aparato en los dientes, de un color de pelo particular (el famoso «zanahorio») o de un sobrepeso. Pero las cicatrices que dejan estos comentarios ofensivos pueden tener repercusiones incluso en la edad adulta.
¿Cuáles son los distintos tipos de complejos?
Los complejos físicos
En nuestra sociedad, lo visual, las imágenes desempeñan un papel preponderante cuando juzgamos una cosa o a una persona. Por eso, uno puede sentir que la menor particularidad física es una tara: un pecho pequeño o uno más grande, unos labios carnosos o unos muy finos, un cuerpo delgado o uno rollizo, una abundante melena o una calvicie… A menudo, nos gustaría que nuestro cuerpo se correspondiese con un supuesto ideal, que difiere por completo de lo que somos.