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¿Por qué la gente odia la política?
Cómo nos gustaría que se tomaran las decisiones políticas
e-ISBN: 978-84-9097-488-9
ISBN: 978-84-9097-468-1
DEPÓSITO LEGAL: M-13.298-2018
IBIC: jp/jff
este libro ha sido editado para ser distribuido. La intención de los editores es que sea utilizado lo más ampliamente posible, que sean adquiridos originales para permitir la edición de otros nuevos y que, de reproducir partes, se haga constar el título y la autoría.
Introducción
En los últimos años hemos asistido a un mome nto convulso en la política española. La crisis económica, el ciclo de protestas iniciado el año 2011 y la emergencia de nuevos partidos políticos han marcado un periodo caracterizado por el sentimiento negativo de la ciudadanía hacia la política. El objetivo de este trabajo es contribuir a comprender mejor ese rechazo, desde la percepción que tiene la ciudadanía y desde las alternativas que esta imagina. El trabajo que presentamos a continuación no es único en su especie (Sánchez-Cuenca, 2014; Innerarity, 2015; Urquizu, 2016), sino que se suma a este esfuerzo por compren der mejor la situación actual, aportando una reflexión sobre l a situación de la política desde la percepción que tiene de ella la ciudadanía.
El título hace honor a un libro publicado en el año 2007 por el politólogo británico Colin Hay ( Why we hate politics ), que se preguntaba por el significado que tenía el gran descontento de la gente por la política. El libro de Hay se ubica en una tradición crítica con la deriva más tecnocrática de los estudios sobre la democracia. Al igual que hicieran Fernández-Albertos (2012) o Sánchez-Cuenca (2014) en España, la idea puesta en liza por Hay vinculaba ese odio a un diseño institucional que vaciaba poco a poco de contenido político las decisiones estratégicas que afectan sustantivamente a la población.
El trabajo que presentamos tiene una novedad respecto a los trabajos previos realizados sobre esta problemática. No solo nos preguntamos “por qué la gente odia la política”, sino que también nos preguntamos si este descontento lleva a la ciudadanía a pensar alternativas políticas. En este sentido, el libro analiza los límites y las condiciones de posibilidad de la democracia representativa para la gente y hasta qué punto la ciudadanía piensa en (y justifica) derivas institucionales diferentes a la representación. ¿Este descontento significa que la ciudadanía quiere participar más? O, por el contrario, ¿la ciudadanía se inclina por fórmulas institucionales más tecnocráticas?
Nunca antes se había registrado tanta participación como ahora (Baiocchi y Ganuza, 2017), precisamente en el momento en el que los niveles de confianza política de la ciudadanía son más bajos que nunca. En este proceso, en el que se ha multiplicado la retórica participativa en la política, se ha visto que las administraciones iniciaban experiencias participativas una detrás de otra. Algo que ha ocurrido en medio mundo, incluida España (Font et al. , 2014). No es muy difícil adivinar que muchos representantes políticos abrazan la retórica participativa como solución ad hoc al momento de crisis política que experimentamos. La cuestión que los investigadores se preguntan ahora es si llegamos con ello a una nueva era política marcada por la participación o es simplemente una cortina de humo para lidiar con esta crisis política. La pregunta no es casual, porque la novedad de los recientes procesos participativos, frente a los viejos, descansa en una retórica envuelta en mensajes de democracia directa y relaciones políticas sin mediación. Criterios que indudablemente desafían la lógica representativa. Si los representantes políticos llenan su discurso con estos mensajes, pero, como han señalado muchas investigaciones recientes (Baiocchi y Ganuza, 2017), desarrollan experiencias poco rompedoras, casi es obligado preguntarse sobre el sentido que tiene este giro retórico, también, para la ciudad anía.
A menudo, en la ciencia política se ha pensado que las críticas a la representación bebían de “las promesas incumplidas” de una democracia incapaz de dar más participación a la gente (Bobbio, 1985). Sin embargo, se nos ocurre otra posibilidad, quizá menos romántica, pero igualmente eficaz, como es pensar que lo que quiere la gente es que los gobiernos funcionen. Y, claro, pueden funcionar mejor de muchas maneras diferentes, no necesariamente tiene que ser con más participación. Por eso, algunos ya se han preguntado si, en este contexto que hemos señalado, efectivamente quiere la gente participar. Algunos investigadores, en un estudio sobre la realidad política estadounidense (Hibbing y Theiss-Morse, 2002), afirmaron rotundamente que “no”, que lo que quería la gente en realidad eran buenos gobiernos y estos los identificaba la ciudadanía más con la tecnocracia que con la participación. El presente libro ahonda en esta cuestión. ¿Odiar la política lleva a la gente a dibujar escenarios de gobiernos más tecnocráticos o más participativos? ¿O puede, simplemente, querer más o mejor representación?
La investigación
Para comprender mejor la crisis política a la que hemos asistido estos últimos años y poder responder a estas preguntas, hemos realizado una investigación novedosa. Vamos a trabajar a partir de una investigación basada tanto en un método cualitativo como en uno cuantitativo. Por un lado, organizamos diez grupos de discusión, con lo que pretendíamos profundizar en los argumentos y las justificaciones que la gente utiliza para discutir la crisis política, así como las alternativas que es capaz de imaginar. Por otro lado, realizamos una encuesta específicamente diseñada para observar este problema desde la opinión pública y que nos permitiera analizar las preferencias que tiene la ciudadanía sobre los distintos procesos políticos (democracia directa, tecnocracia y democracia representativa). En el apéndice metodológico detallamos la investigación realizada. Aunque utilizamos los datos más recientes disponibles que corresponden a Andalucía en el año 2015, tanto para los materiales cuantitativos como para los cualitativos contamos con información similar a nivel español , que muestra unas dinámicas extraordinariamente similares a las del caso andaluz.